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JOSÉ LUIS GALENDE
Sábado, 25 de enero 2014, 01:07
La iniciativa impulsada la pasada semana por la patronal guipuzcoana Adegi para desarrollar un nuevo modelo de relaciones laborales, en la que primen los acuerdos con las personas frente a la negociación colectiva tradicional, amenaza con elevar unos puntos más el ya enconado panorama laboral vasco. La propuesta ha sido rechazada de forma tajante por los sindicatos, que ven en esta fórmula una maniobra para prescindir de su concurso, tras el bloqueo en la negociación colectiva que es especialmente grave en su territorio de implantación. Empresarios, sindicalistas y expertos consultados por este diario discrepan con el nuevo modelo y no creen que sea exportable a Bizkaia y Álava.
Para llegar a entender el verdadero alcance de esta iniciativa revolucionaria en las relaciones laborales de Gipuzkoa hay que retroceder unas décadas, cuando a partir de la Transición funcionó -en ese territorio, de manera muy especial- lo que algunos analistas denominan 'sindicalismo del kaixo'. Es decir, el apoyo, declarado o encubierto, por parte de muchos empresarios a ELA en las elecciones sindicales, favorecido por la proximidad ideológica, geográfica o cultural, que llevó a la central nacionalista a convertirse en hegemónica en Gipuzkoa en unos pocos años.
Pero los principios ideológicos en los que se sostenía ELA en los años 80 del siglo pasado cambiaron en los 90, para radicalizarse en la defensa de los derechos de los trabajadores. El resultado ha sido una elevada y continua presión en la negociación colectiva hasta convertir en este momento a Gipuzkoa en la provincia española donde más elevados son los salarios y los costes laborales unitarios, y más baja la jornada de trabajo. Y en los dos últimos casos, en los puestos de cabeza de Europa.
Como las demandas sindicales no cejan y la patronal Adegi, rearmada legalmente por la reforma laboral del Gobierno del PP, cree que ha llegado el momento de reconducir esa situación que amenaza la competitividad de sus empresas, la consecuencia es que Gipuzkoa es el territorio con menos convenios renovados y donde decenas de miles de empleados no tienen ahora cobertura laboral más allá de la que marcan los acuerdos de ámbito estatal o el Estatuto de los Trabajadores, al margen de que una gran parte de los mismos están a la espera de lo que decidan los tribunales.
Así, el objetivo de Adegi es ahora reducir al mínimo -o suprimir, si es posible- la influencia de ELA y otros sindicatos en las relaciones laborales por medio de la negociación directa entre empresario y empleado.
De la propuesta de la patronal solo hay una parte que puede agradar a los sindicatos: la de mayor transparencia e información a los trabajadores. El resto les gusta mucho menos. La interlocución directa de los empresarios con los asalariados es para las centrales una «pura y dura» individualización de las relaciones laborales, que constituye un torpedo por debajo de su línea de flotación.
«Sensata» y no exportable
Empresarios, expertos y sindicatos consultados por EL CORREO dudan mucho de que la propuesta de la patronal guipuzcoana sea exportable a los otros dos territorios vascos. Al menos, en su totalidad. Y es que la situación no es la misma. En Bizkaia y en Álava aún es posible negociar y suscribir convenios colectivos.
Desde la patronal Cebek, su secretario general, Francisco Javier Azpiazu, valora la reflexión de Adegi como «sensata» y «respetable», porque responde a una necesidad de las empresas. En Gipuzkoa -explica- «si no firmas con ELA, no cierras ningún convenio». Por el contrario, en Bizkaia la situación es distinta, asegura: «Aquí sí podemos firmar convenios de eficacia general sin ELA y estamos en situación de poder recuperar ámbitos de negociación perdidos». La situación sindical es diferente, con mayor implantación de CC OO y UGT, mientras que LAB está también en esa clave de llegar a acuerdos, dice. Por otro lado -añade- las empresas exigen a Cebek que regule las relaciones laborales por medio de convenios sectoriales.
La propuesta de Adegi de trasladar la negociación a la empresa -aclara- se debe, probablemente, a que no tiene otra opción, pero «no es la solución para las pymes», que tienen en los convenios colectivos provinciales un instrumento de competitividad.
Por su parte, SEA Empresarios Alaveses se pronunciará en los próximos días sobre la propuesta guipuzcoana. No obstante, en mayo de 2011 presentó un nuevo modelo de relaciones laborales en el que para nada se hablaba de individualizar las condiciones de trabajo. Un solo párrafo de la comparecencia de sus responsables ante las Juntas Generales de Álava sobre este asunto, el pasado 11 de noviembre, da una idea bastante clara de su posición: «Los sindicatos deben ser corresponsables en el mantenimiento de las empresas y en la mejora de la competitividad...» Nada que ver con el planteamiento de Adegi.
Situación especial
Otras fuentes empresariales vizcaínas conocedoras de la situación señalan que la propuesta de Adegi «tiene algunas bondades», lo que hace que valga para unas empresas, pero no para otras. En Gipuzkoa puede ser necesario avanzar por esta vía por su situación sindical especial, con preponderancia de ELA, y por sus elevados costes laborales, señalan. Y no deja de ser paradójico -apuntan- que esa vía termine situando el epicentro de las relaciones laborales en la empresa, que es precisamente el objetivo de ELA, aunque a otro nivel.
En Bizkaia y Álava, por el contrario, es posible aún negociar convenios, como demuestran los que están en vigor, por lo que ven factible que concurra la fórmula tradicional con la nueva en las empresas donde pueda ser viable.
En cualquier caso -añaden-, el modelo de Adegi necesita medios humanos y económicos, y también una cierta dimensión empresarial. Así, ven más difícil que funcione en firmas medianas. La propuesta, concluyen, tiene «muy buenas piezas, pero en Bizkaia son indispensables los convenios provinciales».
Desde la perspectiva opuesta, fuentes conocedoras del panorama laboral-sindical en Euskadi alertan de que la propuesta de Adegi «aprovecha el viaje del enfrentamiento con ELA para ir contra el sindicalismo». En otras palabras, «aprovecha la crisis para apuntarse al thatcherismo», lo que no resuelve el conflicto de Gipuzkoa, ya que éste no va a amortiguarse con la individualización de las relaciones laborales, advierten los mismos medios. Recuerdan al respecto que las crisis no son culpa de los sindicatos. El ejemplo de Fagor, donde no hay presencia de las centrales, es esclarecedor, apuntan.
Las mismas fuentes destacan que es «importante y deseable» la participación de los trabajadores en la empresa que plantea Adegi, pero que no por ello va a desaparecer el conflicto. Ahí está otra vez el ejemplo de Fagor.
Con su iniciativa, «Adegi cumple un papel de vanguardia en la radicalización de Confebask; quiere anular la realidad sindical en vez de cambiarla, olvidando que los empresarios tienen los sindicatos que se merecen». Además, estos analistas defienden la importancia del conflicto como concepto, porque su anulación «iría en contra de la democracia». Argumentan, además, que es un «motor de avance», aunque admiten que otra cosa es que permita ganar competitividad. Y en su reflexión se preguntan: «¿Podemos ser todos Koldo Saratxaga e Irizar? Entonces no serían necesarios los sindicatos, pero tampoco las patronales», concluyen.
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