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Econfidencial

Las diputaciones de Bizkaia, Álava y Gipuzkoa, a las puertas de otra batalla campal por el dinero

Los desequilibrios territoriales desentierran viejos conflictos

MANU ALVAREZ

Lunes, 30 de septiembre 2013, 17:47

Ya hay fecha para el combate. Será el próximo 15 de octubre. El cuadrilátero, el de siempre: la sede del Gobierno vasco, en Lakua. El promotor de la pelea, el Consejo Vasco de Finanzas. El órgano en el que Gobierno vasco y diputaciones se ven las caras para hacer una previsión de lo que van a recaudar -casi siempre fallan, pero están obligados por ley a seguir haciéndola- y también en el que las haciendas forales hacen sus cuentas. Una parte para el Gobierno vasco, otra para nosotros y lo que queda para los ayuntamientos.

No hay que asustarse, porque esta pelea se produce con carácter cíclico un par de veces por década y aunque a veces hay un poco de sangre, como en el rugby, los jugadores acaban dándose la mano e incluso felicitándose todos en el 'tercer tiempo'. La batería de acusaciones entre unos y otros está bastante medida y de tan usada y tópica ya ni provoca enfados. Que si nosotros financiamos a todos los demás, que dice José Luis Bilbao; que si cada alavés aporta más al Gobierno que un guipuzcoano o un vizcaíno, que argumenta Javier de Andrés; o que si el Gobierno se lleva demasiado y las diputaciones poco, como amaga Martín Garitano.

El problema es que lo que no se puede arreglar con matemáticas -y en este caso es imposible aunque uno recurra a aplicar integrales y derivadas-, solo se resuelve con un acuerdo político. Y eso cuesta un tiempo, un poco de rozamiento y el escenario adecuado para sacar pecho y asegurar que todos resultan victoriosos.

El problema básico viene dado porque el País Vasco no tiene una única hacienda recaudadora, tiene tres y sin embargo tiene cuatro centros de gasto: el Gobierno y las tres diputaciones, a los que habría que añadir incluso un quinto, formado por el conjunto de ayuntamientos. Y repartir lo que ingresan tres entre cuatro es más complicado de lo que parece. A saber. De cada 100 euros que ingresan las haciendas vascas, 70 deben ser entregados al Gobierno vasco y 30 se quedan las diputaciones forales, aunque en realidad entregan la mitad a los ayuntamientos lo que les deja tan sólo 15 para su gasto propio. El primer paso es sencillo. Lo complicado viene ahora. ¿Cómo entregar esos euros al Gobierno? Pues de acuerdo a unos porcentajes que, se supone, representan el peso de cada territorio en el conjunto de la economía vasca. Así, de cada 100 euros que se entregan al Ejecutivo vasco, la Diputación vizcaína pone 50,75; mientras que Gipuzkoa 33,02 y Álava 16,23. Ojo al dato, no aportan por lo que recaudan sino por su peso teórico.

Pero el hecho de que sean tres y no uno a recaudar es un auténtico lío. Por ejemplo. Álava recauda las retenciones de IRPF de todos los trabajadores de Lakua, pese a que un buen número de ellos viven en Gipuzkoa y Bizkaia, territorios donde cada año, en época de declaración de la Renta, reclaman la devolución correspondiente, en el caso de que proceda. Bizkaia, por su parte, tiene en este territorio la mayor parte de lo que se denomina "depósitos fiscales" de combustible, que es el punto en el que se aplica el impuesto especial de hidrocarburos, pese a que los litros que salen de ahí se consuman luego en gasolineras de Álava y Gipuzkoa. Claro que Gipuzkoa tiene los depósitos donde sucede lo mismo pero con el tabaco.

Y encima viene Montoro y la lía. El ministro aprobó una medida especial en el Impuesto de Sociedades, lo que se conoce como actualización de balances, las diputaciones le copiaron -sí, sí, Bildu copiando al PP para favorecer a las empresas, por raro que parezca- pero, en realidad solo ha funcionado bien en Bizkaia a efectos de recaudación. El Ejecutivo foral que preside José Luis Bilbao ha ingresado 120 millones, gracias en su mayor parte de Iberdrola, mientras que Gipuzkoa tan solo 5 y Álava 2 millones. Con estos desequilibrios, el modelo de aportaciones es una locura y siempre hay alguien que sale perdiendo. Y menos mal que, de momento, tan solo ha aflorado una parte del follón porque el siguiente está a la vuelta de la esquina. El Gobierno central ha aprobado un impuesto sobre la generación de electricidad, del que saldrá especialmente beneficiado Bizkaia, territorio en el que se encuentran las grandes centrales de ciclo combinado. Segundos fuera. Hasta el próximo combate

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