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120 transexuales vascos reciben tratamiento psíquico, hormonal o quirúrgico en Osakidetza
UNIDAD DE IDENTIDAD DE GÉNERO

120 transexuales vascos reciben tratamiento psíquico, hormonal o quirúrgico en Osakidetza

Cruces, el hospital vasco de referencia para abordar de forma integral la disforia de género, ha realizado 25 operaciones de cambio de sexo desde 2009

MARÍA JOSÉ CARRERO

Viernes, 26 de julio 2013, 02:34

En abril de 2007, un joven transexual guipuzcoano, de 21 años, se quitó la vida. Al nacer era Amaia, aunque desde muy pronto supo que quería ser Aimar. Estaba en pleno proceso de lograrlo cuando ya no pudo más. Tenía el apoyo familiar, pero le faltó la aceptación social. A Amaia-Aimar dedicó el Ararteko el informe que elaboró, en 2009, sobre 'La situación de las personas transgénero y transexuales en Euskadi', un estudio que ha marcado un antes y un después a la hora de ofrecer a estas personas la respuesta -ayuda- necesaria para quitar dosis de dolor a sus vidas. Porque no sentirse identificado con el sexo biológico acarrea, sin duda, un enorme sufrimiento.

El informe del Ararteko posibilitó que ningún partido político cuestionase la idoneidad de ofrecer desde la Sanidad pública asistencia integral a estas personas. Se presta en la unidad de Identidad de Género del hospital de Cruces, un servicio multidisciplinar que reúne a psiquiatras, psicólogos, endocrinos y cirujanos plásticos fundamentalmente, pero que también requiere de la participación puntual de ginecólogos, dermatólogos, urólogos, internistas o foniatras. Desde su puesta en marcha, hace algo más de tres años y medio, ha ido creciendo el número de personas atendidas. En la actualidad, son 120 los transexuales que reciben tratamiento en esta unidad, ya sea psiquiátrico, hormonal o quirúrgico, informa el endocrino Federico Vázquez. El número viene a coincidir con las estimaciones del Ararteko sobre este colectivo. Según el informe de hace cuatro años, en aquel momento eran 108 y se calculaba que el grupo crecía a razón de tres nuevos casos cada año.

Cuando una persona llega a la unidad en busca de asistencia, el primer paso es realizar un diagnóstico claro de transexualidad. El especialista encargado de hacerlo es un psiquiatra. Se trata de un proceso que se prolonga entre tres meses y un año. «Psiquiatría es la puerta de entrada. Es fundamental tener la seguridad de estar ante un caso de trastorno de identidad de género, a fin de descartar que se trate de una patología psíquica», explica el doctor Vázquez. Una vez confirmado el diagnóstico, si la persona demanda terapia hormonal es derivada a los endocrinos, quienes realizan la historia clínica y las pruebas de salud. Si se considera que es apta para el tratamiento -a veces se descarta por cuestiones de salud o de edad- la persona tiene que firmar un consentimiento informado.

Seguimiento de por vida

Federico Vázquez es el encargado de indicar cuál es la terapia hormonal más indicada para cada persona en función de sus características. Y es que se trata de evitar la automedicación sin control médico alguno que, en un pasado no muy lejano, ocasionaba grandes problemas de salud. El objetivo de la hormonación precisa de un seguimiento de por vida para evaluar ajustes y eventuales complicaciones es modificar el aspecto físico para que estas personas se identifiquen con el sexo que sienten como suyo y que la naturaleza les ha negado. Así, las mujeres transexuales precisan de tratamiento estrogénico feminizante, mientras que a los varones se les administra andrógenos masculinizantes. Para que una terapia hormonal consiga el efecto máximo en el aspecto exterior tienen que transcurrir siquiera dos años. A partir de ese momento, siguen siendo atendidos de manera periódica en Cruces para «evaluar su estado de salud».

El tercer y último paso es la cirugía, algo que no todos los transexuales demandan. Hasta hace cuatro años, Osakidetza se limitaba a realizar las operaciones de primer grado, es decir, implantes de pecho o mastectomías. Para las de genitales había que acudir a hospitales de fuera de la comunidad e, incluso, de España. El Gobierno vasco se limitaba a subvencionarlas. En 2009, el Ejecutivo de Patxi López decidió incluir estas intervenciones en su cartera de prestaciones, con un doble objetivo:impulsar la unidad de Identidad de Género de Cruces y garantizar una asistencia de calidad a las personas que precisan una operación de estas características.

Hasta el momento, son 25 las personas que han pasado por el quirófano de Cruces. El resto o bien ya estaban operadas cuando empezaron a ser atendidos en Osakidetza, o bien rechazan la intervención o están aún en el proceso hormonal. De estas 25 operaciones, solo en ocho casos se ha realizado una reasignación genital y en todos ellos se ha tratado de una cirugía feminizante, es decir, se ha procedido a la extirpación de los órganos masculinos para sustituirlos por neovaginas. El proceso contrario -ablación de órganos femeninos y sustitución por neopene- no se realiza en Osakidetza. ¿El motivo? «A día de hoy, esta cirugía no cubre las expectativas, con lo que se descarta llevarla a cabo».

Las intervenciones más frecuentes son las mastectomías (amputación de mamas) para lograr la masculinización torácica, así como el vaciado ginecológico, a fin de dejar de tener la regla. En total, los especialistas de Cruces han llevado a cabo quince intervenciones de estas características. «Son operaciones muy duras. Nadie pasa por un proceso tan duro por gusto, por capricho», resalta Federico Vázquez. Por ello, resalta la importancia de que estos procedimientos se lleven a cabo de forma normalizada, protocolizada, con unos estándares de calidad. «Se está prestando una atención muy digna con un coste mínimo para el sistema porque se utilizan recursos que ya se tienen».

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