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OCTAVIO IGEA
Lunes, 29 de abril 2013, 21:48
Muchos ayuntamientos de Bizkaia siguen intentando sanear sus cuentas tras vivir varios años por encima de sus posibilidades. Construyeron polideportivos, polígonos industriales, frontones... inversiones millonarias que ahora hay que pagar. Los ingresos municipales se han desplomado, pero los bancos reclaman el dinero prestado. El déficit se ha convertido en un inmenso quebradero de cabeza para algunos alcaldes y su control es una prioridad absoluta para la Diputación y el Gobierno central, que acaba de hacer balance. Según el último informe publicado por el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas, los ayuntamientos del territorio recortaron su deuda un 1% durante 2012, cinco puntos menos que la media nacional. El pasivo se redujo el año pasado de 177,8 a 175,9 millones, aunque el alivio no es generalizado. Pese a que casi la mitad de los consistorios van enderezando la situación, una veintena han visto agravados sus números rojos. En algunos casos, de forma alarmante.
Si los datos que arroja el balance ministerial fueran las notas fin de curso, habría que decir que los ayuntamientos del territorio progresan adecuadamente. Pero con lentitud. Bizkaia es una de las provincias donde menos se ha recortado la deuda pública, aunque lo cierto es que la situación económica de las administraciones locales es aquí, con algunas excepciones, algo mejor que en el resto del Estado: Si cada vizcaíno pusiera ahora mismo sobre la mesa 152 euros el déficit municipal de Bizkaia quedaría solventado, cuando el gasto medio por habitante requerido en el país para cerrar el débito ronda los 600.
A la hora de examinar cuan delicada es la situación económica de un ayuntamiento lo idóneo es calcular la deuda por habitante, el único baremo que permite equiparar el pasivo de localidades grandes y pequeñas. Este periódico visitó hace algunos meses los municipios que habían cerrado 2011 con los ratios de déficit más altos para saber el origen de sus males y, en la mayoría de los casos, las explicaciones coincidían. Las hipotecas contraídas en época de bonanza maniatan ahora a muchos gestores, que apenas se plantean nuevos proyectos. Manda la contención. Manda tanto que la deuda per cápita en Bizkaia se ha reducido a la mitad en seis años en 2006 era de 312 euros. ¿Por qué? Las administraciones locales siguen pagando los créditos contraídos antaño pero han abandonado la idea de afrontar nuevas obras ya que agravarían su situación. En los casos más extremos, casi ruinosa.
Ajustes y ajustes
El problema es que en algunos sitios ya hay apuros hasta para afrontar el gasto corriente. En Orduña, por ejemplo, no pueden arreglar carreteras, en Dima han limitado las brigadas de limpieza, en Alonsotegi han reducido la plantilla municipal y en Ziortza-Bolibar tienen problemas con el alumbrado. En todo caso, ajustes como los de Mañaria, donde la mayor inversión este año será la ampliación de dos aceras, van dando resultado. Seis de los municipios más endeudados de Bizkaia han reducido su debe durante 2012, pero los otros cuatro no levantan cabeza. Especialmente grave es la situación de los ayuntamientos de Errigoiti y Bakio, cuyo déficit, ya de por sí alto, se ha disparado un 103 y un 148% respectivamente.
Cabe precisar que el informe elaborado por el Gobierno central sólo habla de la deuda viva de los municipios: lo que deben a cajas y bancos por los préstamos firmados. Para tener la radiografía total, a estas cifras de déficit habría que añadir la cuantía de las facturas impagadas que muchas administraciones mantienen con proveedores, otro problema de magnitud que la Diputación pretende aliviar desde el pasado año con una línea de créditos tutelados. De momento, apenas siete municipios se han acogido a un plan por el que deben devolver el dinero en 10 ó 15 años pagando unos intereses cercanos al 5%. En este contexto de apreturas, los ayuntamientos más modestos miran con preocupación a su principal fuente de financiación, el fondo Udalkutxa. Es el dinero que les traspasa el Gobierno foral, un porcentaje de los ingresos que Hacienda percibe vía impuestos. La caída de la actividad lleva reduciendo su cuantía varios ejercicios, lo que disminuye, más si cabe, el margen de maniobra de los alcaldes. «Como llegue un imprevisto, que Dios nos coja confesados», reconocía uno recientemente.
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