Borrar
El Gordo de la Primitiva del domingo: comprobar resultados del 6 de abril
TRAGEDIA EN CARRIÓN DE LOS CONDES

Víctimas de la 'muerte dulce'

En España fallecen 125 personas al año a consecuencia del monóxido de carbono, que se genera por una mala combustión

MARÍA JOSÉ TOMÉ

Miércoles, 3 de abril 2013, 04:20

Su aspecto físico aporta la primera pista de la causa de su muerte. Según explican los forenses, las personas que fallecen por inhalación de monóxido de carbono (CO) suelen presentar una apariencia sonrosada y saludable, así como una expresión placentera, como si estuviesen dormidos. Así pues, la impresión descrita por Loli Trinidad al ver a sus vecinos tendidos en el suelo de su casa de Carrión de los Condes tiene una explicación científica: en realidad, ese buen aspecto se debe a la carboxihemoglobina, el signo externo de que su torrente sanguíneo se ha contaminado con el CO inspirado a través de los pulmones y ha dejado de transportar oxígeno. Un proceso letal que, en muchos casos, pasa desapercibido para la víctima, que entra progresivamente en un estado de sopor hasta que fallece. Es la temida 'muerte dulce'.

Aunque no hay datos exactos -estos casos suelen englobarse en el epígrafe general de 'intoxicaciones' o 'envenenamientos'-, se estima que más de 125 personas mueren cada año en España por culpa del 'asesino silencioso', como se ha dado en llamar poéticamente al gas generado por una deficiente combustión, mientras que varios miles resultan afectadas en mayor o menor medida. Se considera la segunda causa de muerte por intoxicación, sólo superada por el abuso de drogas. La proliferación de calderas individuales en lugar de colectivas explica en parte el incremento de casos detectado en la última década, pero sobre todo ha sido la crisis el factor que ha contribuido a disparar el número de víctimas: prescindir o demorar más de lo aconsejado las inspecciones periódicas de los sistemas de calefacción o utilizar aparatos en mal estado por falta de recursos son las tristes circunstancias que están detrás de muchos casos.

Como el de una familia de inmigrantes procedentes de Senegal y afincada en Pontevedra, cuyos cinco miembros acabaron en el hospital por envenenamiento con monóxido de carbono. Ante su precaria situación económica, optaron por improvisar tres braseros artesanales con sendas macetas en las que quemaban carbón de barbacoa. Un ingenio con el que calentar las frías noches del invierno gallego pero que casi les cuesta la vida, de no ser porque la hija mayor, de 20 años, se percató de que sus padres y hermanos sufrían mareos, taquicardias y desmayos y pudo dar la voz de alarma.

Sin síntomas de asfixia

Pero ¿qué es el monóxido de carbono? Todo material combustible, ya sea gas, carbón o madera, necesita para arder oxígeno. Pero cuando este no llega en cantidades suficientes, por un fallo en el proceso de quemado, la combustión es incompleta y se forma este peligroso gas. Es inoloro, inodoro, insípido y no irritante, y su presencia solo puede ser detectada por sensores específicos. Ahí reside su potencial mortal. De hecho, muchos de los afectados fallecen mientras duermen, sin ni siquiera percatarse de lo que está ocurriendo. Mueren por asfixia pero, paradójicamente, sin sensación de ahogo. Si están despiertos, las víctimas del CO suelen notar un ligero malestar, tan común como un dolor de cabeza que puede ir acompañado de algún vómito. Si lo confunden con una gripe o una molestia estomacal pasajera y optan por acostarse con la esperanza de recuperarse tras un sueño reparador, han firmado su sentencia de muerte: el siguiente paso es caer en un profundo sopor y, después, entran en coma y fallecen. Si tienen suerte y como le ocurrió a la familia de senegaleses, uno de los intoxicados sufre en menor medida los síntomas y se percata de que algo pasa, muy probablemente hayan conseguido salvar sus vidas. El tratamiento, en estos casos, pasa por una terapia de oxígeno puro en una cámara hiperbárica.

Desde que llegan los primeros días de frío, el goteo de afectados es una constante. Hasta la tragedia de Carrión de los Condes, la última víctima mortal del CO fue un trabajador portugués que fue encontrado sin vida en el piso de alquiler que compartía con otros dos compatriotas en Zaragoza. Al no ir a trabajar ninguno de ellos, su jefe se presentó en el domicilio y halló a los tres tendidos en el suelo, como les encontró a Jesús, Yolanda y Vicente sus vecinos. Sólo que en este caso dos de los empleados tuvieron más suerte y lograron salvar sus vidas. El "asesino silencioso" no pudo culminar su crimen.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo Víctimas de la 'muerte dulce'