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ISABEL IBÁÑEZ
Viernes, 5 de abril 2013, 13:24
Si a alguien no le gusta ver a esos niños palestinos muertos, que critique al gobierno israelí, que es quien los ha asesinado. Lo dice Samuel Aranda, uno de los dos ganadores españoles del prestigioso certamen de fotoperiodismo World Press Photo (WPP), en 2011. Esta sección, 37 grados, se estrenaba el 28 de noviembre del año pasado con el reportaje Los niños de Machado. Abordaba el debate sobre cómo gestionar las fotos que llegan a las redacciones de los periódicos mostrando a críos sin vida por culpa de conflictos. ¿Publicarlas como denuncia, a sabiendas de que habrá quien nos llame morbosos? ¿Censurarlas en aras de la sensibilidad del lector, condenando al olvido a éstas, sus protagonistas y el drama que ellos sí se ven obligados a ver cada día? Precisamente el pasado viernes, el World Press Photo, que nació en 1955, distinguía una imagen del sueco Paul Hansen: mostraba la multitudinaria despedida a dos niños palestinos muertos en Gaza, envueltos en sábanas blancas aunque con las caritas visibles, porteados por dos hombres que lloran y gritan de dolor y rabia. Son sus tíos, porque el misil israelí arrojado sobre la casa en la que vivían Suhaib Hijazi, de dos años, y su hermano mayor, Muhammad, también mató a su padre e hirió de gravedad a su madre.
Desde su nacimiento, 55 imágenes, más de medio centenar de instantes han merecido el reconocimiento de este concurso. En 18 de ellas, es decir, un tercio, hay niños, muchas veces muertos, uno de ellos siendo rescatado, ya cadáver, tras el accidente químico de Bhopal. Otros amortajados, como la de 1992, en brazos de su madre, en la Somalia del hambre, sola, descalza cargando con un paquete que apenas pesa en medio de un erial.
También se les puede ver en los instantes previos a la muerte, como Omaira, la niña que saltó a la fama por culpa de la erupción del volcán colombiano Nevado del Ruiz. Otros lloran la pérdida del padre, posan para la cámara con muletas que sustituyen a las piernas cercenadas por las minas antipersona en Angola, escapan de un ataque con napalm en Vietman e incluso empuñan armas.
También los muestran desnutridos; varias fotos ganadoras se centran en la contraposición de tamaños; manitas, piececitos abrazados por cuerpos adultos, incluso con otro color de piel, lo que hace el contraste aún mayor, como la imagen de un misionero blanco sujetando con cuidado la mano minúscula, arrugada, huesuda y negra de un pequeño víctima de la hambruna en Uganda.
Esta foto de Mike Wells es la elegida entre todas las ganadoras del World Press por el otro vencedor español (1981), Manuel Pérez Barriopedro: Representa el dramatismo y al mismo tiempo lo humano en Uganda. La aportación de Barriopedro no necesita mucha presentación, inmortalizó el instante en que Tejero, pistola en mano, atemoriza a los diputados en el Congreso, con Gutiérrez Mellado de pie entre guardias civiles armados. Lo del morbo es una opinión muy generalizada entre los lectores y un debate que siempre está de actualidad, pero, ¿qué opinión habría si esas imágenes no se publicaran? ¿Los lectores sabrían lo que realmente está ocurriendo? La misión del fotógrafo de prensa no es otra que plasmar la realidad de los hechos sin manipulación aunque, al mismo tiempo, somos humanos y sentimos el dolor de otros. Pero tenemos la obligación de ser notarios de la actualidad. Analizando su foto, la del 23-F, considera que el dramatismo en ella se adivina con solo echar un vistazo, no solo por las armas que portan los guardias civiles que hicieron uso de ellas, sino por lo que representa el hecho histórico de una España que salía de una dictadura y luchaba por conseguir unas libertades que estos señores querían abortar.
Samuel Aranda elige entre las ganadoras del concurso una imagen grabada a fuego en las retinas, la del hombre solo frente a los tanques en la plaza de Tiananmen (China).
Porque no solo se trata de niños. Entre las fotos que duelen también hay hombres quemándose a lo bonzo, madres llorando la pérdida de un marido, un hijo, aunque no se vean cadáveres, gentes huyendo de fuertes cargas policiales o la famosísima imagen de Eddi Adams, ganadora en 1968, del policía Nguyen Ngoc Loan a punto de ejecutar con su pistola a un supuesto miembro del Vietcong. ¿Por qué casi siempre se premia una imagen tan dramática? Desgraciadamente -responde Barriopedro-, nuestro mundo está plagado de hechos tristes y lamentables en los que siempre están presentes los menos culpables, pero es cierto que la misión del fotógrafo de prensa es precisamente la de transmitir los momentos en su justa realidad. Y son eso, hechos que cada vez y con mayor frecuencia ocurren. Lamentablemente las noticias e imágenes felices ocupan poco espacio en la prensa, pasan desapercibidas y pierden rápidamente actualidad.
Samuel Aranda no entiende las críticas que algunos hacen a las fotos distinguidas en este certamen (hay varias categorías que premian otro tipo de imágenes): El World Press Photo reconoce las mejores fotografías de prensa como dice su nombre, fotoperiodismo, no es un premio de fotografía creativa. Y el fotoperiodismo es eso, fotografía denuncia de situaciones dramáticas e injustas. Las fotos no son dramáticas, lo son las situaciones que fotografiamos. A él se suma Barriopedro: Creo muy importante este premio, representa no solo el reconocimiento a tantos y tantos fotógrafos que están trabajando en los diferentes conflictos bélicos también sirve para denunciar las injusticias y los dramas que estas guerras causan a víctimas inocentes. Por desgracia -añade Aranda-, los que trabajamos en el mundo árabe estamos acostumbrados a ser testigos de escenas como la de la imagen del WPP, mujeres sufriendo y cuidando de sus familiares, ya sea en funerales o heridos. Es algo común.
Al ganador de este concurso le tocan 10.000 euros, una cámara y eco mundial. Eso fue lo que consiguió Aranda captando el momento en el que Fatima acuna a su hijo Said, de 18 años, afectado por los gases lacrimógenos tras participar en una multitudinaria manifestación en Saná (Yemen) contra el gobierno del presidente Abdullah Saleh. El chico estuvo dos días en coma y posteriormente fue herido de nuevo en otras dos protestas: Nunca imaginé tener este reconocimiento, la verdad. Aunque el mejor regalo fue conocer a los protagonistas de la imagen, Fatima y Said. Es una imagen que muestra algo muy universal, el amor de madre, simplemente eso.
En 2003, el concurso premió la foto de Jean-Marc Bouju, que captó a un hombre iraquí en una base estadounidense para prisioneros de guerra en aquel país. Los militares norteamericanos permitierona su hijo de 4 años, aterrorizado por el modo en que su padre había sido capturado, que se acercara para que pudiera consolarle, y accedieron a quitarle las esposas, pero no retiraron la bolsa negra que cubría su cabeza. No hay cadáveres, no se ve llanto, no hay movimiento, pero la foto transmite angustia, la misma que debe sentir el padre que abraza a su hijo sin poder verle, la del niño asustado abrazado por su padre, al que no puede mirar a los ojos. ¿Qué ocurrió después? No se sabe qué pasó con ninguno de los dos, explica la web del certamen.
Ver todos los artículos de la serie 37 grados.
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