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Las nuevas Penélopes
Maternidad

Las nuevas Penélopes

La esposa del héroe Ulises da nombre a las cada vez más mujeres que deciden ser madres 'solteras', apremiadas por la edad y cansadas de esperar al hombre ideal

ISABEL IBÁÑEZ

Sábado, 26 de enero 2013, 17:14

Penélope era la mujer de Ulises, el héroe griego de La Odisea de Homero que marcha a la guerra de Troya y tarda veinte años en regresar a casa. Durante este tiempo, ella es asediada por más de cien pretendientes, pero se mantiene firme en la decisión de aguardar a su hombre. Hay varios finales; uno de ellos dice que cuando Ulises regresa tienen un segundo hijo, Poliportes (el primero es Telémaco). Pero hoy en día, algunas no confían en que después de tanto esperar y esperar a que aparezca el hombre ideal el cuerpo todavía sea capaz de concebir ese hijo que desean. Al parecer, las mujeres del siglo XXI suelen posponer la maternidad hasta tener una independencia económica y una carrera de la que estar orgullosas, y son cada vez más exigentes a la hora de buscar un compañero con el que compatir vida e hijos. Y esa búsqueda, que puede tardar muchos años en dar fruto, corre en contra de su reloj biológico. Vamos, que se les pasa el arroz, esa frase tan detestable que toda aquélla que se acerca a los 40 sin descendencia ha tenido que escuchar en más de una ocasión.

Por eso se le denomina síndrome de Penélope al que sufren mujeres que, agobiadas por estas circunstancias, deciden finalmente ser madres en solitario, ya sea mediante inseminación artificial si aún son fértiles, y si no, gracias a la donación de óvulos o incluso de embriones. También existe la posibilidad de la adopción; el caso de la actriz Charlize Theron, que a los 36 años y después de haber roto hacía uno con su pareja decidió seguir adelante en solitario con el proceso de adopción de su primer hijo, Jackson. El número de mujeres solas que recurren a inseminación artificial ha aumentado un 200% en el último lustro, según datos del Instituto Universitario Dexeus de Barcelona, aproximadamente el 35% de todas las que recurren a esta técnica (aunque aquí están incluidas una parte de mujeres homosexuales que, evidentemente, necesitan de la reproducción asistida sea cual sea su situación).

Ya se sabía que dos políticas del PP, Dolores de Cospedal (Madrid, 1965) y Alicia Sánchez Camacho (Barcelona, 1967), habían recurrido a la inseminación artificial para ser madres sin la ayuda de una pareja. La primera de ellas lo hizo con 40 años, después de su separación: «Mi decisión de tener un hijo ocurrió muchísimo más tarde, la tenía tomada desde antes, pero la fui demorando hasta que viniera, acaso, la persona adecuada. Pero ya dije: ¡no espero más, se acabó!», confesaba la número dos del PP al periodista de El País Juan Cruz en 2008. La segunda, presidenta del PP catalán, se sinceraba hace unas semanas con Ima Sanchís en una entrevista para La Vanguardia donde contaba todo el proceso al que se sometió cuando tenía 36 años: «Quería ser madre y ha sido lo mejor que he hecho en mi vida, aunque el camino haya sido muy duro. Lo hice sin que nadie lo supiera, ni familiares ni amigos. Fui al quirófano a sacarme los óvulos sola, la doctora no se lo podía creer (...) El tratamiento hormonal dura mucho y yo me sometí a él durante tres años...».

La última, que se sepa, ha sido la actriz Mónica Cruz, que proclamaba hace unos días en su blog su embarazo gracias a una inseminación artificial: «Aún no somos muy conscientes de que, por desgracia, tenemos un plazo muy corto para ser mamás. Con esto no quiero insinuar de ninguna manera que nos adelantemos a tener hijos o que lo hagamos a lo loco. Creo que esa es la decisión de la que más segura tiene que estar una mujer en toda su vida, se haga como se haga. Una mujer de 40 años es muy joven y se siente muy joven, pero lo de la maternidad va por otro lado, se mide con otro reloj que por desgracia no podemos controlar (...) Claro que existen mujeres que son mamás a una edad muy avanzada pero os aseguro que son unas privilegiadas. Es muy arriesgado esperar y esperar pensando que en el futuro serás madre sin problemas. Yo siempre lo he tenido claro: no me iba a arriesgar a esperar a que apareciera el compañero adecuado para cumplir mi sueño y que, cuando éste llegara, se me hubiera hecho tarde».

La edad de los ovarios

Esta opción está aumentando tanto que el pasado marzo se celebró en Turín el congreso El síndrome de Penélope, un hijo a partir de los 40 años (aunque se aplica también a mujeres adentradas en la treintena). Participó María Luisa López-Teijón, jefa de reproducción asistida del Institut Marquès de Barcelona, donde el 20% de las pacientes son singles (mujeres solas) que acaban asumiendo la maternidad en solitario. «Éste es un fenómeno social que se está dando en todos los países occidentales. Acaban sus estudios, emprenden una carrera, alcanzan un estatus económico y quieren una pareja estable para, con todo esto, poder ofrecer a su hijo lo mejor explica López-Teijón. Pero para cuando se dan cuenta su fertilidad ha ido a menos». Dice que psicológicamente vienen «decididas y resignadas. Incluso hay algunas que, pasados los 35 quieren vitrificar (congelar) sus óvulos para retrasar aún más la maternidad, pero eso sólo se hace cuando son menores de esa edad y los óvulos están en mejor estado».

La edad media de las pacientes que acuden buscando ayuda médica se sitúa ya en los 37 años. Al llegar se les hace un análisis de reserva ovárica para conocer la edad de sus ovarios, que a veces coincide con la del DNI y otras veces no. Puede haber una diferencia de 3 años arriba o abajo y se consigue con dos análisis de sangre. Con los resultados en la mano se sabrá si vale con una inseminación o si hay que recurrir a una donación de óvulos o incluso de embriones congelados de parejas que ya han decidido que no van a tener más descendientes.

«No es tiempo de hijos»

Félix López, catedrático de Psicología de la Sexualidad de la Universidad de Salamanca, considera que este fenómeno se está produciendo porque «la situación no invita a sentirse seguro económicamente y la gente espera hasta estarlo para tener un hijo». Señala también que hombres y mujeres reivindican su derecho a pasárselo bien y piensan que con un hijo no es posible, así que lo retrasan. «Además, las mujeres se han vuelto más exigentes a la hora de buscarse un compañero, que ha de ser amigo, buen amante, mejor padre y un montón de cosas más. No hace mucho tiempo se decía que si no bebía, no te pegaba y era trabajador, bastaba. Y hemos pasado de que lo bien visto era tener muchos hijos a que si alguien dice que tiene más de dos ya le miran raro». Por último, López considera que el compromiso se valora menos que nunca, primando el deseo y la amistad, lo que contribuye también a retrasar la paternidad, «que exige un compromiso fuerte».

Así las cosas, hemos creado, señala el catedrático, una sociedad de soledades, sin vínculos, y donde se acaba sufriendo por ello. «Cuidamos poco de los demás y se nos pasa la vida y nos encontramos solos, con lo que de repente nos damos cuenta de que necesitamos un hijo por encima de todo y se nos está haciendo muy tarde», añade .

López quiere tranquilizar a las mujeres que deciden ser madres en solitario: «Psicológicamente, el apego del niño a un adulto es muy importante para su desarrollo, pero basta con uno solo. Aun así, cuantas más personas tenga a su alrededor, mejor, pero puede ser una abuela o una buena amiga». Sí le gustaría, sin embargo, hacer una crítica a nuestra sociedad en general, «para nada a las mujeres que se encuentran en esta situación. Una sociedad que no favorece que las mujeres puedan tener niños antes es una sociedad que está muy mal pensada y organizada, sólo en función del trabajo y el consumo. No son tiempos para hijos», sentencia.

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