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Los geyperman se hicieron famosos en los años 80.
¡Geypermaaaaaan!
Los muñecos barbudos

¡Geypermaaaaaan!

Muere a los 94 años el creador de los Geyperman, el juguete articulado de una generación

AITOR ALONSO

Martes, 28 de febrero 2012, 18:54

Si usted tiene entre 30 y 45 años, lo más probable es que parte de su infancia estuviera marcada por un Geyperman. Seguramente barbudo, con ese pelo ralo (flocado, en el argot técnico), vestido de aventurero o de soldado de alguna parte del mundo; y con un jersey de lana de cuello vuelto característico del mejor y más famoso juguete articulado que se ha comercializado en España. Parece que estuvieron ahí toda nuestra infancia, pero no fue así. Los Geyperman se fabricaron sólo durante siete años, de 1975 a 1982, aunque en épocas recientes, ya en el siglo XXI, regresaron tímidamente a un mercado infantil que ya había cambiado demasiado para ellos. Lo hicieron, además, de la mano de la firma bilbaína Bizak, que aún mantiene los derechos de distribución y ha puesto a la venta algunas piezas para coleccionistas.

Los Geyperman están de luto. El domingo murió su creador, el empresario Antonio Pérez Sánchez, fundador de la empresa juguetera Geyper, también famosa por sus Juegos Reunidos o por los walki-talkies que hicieron las delicias de muchos niños de los 70 y 80. Hasta los madelman, sus principales competidores y predecesores en el mercado español, más enclenques, mucho más pequeños (13 centímetros menos) y menos articulados, les presentaron sus respetos. Pérez Sánchez fue un hombre adelantado a su tiempo en la industria juguetera española, aunque quizá sea un exceso llamarle creador de estas figuras. Fue más bien un adaptador de un concepto que funcionó desde los años 60 en Estados Unidos (con los GI Joe, las figuras articuladas pioneras) y con los Madelman en España, cuyos autores también se fijaron en lo que se hacía en América y lo arrastraron a los hogares españoles.

En ninguno de los casos lo tuvieron fácil. Los muñecos de ese tamaño estaban concebidos como juguetes para niñas, de manera que sólo había una forma de convertirlos en un producto masculino: vestirlos de soldados y suministrar todo un catálogo de complementos para guerrear. Fuera con los Madelman o con los Geyperman, los niños españoles libraron batallas en solares deshabitados, soñaron con explorar otros continentes, con viajar al espacio o al lejano oeste. Fueron éstas las líneas de producción más habituales de los muñecos articulados, cada una con sus traje característico y su parafernalia. Y siempre, en el caso de las creaciones de Pérez Sánchez, con sus combinaciones identitarias: blancos y negros, con y sin barba, con ojos azules u oscuros. Y cada vez, en cada revisión de diseño, más musculosos y de cuerpos más perfectos.

La fuente de los Geyperman se secó arrancados los años 80. Eran caros para la época, más de mil pesetas por unidad, el doble que un Madelman, lo que explica su corto reinado. En 1982 se cesó la producción arrastrados por la crisis global y del petróleo que convirtió en muy costosos de producir aquellos productos con el plástico como materia prima, y también por la aparición de los primeros entretenimientos electrónicos. Cayeron en el olvido hasta que renacieron por dos vías. Una, por la de los coleccionistas y nostálgicos, que han convertido a los muñecos en productos de culto que se intercambian o se compran por Internet con precios, a veces, notoriamente elevados. Por otra, por los esfuerzos de la firma vasca Bizak, que trató de conquistar a otra generación ya en el siglo XXI y fabricó nuevas series durante varios años, además de tiradas para coleccionistas. Pero lo tiempos han cambiado y la forma de jugar de los niños, también.

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