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LORENA GIL
Sábado, 30 de abril 2011, 16:11
El empresario vizcaíno Ricardo Benedí ha acogido con cautela y desconfianza la decisión de ETA de «cancelar» la extorsión. «Creo que dejará de mandar cartas, pero mi duda es: ¿Hasta cuándo?», sostiene. El chantaje a los industriales vascos y navarros ha sido una constante, hasta el punto de que los terroristas han llegado a reclamar cantidades que rondaban los 300.000 euros por el denominado entre sus filas como impuesto revolucionario. Si bien es cierto que en treguas anteriores la banda no había cerrado la puerta de la extorsión, tantos años de amenazas han alimentado el escepticismo. Los empresarios, como el resto de la sociedad, esperan que este último anuncio de alto el fuego adquiera por fin el carácter de definitivo. «ETA no tiene nada que decirnos, lo que debe hacer es abandonar de una vez por todas las armas y enseñar dónde las guarda», expresa.
Nacido en 1948 en Bilbao, Benedí estudió Ciencias Físicas. Industrial «de segunda generación», irrumpió en 1975 en la empresa familiar, nacida treinta años antes, y vislumbró para ella un nuevo horizonte. Elecqui dejaría los aislantes eléctricos y aprovecharía dos pedidos de Mercedes para pasarse a la transformación de plásticos reforzados. Así se gestó el Grupo Industrial Benedí, considerada una de las mejores empresas europeas del sector. Elaboraba desde paneles publicitarios de las estaciones de servicio de Shell hasta piezas para tractores y camiones o aislantes térmicos para la flota vasca de atuneros.
Estos méritos llevaron al industrial, padre de cinco hijos, a ser reconocido en 2004 como mejor empresario vasco, pero también le colocaron en el radar de ETA. Ricardo Benedí sabe muy bien lo que es vivir bajo la amenaza de los terroristas. Por eso, le «indigna» que la banda «se permita el lujo», a través de las cartas enviadas esta semana a Confebask y a la patronal navarra, de trasladar a los empresarios el mensaje de «tranquilos, ya no voy a crear más sufrimiento a vuestras familias», censura tajante.
Entre 2005 y 2007, Benedí recibió cinco cartas de extorsión de ETA. La última, a nombre de su mujer y con uno de sus hijos como falso remitente. No era la primera misiva de estas características. En ellas, los terroristas le exigían el pago de 138.000 euros para «contribuir a la prosperidad de Euskal Herria». «Nunca pagué y nunca me fui de aquí, es mi tierra», subraya.
Ricardo habla a cara descubierta. Es de los pocos empresarios que denunció públicamente estar siendo objeto de chantaje por parte de ETA y advirtió de que no sucumbiría a las amenazas. «Cuando recibí las dos primeras cartas me quedé callado, pero con la tercera decidí romper mi silencio», explica. A día de hoy se desconoce el número de industriales que han sido víctimas del aparato de extorsión de la banda. Son muchos, demasiados, los que no pudieron soportar la presión de vivir bajo una amenaza constante y abandonaron Euskadi. Los terroristas han asesinado a 38 empresarios y han llevado a cabo 48 secuestros. La última víctima de este sector fue el industrial azpeitiarra Inaxio Uria, tiroteado en su pueblo natal por su vinculación con las obras del TAV.
Recuperar la libertad
Benedí presentó en 2008 suspensión de pagos en sus empresas. Dos años después y dada la apuesta de Interior por ir rebajando las medidas de seguridad, dejó de llevar escolta. «Empecé a volver a vivir sin la necesidad de ir acompañado a todas partes», apunta. Pero esa libertad apenas le duró seis meses. La desarticulación el pasado mes de marzo del comando Otazua de ETA le colocó de nuevo en situación de riesgo. Entre la documentación incautada a los terroristas se encontró un escrito con su nombre, junto a la palabra «ejecutable», revela.
El fin de la extorsión es considerado por algunos como el termómetro para medir las verdaderas intenciones de la banda tras el anuncio de alto el fuego, pero este empresario vizcaíno, en la actualidad vicepresidente del Foro Ermua, no lo ve de la misma manera. Los antecedentes pesan, y mucho. Reconoce que habrá industriales que se sientan «aliviados» por el comunicado de ETA, si bien advierte de la necesidad de coger con pinzas este último movimiento de la organización.
Benedí no duda de que los terroristas han dejado de enviar cartas. Ahora bien, desconfía de que el carácter del anuncio sea «permanente», así como del «objetivo» del mismo. «Me da la sensación de que ETA ha dado este paso para ablandar corazones con una meta en la cabeza: lograr que Bildu esté en las elecciones», considera. Este golpe de efecto se produce en plena impugnación de las listas de la coalición entre EA, Alternatiba e independientes de la izquierda abertzale. «¿Qué hará ETA si las dos líneas principales para sufragarse son la extorsión a empresarios y su presencia institucional?», se pregunta Benedí.
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