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Hubo quien quiso llevarse casi toda la colección. Lanvin es la firma del momento. / Mireya López
'Lanvinmanía' en Bilbao
COMERCIO

'Lanvinmanía' en Bilbao

Cientos de personas hicieron cola en H&M desde las 6.30 horas para adquirir la colección de la firma gala de alta costura

LUIS GÓMEZ

Miércoles, 24 de noviembre 2010, 08:14

'Lanvinmanía': excitación que Alber Elbaz, el director artístico de la casa de alta costura más antigua de Francia, ha provocado con su colección para H&M. Bilbao se rindió ayer a un fenómeno que recorre el mundo de la moda y al que han caído rendidas todo tipo de clientas. Celebrities como Sofia Coppola y Andie McDowell, a las que se ha visto en Nueva York tirando de camisetas de 19,95 euros, y mujeres, como la bilbaína Marta Cimarra, que ni por asomo podían imaginarse que lucirían algún día un lanvin. «¡Ya me gustaría tener uno auténtico!», expresó.

La firma más deseada del momento generó una enorme expectación en la tienda de la Plaza Moyua. A las seis y media de la mañana se formaron las primeras colas. La tienda abrió sus puertas hora y media después, cuando muchos empleados enfilaban a sus oficinas. Las clientas llegaron de todos los puntos de Vizcaya. Pero la fama de este modisto traspasa fronteras territoriales. Por la GranVía bilbaína, con caras aún de mucho sueño, aguardaban Amelia País y Charo Alanís, de Santander «los zapatos de Alber nos vuelven locas», señalaron, la donostiarra Amelia Machinbarrena o las abogadas getxotarras Joana Infante y Virginia Luengo, a las que no les importó pegarse semejante madrugón: «Nos hemos levantado a las cinco, pero Alber es t-a-n d-i-s-t-i-n-t-o a los demás». La escaparatista Luisa Riancho se entusiasmó echando un vistazo a los maniquíes. «Tiene tanto glamour», remarcó.

En juego estaban los vestidos de tul y volantes que Elbaz ha elevado al sanctasanctórum del diseño de lujo. Las piezas de cóctel de colores chillones amarillos, rojos, rosas chicles... y cortes simétricos. También los conjuntos de estampados plagados de drapeados, los abrigos de satén de 129 euros, los top palabra de honor y piezas de reminiscencia infantil rematadas con enormes lazadas y pespuntes aparentemente imperfectos asomando por las costuras de las prendas. Da igual. Alber vive en estado de gracia y convierte en oro todo lo que cose.

En previsión de que las expectativas superaran las previsiones, H&M colocó a las clientas pulseras para organizar la entrada a la tienda en turnos de 20 personas y evitar aglomeraciones de otros años cuando la firma sueca democratizó el lujo con sus colaboraciones conCavalli, Lagerfeld o Jimmy Choo. Para evitar las reventas de las prendas, limitaron la compra a una pieza de cada modelo. Las clientas sólo dispusieron de 20 minutos para elegir. La de ayer era una carrera contrarreloj. Cinco minutos antes de expirar su tiempo, el dependiente Rubén Plaza les iba advirtiendo a golpe de campanilla que debían darse prisa para dar paso al siguiente turno. H&Mparecía ayer un supermercado.Algunas tuvieron que esperar cinco horas antes de darles la vez. No así el estilista Daniel Lozano y el estudiante de Químicas Iker Berasaluce, ya que en la sección de hombres no hubo agobios. «Nos encanta el rollo que lleva este modisto.Somos muy fans de su moda».

Todos acabaron encantados ayer. Por supuesto, H&M, que liquidó «prácticamente» toda la colección. Tan solo quedaron colgados de las perchas algunos vestidos de tul. «Son tan especiales», justificó un portavoz de la compañía sueca. Igual que Lanvin.

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