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DAVID GUADILLA
Viernes, 29 de enero 2010, 09:02
Horas antes del encuentro que celebrará hoy en Ajuria Enea con el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, el lehendakari comprobó ayer en primera persona en qué punto se encuentra la relación entre su Gobierno y el principal partido de la oposición. Y por lo visto en el Parlamento, roza la congelación. Patxi López y Joseba Egibar se enzarzaron en un agrio debate a cara de perro en el que apenas hubo nexos de unión y en el que el portavoz jeltzale en la Cámara acusó al jefe del Ejecutivo de intentar diluir la singularidad vasca al negar la existencia de diferentes «identidades nacionales». «Somos como las truchas de piscifactoría, que todas se alimentan con pienso compuesto, por tanto todas saben igual», sostuvo Egibar.
El intenso debate, que se prolongó durante casi dos horas y media, se produjo durante la comparecencia del lehendakari en la Diputación Permanente del Parlamento, que sólo funciona en los periodos inhábiles de la Cámara -enero lo es- y que está compuesta por 23 parlamentarios. Es la primera vez en la historia que un inquilino de Ajuria Enea toma la palabra en este órgano, donde ayer se escenificó una versión reducida de un pleno de política general.
López acudió a petición del PNV y Aralar para explicar el «contrato social» que había presentado hace dos semanas a los altos cargos de su Gobierno. Una propuesta que incluye varias iniciativas que su Gabinete quiere poner en marcha a lo largo de este año, y que ha recibido duras críticas por parte de las formaciones nacionalistas, que acusan a López, entre otras muchas cosas, de falta de concreción.
Fue un debate que por momentos circuló por dos carriles paralelos. López intentó centrarlo en su iniciativa. Leyó un resumen de lo que había presentado a los miembros de su equipo y defendió su legitimidad por no haberlo hecho hasta ayer en la sede del Legislativo. «Fue un acto ordinario de Gobierno; una reunión de trabajo», se excusó el lehendakari, quien, en todo caso, mostró su «absoluto respeto» por el Parlamento.
Pero la portavoz de Aralar, Aintzane Ezenarro, ya le dejó claro desde el primer momento que no le iba a valer con repetir lo dicho hace dos semanas. «Quiero que responda a las dudas que tenemos», planteó la representante de la izquierda abertzale, quien acusó al lehendakari se estar metido en una «huida hacia adelante» y de «descalificar» a la sociedad vasca por decir que todavía no ha entendido las ventajas de su llegada al Gobierno. Una cuestión que intentó aclarar López en su turno de réplica, unas explicaciones que, en cierta medida, fueron aceptadas por Ezenarro, quien se quedó sin saber cuándo pondrá en marcha el lehendakari una ronda de contactos para reformar el Estatuto.
Pero si el debate con la portavoz de Aralar se centró en su mayor parte en cuestiones como la lucha contra el paro, la fiscalidad o en la polémica por la transferencia de las políticas activas de empleo, el de Egibar discurrió por otros derroteros. El representante del PNV también le inquirió por el supuesto exceso de deuda contraída por López desde su llegada a Ajuria Enea, pero el eje del enfrentamiento fue otro: la cuestión «nacional».
Operación de desalojo
Para empezar, Egibar preguntó al lehendakari si la «identidad vasca y la española» viven en igualdad de condiciones. Ante el argumento del lehendakari de que en Euskadi no existen sólo dos, sino «dos millones y medio de identidades», el dirigente jeltzale insistió en que existen identidades «colectivas» y habló de «nacionales vascos» y «nacionales españoles». Asimismo, aseguró que hay momentos en los que López parece un «enviado especial de la ONU» y que su llegada al Gobierno forma parte de una «operación política de desalojo» del nacionalismo de las instituciones.
En esta misma línea, sostuvo que, para López, la identidad española puede ser «querida», pero es «impuesta para mi persona». Egibar instó al lehendakari a comprender que la sociedad vasca no es un «sujeto a transformar, sino a respetar», y de forma implícita acusó a los socialistas de querer uniformar a los vascos como a las «truchas de piscifactoría».
La respuesta del lehendakari llegó poco después. Insistió en que su objetivo no es enfrentar «un modelo identitario a otro» porque quiere un «país abierto y sin trincheras» y rechazó los planteamientos de Egibar porque generan «fractura» en la sociedad. Además, acusó al burukide de diferenciar entre «nacionales y ciudadanos». «Es la ciudadanía la que da derechos, no la identidad», sostuvo el jefe del Ejecutivo, quien también se refirió a la transferencia de las políticas activas de empleo. Dijo que las seguirá negociando y acusó al PNV de vetar su traspaso.
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