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XABIER IRAZABAL BASABE
Domingo, 10 de enero 2010, 04:10
EEn Busturialdea tenemos un sentimiento muy fuerte de pertenencia a nuestra comarca. Desde hace unos años nuestra zona es también conocida como Urdaibai, aunque sus delimitaciones territoriales no coincidan exactamente. Para nosotros existe un allí y un aquí más allá de Autzagane y Sollube. Un sentimiento y una conciencia que se han forjado durante generaciones, siglos, y siguen vigentes con un orgullo que nos empapa por ser de Busturialdea.
En Busturialdea, como tarro de las esencias, se guardan muchos de los intangibles que conforman el ser de los vascos: el arraigo a nuestra tierra, nuestro idioma, el caserío, la mar, los fueros y el Árbol de Gernika. Busturialdea-Urdaibai es mucho más que bellos paisajes, campas verdes, marismas únicas en Europa, paseos junto a la ría que sube y baja cada seis horas hasta las entrañas de su territorio. Hace 25-30 años, cuando yo era un niño, ésta era una comarca rica, viva, tenía uno de los mayores niveles de vida de Bizkaia y había trabajo para casi todos. Había fábricas y obreros, la gente de Bermeo hacía mucho dinero en la mar y luego lo gastaba en el comercio, en los restaurantes y bares de Gernika, que eran de los de mayor calidad de todo Bizkaia. También había problemas, ¡cómo no!, pero la nuestra era una comarca agraciada. Pero alguien se durmió en los laureles. Las fábricas empezaron a cerrar, la mar se agotaba, los restaurantes, los bares, el comercio languidecían, la comarca se moría. ¿Y las instituciones? Dormían placenteras y alimentadas por mayorías indiscutibles. ¿Para qué cambiar?
Pasaban los años y pese a la situación había algo que a los de Busturialdea nunca nos fallaba, nuestra tierra y nuestro paisaje. Mientras tanto, una ley del Parlamento vasco, nuestro Parlamento, venía a proteger todo eso que nosotros tanto queríamos. Esa ley la firmó alguien que posteriormente la incumplió y eso nos dolió de verdad. Se ha criticado mucho esa ley o su desarrollo, y es verdad que ha sido, como todo, mejorable, pero no es menos cierto que ha impedido que nuestra comarca haya sido más víctima aún de la especulación urbanística de los últimos quince años. Esa ley nos salvó, salvó nuestro territorio y nos salvó a nosotros.
Pasaron los años y el enfermo entró en coma, la comarca se hundía, el motor ya no arrancaba, no quedaba otra que cambiar de motor. Pero todavía había gente que decía: 'Bueno, ya pasará. ¿Para qué cambiar?'. Hasta que un día se perdió el símbolo, se perdió Gernika. ¿Cómo era posible? Se había vuelto loca la gente, ¿o qué? Eso no entraba en el guión. Algo había que hacer. Rápido y que fuera potente. «Tengo 100 millones para hacer un nuevo Guggenheim en Urdaibai», dijo. «¿Me han oído bien? He dicho cien millones de euros», ante la indiferencia de los periodistas presentes. Pasó de cero a cien en cinco segundos. Todo un record. Nadie sabía nada de ese proyecto: ni las Juntas Generales de Bizkaia, ni los ayuntamientos, ni el Gobierno vasco. Pero no importa, es bueno para la comarca y punto. Se va a hacer un Guggenheim en Urdaibai y además será donde yo digo. Sorpresa, ilusión, incredulidad y un puntito de rabia corrieron por la venas de las gentes de Busturialdea al ver que por fin alguien se había dado cuenta de que esta comarca no sólo debía servir como 'pueblo souvenir' a donde acercarse cada campaña electoral a sacarse una fotito y marchar para Bilbao después de una buena comida. Se habían movido los cimientos y eso no era admisible. Había que cambiar, ahora, había que cambiar.
Será lo nunca visto, creará cientos, miles de empleos, millones en inversión, vendrán turistas franceses, americanos, suizos, australianos. sólo faltaba Mr. Marshall. Será un referente mundial. Que nadie lo discuta, y al que se le ocurra dudar de eso será un mal vasco. ¡Ya! Entonces, pasó el tiempo, y muchos nos preguntamos: ¿Después de 25 años de sequía, lo normal en un país democrático no sería analizar las cosas entre todos? ¿Ver las distintas opciones? ¿Oír a los municipios que se dice se van a rescatar? ¿Preguntarse por qué las obras de los accesos a la comarca, tan importantes para su revitalización, se demoran sine die? ¿Ponderar los pros y contras de los distintos proyectos que pudieran plantearse, de forma que tengan el menor impacto medioambiental posible y el mayor rendimiento económico? Y finalmente, decidir. Así pensamos muchos habitantes de Busturiladea. Pero algo falla en nuestro sistema si todo esto sólo vale para la teoría, porque luego la realidad es muy distinta. 'Se hará y punto, y se hará aquí'.
Recientemente, el Ayuntamiento de Gernika-Lumo ha hecho público un proyecto para reordenar y regenerar 100.000 m2 de suelo ya industrial con el mismo objetivo de revitalizar Busturialdea mediante la instalación de un centro socio-cultural de generación de cultura, un centro de la Memoria Histórica situado sobre un refugio del bombardeo de Gernika, un centro superior de FP en materias medioambientales, un vivero de empresas y más de 80.000 m2 para empresas innovadoras en materias relacionadas con el medio ambiente y la eficiencia energética. Este proyecto es complementario al Polígono comarcal de Muxika. La propia Diputación es propietaria de más de 22.000 m2 de ese suelo industrial de Gernika y junto con los más de 30.000 m2 propiedad del Ayuntamiento se podría dar un impulso muy importante a la comarca con un altísimo rendimiento económico y con un impacto medioambiental infinitamente menor.
No descartemos o ignoremos otros proyectos interesantes por no ser propios o provenir de otro partido, otro gobierno u otros agentes. La política en Euskadi debe empezar a funcionar más por los intereses del pueblo que por los intereses partidistas. Pero como creo que el nuestro es un país democrático y las instituciones están para ayudar y hacer en favor de la gente, a los dirigentes de las distintas instituciones que nos gobiernan sólo les voy a pedir tres cosas: 1) humildad y objetividad; 2) que piensen que estas decisiones determinarán nuestro futuro; y 3) que, por favor, atiendan a lo que Busturialdea-Urdaibai y sus gentes quieren.
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