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FRANCISCO GÓNGORA p.gongora@diario-elcorreo.com
Domingo, 10 de enero 2010, 11:28
Qué tienen en común el Pórtico de la Gloria de Santiago, la colegiata de El Salvador de Sevilla, el Mercat del Born de Barcelona, una misión jesuítica en Uruguay, la iglesia de San José de Puerto Rico, la necrópolis de Maspalomas en Canarias o la catedral de León? Además de su belleza, su singularidad de obras únicas y de su importancia histórica, todos estos monumentos han copiado el modelo de gestión y divulgación de la rehabilitación de la catedral de Santa María de Vitoria. La capital alavesa no sólo exporta coches, cartas, vino o máquinas, también ha lanzado al mundo ideas con éxito, lemas que han dado la vuelta al globo y un estilo único de cómo afrontar la conservación del patrimonio.
Hasta 44 proyectos de restauración de gran envergadura en tres continentes diferentes han fijado sus ojos en la labor de la Fundación Santa María y han imitado su filosofía. Basta asomarse a internet y poner el lema de 'abierto por obras', registrado en 2005 como una marca, para darse cuenta de cómo ha calado entre autoridades culturales, arquitectos e historiadores la feliz idea de mostrar el proceso de recuperación en el tiempo.
Hace justamente diez años, los visitantes de Vitoria trataban de desentrañar en las calles de su casco medieval, en sus iglesias góticas y sus parques, en los pinchos de sus bares y en la calidad de vida de su urbanismo, las señas de identidad de la ciudad. La catedral de Santa María estaba cerrada desde 1994 por riesgo de desplome y ni siquiera formaba parte de los circuitos turísticos. Un excelente equipo de setenta expertos dirigido por el triunvirato formado por el arquitecto Juan Ignacio Lasagabaster, el arqueólogo Agustín Azkarate y su método novedoso de la arqueología de la arquitectura y, posteriormente, el experto en gestión urbanística Gonzalo Arroita, le dio la vuelta completa a esta situación y convirtió el viejo templo enfermo y olvidado en un espectáculo turístico con 100.000 visitas al año. Antes de su reapertura, en 1999, había habido seis años de un trabajo colosal en la sombra para elaborar el plan director.
«Cuando hicimos las primeras catas, los arqueólogos no podían ni comerse un bocadillo con tranquilidad. Había gente que quería ver cómo trabajaban. En realidad, el 'Abierto por obras' lo ha creado la gente con su interés y su curiosidad. Aquí han pasado reyes, premios Nobel, escritores, actores y diseñadores de moda, pero lo más extraordinario de todo ha sido ver a los propios vitorianos enseñando los andamios a sus amigos diciendo: 'Aquí vamos a poner' en primera persona. Ese apoderamiento, esa identificación con el proyecto, ese vínculo emocional es lo que fascina a los visitantes», explica el gerente-arquitecto de la fundación, Juan Ignacio Lasagabaster.
«Libro de historia»
Y esas claves fundamentales de la rehabilitación de una catedral como lugar de encuentro de los ciudadanos -«como el libro de historia de la ciudad», tal y como lo definió José Saramago, o su impacto para regenerar un barrio degradado- es lo que ha enamorado a propios y extraños, como Enrique Gallicchio, sociólogo uruguayo y representante de la Unesco en ese país. En Vitoria encontró el modelo que andaba buscando para desarrollar el proyecto de restauración y puesta en valor de La Calera de las Huérfanas, una misión productiva de los jesuitas en el Río de la Plata. Concretamente, en Colonia Sacramento, a medio camino entre Buenos Aires y Montevideo. Esa manera de contar los vínculos de un lugar con la propia historia del país y poder palpar el proceso de restauración son grandes ideas maduradas en la catedral de Vitoria.
«Hay otras formas de gestionar el patrimonio con planes de expertos, con las puerta del monumento cerradas, pero ahí han descubierto que no sólo importa el resultado final, sino cómo se llega», cuenta Gallicchio, que conoce personalmente la capital vasca y se ha traído de visita a alcaldes y concejales de la zona.
Precisamente, la Unesco ha hecho del modelo vitoriano un ejemplo a seguir en Sudamérica y países como Cuba, Perú, Uruguay y Puerto Rico han aprobado proyectos inspirados en el plan director de Santa María. Destaca, entre otros, el premio Gubbio a un proyecto de restauración de un palacio del siglo XVII de La Habana, dirigido por los arquitectos Juan Adrián Bueno y Ángel Morua, con fondos del Ayuntamiento de Vitoria.
Pero es a lo largo y ancho de la península Ibérica donde los planes de restauración se fijan cada vez más como en un espejo en Santa María. Uno de los último planes es la restauración del Pórtico de la Gloria, en la catedral de Santiago de Compostela, en medio de la vorágine del Xacobeo. Los andamios, los cascos de obras, las visitas guiadas, el diálogo con los restauradores, todo recuerda a Vitoria, incluso la empresa de guías, Eulen. «Formo parte del equipo científico que interviene en el monumento -afirma Juan Ignacio Lasagabaster- y voy allí cada tres meses. Se trata de la obra escultórica cumbre del románico».
El éxito del modelo vitoriano en la gestión del patrimonio tuvo su mejor reflejo en las palabras del cardenal Carlos Amigo, ex arzbispo de Sevilla. Con motivo de la restauración de la colegiata de El Salvador interrumpió a Gonzalo Arroita en plena rueda de prensa para decir: «Nosotros lo que hacemos es copiar a Vitoria. Cuando se imita algo bueno no hay que tener empacho en reconocerlo».
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