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POLÍTICA

Frustración en Lakua

La consejería de Empleo, CC OO y UGT ven cómo un pacto secreto tumba la posibilidad de una transferencia el 1 de enero, «que sí era posible»

JOSÉ V. MERINO

Miércoles, 25 de noviembre 2009, 03:43

«Nos han pillado en medio», entre las «necesidades» de Zapatero para no sucumbir a las andanadas de la oposición «y el objetivo del PNV, que no es España sino Euskadi». Así se sienten estos días en el Departamento de Empleo que dirige la socialista Gemma Zabaleta.

¿Por qué? La respuesta es sencilla. Un centenar de personas trabajan «duro» desde hace semanas para que el próximo 1 de enero Euskadi pudiera asumir las políticas activas de empleo, la primera transferencia de la 'era López' y simbólica porque lleva 20 años en discusión y Euskadi es, con Ceuta y Melilla, la única comunidad que no gestiona una competencia clave en momentos de recesión. Una carencia grave cuando la crisis ya ha colocado a 125.000 vascos en la oficina del paro. Pero esa fecha, el primer día de 2010, es una entelequia, tras descubrirse un acuerdo secreto entre Zapatero y los jeltzales del que el Gobierno vasco empezó a tener rumores hace «diez días», un mes después de firmarse y que retrasa el traspaso al menos hasta septiembre.

¿Y habría sido posible llegar al 1 de enero si no se entromete ese pacto? «Sí», explican en Empleo, aunque «con las lógicas dificultades de algo tan complejo». Es, apostillan, «como cuando te cambias de casa y el primer día no funciona el microondas, no hay cortinas y en el salón sólo tienes algunos muebles, pero la realidad es que te has cambiado de casa, que es tuya y que es nueva».

Esa «nueva casa» se llamará Lanbide, el Inem vasco, un organismo con 600 empleados -de ellos 475 transferidos- encargado de gestionar las polémicas políticas activas. Y el Gobierno vasco ya lo ha habilitado, a través de los Presupuestos de 2010. Es decir, ha puesto «la pista de aterrizaje de la transferencia», que luego se completará con la prevista Ley de Empleo.

El «papelón»

El problema, descubierto ahora, es que «hemos cumplido al poner la pista, pero si el Gobierno de España no manda el avión, no hay avión». ¿Para cuándo se le espera? «Estamos a verlas venir». Pueden pasar meses, e incluso años, hasta que el PNV levante el pie y libere a Zapatero del veto que él ha firmado y que en tan delicada situación ha colocado al lehendakari, porque, de hecho, los nacionalistas han ligado la transferencia al debate presupuestario en Madrid, que se reproduce otoño tras otoño.

La consejería prefiere cargar en el PNV la culpa de lo sucedido, aunque no puede obviar que quien ha dado el 'ok' ha sido el inquilino de La Moncloa y que el «Gobierno de España» está ante un «papelón». «Sí, es cierto, pero inducido por los peneuvistas, que han retrasado el traspaso porque sí. Sin explicaciones. Al final, el presidente estaba entre la espada y la pared. Pero tener Lanbide es tan necesario...».

Ahora, desde un sentimiento de «frustración» y a la vez de «alivio» por las palabras «contundentes» de Patxi López de ayer, sólo les queda «trabajar con el mismo esfuerzo y dedicación» y con la esperanza de que pase pronto este regusto amargo. «En unos meses, todo puede cambiar», confían, aún un tanto desarbolados.

A CC OO y UGT, los dos sindicatos que se han venido reuniendo en la 'sala de máquinas' con el Ejecutivo de Vitoria para 'peinar' la transferencia, la noticia también les ha cogido con el pie cambiado. Ambos dejan de lado su crítica a la fórmula escogida por Zabaleta para el nuevo Lanbide -un ente público de derecho privado, porque prefieren un organismo autónomo- y se centran en el núcleo del problema, la transferencia.

A Loli García, de Comisiones, le preocupa más el contenido que la fecha. Consciente de que el 1 de enero ya era «muy apretado», cree que Zapatero y el PNV, «dos elementos externos», deben «explicar» por qué interfieren. En cualquier caso, su sindicato, el segundo de Euskadi, exige que la transferencia «se produzca» y que se «respete» lo que se decida en la mesa de diálogo que comparten Gobierno vasco, patronal y las dos grandes centrales no nacionalistas y en la que, por decisión propia, no están ELA ni LAB. «No vamos a consentir que desde fuera se intervenga».

Al 'sindicato hermano' de López, UGT, la demora también le ha disgustado sobremanera. Públicamente no hace sangre, pero en privado insiste en que «si no puede ser el 1 de enero, tampoco puede ser en septiembre». «Pasar de marzo, abril o incluso mayo sería un ridículo. Alcanzar un acuerdo sobre funcionarios fue una gran victoria y esto, una gran derrota».

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