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ROBERTO RIVERA
Domingo, 11 de octubre 2009, 05:15
Luis Miguel Zárate. Cuarenta años. Fue de los últimos en cumplir el servicio militar en Cruz Roja, allá en los años 85 y 86. Desde entonces pertenece, en calidad de voluntario, a la estructura social de una institución en la que ejerce como presidente desde 2005 y que ha asumido en el último lustro una transformación total. La imagen específica que se tenía de la entidad, dedicada a la atención sanitaria de emergencia en carreteras y lugares de desastre, pasa a un segundo plano tras la creación del servicio 112 del que forma parte. Hoy centra sus esfuerzos en el ámbito social, «el que más demanda ahora la gente y el que parece que no quiere hacer nadie».
-La coordinación de todos los servicios de emergencia a través de SOS Rioja, dotándole de mayores medios, les ha obligado a modificar su campo de acción.
-Ciertamente. Nosotros seguimos perteneciendo a los equipos de asistencia del 112 pero ahora hemos optado por derivar nuestro trabajo hacia otros menesteres, fundamentalmente el ámbito social que es lo que no quiere hacer el resto de asociaciones. Porque el transporte sanitario se presta a través de empresas privadas pero, lo que hace referencia a los servicios sociales no se toca para nada.
-A nivel de asistencia urgente, su capacidad de maniobra queda condicionada a la coordinación de SOS Rioja.
-Exactamente. Nosotros pertenecemos a SOS Rioja pero, para actuar, deben llamarnos desde el centro de coordinación y movilizarnos siempre que cumplamos con los requisitos establecidos: la existencia de personal cualificado y medios, aunque en nuestro caso, contamos con una dotación de vehículos más que suficiente como para poder prestar apoyo.
-Hubo un momento en el que la 'dotación' de voluntarios de Cruz Roja en Haro era espectacular. Es posible que se haya reducido.
-Sí. Y mucho. Recuerdo que en los tiempos en los que yo estaba haciendo la mili en el puesto de Haro había cerca de doscientos. En la actualidad somos unos setenta.
-Pero siguen siendo personal cualificadas.
-La formación sigue siendo la misma. Realizar el curso de primeros auxilios (ahora se está celebrando una nueva edición con la presencia de una veintena de personas). Es lo básico. Pero las técnicas y procedimientos van avanzando y cada cinco años se realizan cursos de actualización.
-Curioso. Este giro hacia la asistencia social a las clases más desfavorecidas ha dado un impulso a Cruz Roja de la Juventud.
-Sí. Los integrantes de Cruz Roja de la Juventud siguen haciendo sus programas y desarrollando sus proyectos. Y lo hace además de una manera independiente porque se trata de un departamento asignado directamente a Cruz Roja Española. Aunque formen parte de nuestra asamblea, realizan sus campañas por su propia cuenta aunque siempre dependiendo de la gente con que cuentan. En estos momentos, en Haro pusieron una ludotecas en fiestas y están llevando a cabo una campaña de asistencia e información sobre el VIH Sida a través de cual advierten a los jóvenes sobre la incidencia y la necesidad de prevenir esta enfermedad.
Una nueva sede
-En todo caso, asume que la imagen de la institución ha cambiado de forma considerable, incluso para los propios vecinos de Haro.
-Hemos sabido adaptarnos a los nuevos tiempos pero nuestra imagen resulta diferente para la población. En cierto modo también por el cambio de sede. Cuando se encontraba en el centro de la ciudad nuestra presencia era más palpable para todos. Ahora, la gente me ha llegado a preguntar qué hacemos porque no advierten nuestro trabajo. Pero lo tenemos. No ven cómo trabajamos en el campo del transporte adaptado, cogiendo a chavales de Haro y Santo Domingo para llevarles a un centro de Logroño, dentro de un programa impulsado por la Consejería de Educación.
-¿Siguen haciendo todo 'por la cara'?
-La gente que trabaja en Cruz Roja es voluntaria, pero hay actuaciones muy concretas que exigen la presencia de profesionales. En ese caso hablamos de programas dotados de una partida presupuestaria.
-Le pide algo al futuro para mejorar la situación de la entidad.
-Un puesto algo más amplio porque los despachos con que contamos los utilizamos casi de almacén para el material de que disponemos, y estamos en unas instalaciones (el puesto de vigilancia del antiguo Silo) cedidas por la Consejería de Agricultura. Pero en precario. Desarrollar los nuevos programas nos obliga a contar con salas adecuadas.
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