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MANU RUEDA
Sábado, 2 de mayo 2009, 04:24
Ramón Etxezarreta, concejal socialista en San Sebastián, se sentó en primera fila en un acto en defensa del euskera organizado por su partido el pasado octubre en la capital guipuzcoana, que reunió a numerosos euskaltzales de diferentes adscripciones políticas. En ese encuentro, el PSE expuso su visión sobre la lengua vasca en un intento de ahuyentar cualquier fantasma de animadversión hacia ella en ese mundo en la carrera hacia Ajuria Enea que ya había iniciado. Apenas seis meses después, el estrecho colaborador del alcalde donostiarra, Odón Elorza, será nombrado viceconsejero de Política Lingüística del Gobierno vasco que liderará Patxi López. Desde ese puesto será el encargado de pilotar -junto a la consejera Blanca Urgell, una filóloga alavesa- una de las materias más sensibles en la gestión del nuevo Ejecutivo, sobre la que el PNV, Aralar y EA han anunciado retrocesos con el cambio en el poder que está a punto de llegar a Euskadi.
La elección de Etxezarreta -traductor de la Diputación de Guipúzcoa durante años- para un puesto tan delicado choca con el cataclismo para el euskera que pronostican algunos sectores abertzales. El futuro viceconsejero ha bebido de las mismas fuentes que su predecesor, Patxi Baztarrika. Los dos han sido destacados militantes de Euskadiko Ezkerra, una formación que intentó combinar bajo unas mismas siglas el nacionalismo y el socialismo; y que, presa de sus limitaciones electorales y contradicciones internas, acabó primero dividida y más tarde desaparecida. Algunos de sus principales dirigentes se repartieron entre el PNV -Koro Garmendia, Pablo Ruiz de Gordejuela...- y el PSE -Jon Larrinaga, Xabier Garmendia, Mario Onaindia...-, con el que EE se llegó a fusionar formalmente; unos caminos opuestos que no les han impedido mantener posturas cercanas sobre la defensa del euskera sin imposiciones.
Arma arrojadiza
Tanto la consejera de Cultura en funciones, Miren Azkarate, como la que será su sucesora han apostado para ese puesto por prestigiosos filólogos. El PNV, que ha reclutado como colaboradores en ese terreno a otros antiguos militantes de EE, no disponía de militantes de rango con garantías en el campo lingüístico, sostiene un ex integrante de Euskadiko Ezkerra. «No podían arriesgar cogiendo a cualquiera porque era un terreno copado por sectores radicales», razona.
Una persona de la confianza de Baztarrika ha sido Joseba Erkizia, también viejo militante de EE y director de HABE, el instituto de alfabetización de adultos dependiente del Gobierno vasco.
En los últimos cuatro años, el mayor logro del actual viceconsejero ha sido consensuar el documento 'Euskara 21', una guía para la normalización lingüística en Euskadi durante la próxima década. Un referente avalado por el Consejo Asesor del Euskera y bien visto por todo el arco parlamentario. Baztarrika se ha esforzado en buscar consensos en una materia que todos los partidos dicen que debería estar fuera de la batalla política, a la vez que la utilizan como arma arrojadiza. Su ideario ha sido «fortalecer el euskera desde el máximo respeto a la convivencia entre las lenguas y a las opciones lingüísticas individuales».
Su sucesor, el azpeitiarra Ramón Etxezarreta, ha hecho de su vocación, el euskera y la cultura, su profesión. Con una contrastada facilidad de palabra y un don de gentes reconocido por sus adversarios políticos, ha cerrado un flanco al nuevo Gobierno. Su designación ha enmudecido a la futura oposición, que deberá esperar, al menos, a que empiece a trabajar.
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