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J. G. PEÑA
Viernes, 10 de abril 2009, 04:57
Para verlo hay que fijarse. Detenerse un momento en el maillot del Fuji Servetto. Está formado por piezas de puzzle. «Así se ha construido este equipo», cuenta su director, Joxean Fernández, Matxin. Mosaico azul. Un bloque hecho a cachos. En construcción aún. Contra el veto del Tour y contra el infortunio. La mala suerte por etapas.
Como en el último día de la pasada Vuelta a Castilla y León. Camino de Valladolid. Así fue: Beñat Intxausti sale rebotado contra el asfalto. Dolor. Se agarra la clavícula, el hueso frágil de los ciclistas. Frenazos. Uno de los mecánicos del equipo Fuji Servetto, Eneko Iturriaga, baja apresurado del coche para atenderle. Tropieza. Y se dobla un tobillo. Esguince. A Urgencias, como Intxausti. Por allí ha pasado media plantilla del equipo de Matxin. El nuevo Fuji, lo que queda del viejo Saunier Duval. Pedaleando para alejarse por fin del escándalo de Riccó en el pasado Tour. «Todo han sido dificultades para sacar este equipo», resume el director vizcaíno. Pero, aun así, el proyecto flota. «Es un año para resistir». Ya lo dejó dicho Cela: «El que resiste, gana». Es su consuelo.
Desgracias les sobran. De 24 corredores, la mitad se han roto. Piezas dobladas del puzzle. David Cañada se recupera de un cáncer de piel. A Tonti le han operado de la arteria ilíaca. A Vigano le debilitó la enfermedad del beso, la mononucleosis. El viejo Nardelo se retiró sin casi empezar. A Walker le detectaron un problema cardiaco. Héctor González se cascó una clavícula en el Tour de San Luis. El cubano Iván González ha sufrido mal de rodilla hasta hace nada. Alberto Fernández también pasó por el hospital. Como Litu Gómez, más paciente que ciclista: se cayó en el Tour, en la Vuelta a Alemania y en La Panne. Hasta entrenando en invierno se fue al suelo y pasó dos meses tieso.
Sigue el gafe
Esta Vuelta al País Vasco no ha eliminado el gafe: Capecci se bajó con fiebre. Del Nero, con dos dedos rotos. Arkaitz Durán ni siquiera tomó la salida por una infección urinaria. «Intxausti se rompió la clavícula por el mismo sitio que se la había partido de juvenil y no se le pudo operar. Fíjate qué mala suerte», chasquea Matxin. Y De la Fuente, el ganador de la prueba de Estella, sigue con su tremenda y sonora alergia, y con el crujido de una hernia discal. «Todo lo que organizamos en octubre se nos ha venido abajo», lamenta Matxin. «En algunas carreras hemos salido con seis corredores». Hasta tuvieron que reclutar a un antiguo campeón amateur italiano, Paolo Balletti, para completar la lista.
«No te puedes imaginar los obstáculos que ha habido», confiesa Matxin. Incluso las bicicletas llegaron tarde. ¿Y los coches? «Pues, ya ves, los mejores del pelotón». Cierto. Un Audi Q7 y dos unidades del Audi S6, el más veloz y potente de la gama. Más de 400 caballos de fuelle. Pero, claro, inadecuado para el ciclismo, un deporte diésel, que viaja a 40 kilómetros por hora.
El Tour no olvida
Con todo, lo peor es no tener calendario. El Fuji no se ha sacado de la piel la mancha de los positivos de Riccó y Piepoli en el pasado Tour. «Aquel era otro equipo -el Saunier-. Ésta es una estructura nueva», repite Matxin. Pero el Tour no olvida. Ni perdona. Y la Grande Boucle es copropietaria de la Vuelta. Ha vetado al Fuji. Al menos un año de penitencia.
Al equipo del director vizcaíno le queda el Giro. Todavía aspira a un plaza. A aferrarse a un salvavidas en aguas de Italia. El Fuji mantiene la licencia UCI Pro Tour que sostenía el Saunier Duval. Ha pagado los derechos de admisión a las grandes carreras. Pero dos líos de dopaje han caducado ese salvoconducto. Mientras el Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAS) dicta sentencia sobre el caso, el Fuji nada entre naufragios. Se le rompen los corredores, les vetan... Casi cada día les desordenan las piezas de su puzzle. Así que vuelta a empezar. En 2009, la victoria no es ganar, sino flotar. Resistir juntando piezas para su puzzle.
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