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JESÚS L. ORTEGA
Viernes, 27 de febrero 2009, 03:56
A ocho kilómetros de la costa, al noroeste del cabo Matxitxako, emerge del mar hasta una altura de 105 metros una pequeña isla de metal, la plataforma Gaviota. Un micromundo que actualmente emplea, a turnos, a 36 personas que acuden a su lugar de trabajo en helicóptero.
La historia de esta estructura de más de 10.000 toneladas se remonta a 1972, cuando comenzaron las labores de exploración en el Golfo de Vizcaya en busca de posibles bolsas de hidrocarburos. Pero no fue hasta 1980 cuando la plataforma Medusa, propiedad de la compañía francesa Foramer, descubrió en sus sondeos un yacimiento de gas natural que se bautizó como 'Campo Gaviota'. A partir de ahí, la antigua Empresa Nacional de Investigación y Explotación de Petróleos (Eniepsa), absorbida en 1985 por Hispanoil, inició la construcción de la Gaviota, que se diseñó siguiendo el modelo de las plataformas petrolíferas del Mar del Norte, y que entró en producción en noviembre de 1986.
La obra supuso una inversión de casi 60.000 millones de pesetas de las de entonces (hoy en día equivaldrían a unos 700 millones de euros) y aunque se estimó una capacidad del yacimiento de 12.000 millones de metros cúbicos y un periodo de explotación de 12 años, las reservas se agotaron ocho años después tras haberse extraído unos 10 millones de metros cúbicos.
Pero el cese de la actividad para la que había sido concebida no supuso la muerte de la Gaviota, sino que el yacimiento vacío fue reconvertido en 1995 en un gran depósito de gas importado de terceros países ya que su estanqueidad natural y su lejanía de la costa lo convierten en doblemente seguro.
Este enorme almacén, propiedad de Repsol y gestionado por Enagas, se encuentra en el subsuelo marino, bajo una capa de agua de 106 metros y en una zona de roca caliza a una profundidad de entre 2.100 y 2.700 metros. Perforado y entubado en cinco puntos a diferentes alturas, en verano se inyecta el gas para su almacenaje y en invierno se extrae para consumo.
La plataforma metálica que emerge sobre el mar dispone de salones, habitaciones, cocina, comedor, biblioteca y oficinas. Está dotada de grandes medidas de seguridad, preparada para soportar tormentas extremas y, obviamente, en ella está prohibido fumar y consumir bebidas alcohólicas.
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