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La cueva de Zubialde fue definida como 'la otra capilla sixtina de la prehistoria'. / EL CORREO
El estigma de Zubialde
Iruña veleia | estalla el escándalo

El estigma de Zubialde

La arqueología alavesa hizo el más espantoso ridículo al presentar hace 16 años unas pinturas rupestres que resultaron falsas. La historia se repite

F. GÓNGORA

Jueves, 20 de noviembre 2008, 10:21

Dieciséis años después de uno de los mayores ridículos que se recuerdan en el campo arqueológico, Álava vive atónita el mismo sentimiento de frustración, como si aquella lección no hubiera servido de nada. Todos los expertos apuntan en un solo sentido, entonces y ahora. Se ha obviado el método científico. El que dice que primero hay que investigar y contrastar y luego comunicar. Si para publicar un artículo en una revista científica transcurre más de un año porque debe pasar por el cedazo de las autoridades académicas de la materia, no se entiende cómo en casos tan importantes, primero se anuncia la novedad y luego se hace el informe definitivo y contrastado.

El 13 de marzo de 1991, el mundo entero conocía el hallazgo de pinturas prehistóricas en una cueva de Zigoitia, en la vertiente sur del Gorbea, denominada Zubialde por el río que pasa junto a ella. En palabras del entonces diputado de Cultura, José Ramón Peciña, se trataba del «mayor hallazgo prehistórico de la última década y el más importante del País vasco». A la rueda de prensa de presentación asistieron los tres arqueólogos vascos más prestigiosos del momento, Jesús Altuna, Juan Mari Apellaniz e Ignacio Barandiaran, que habían elaborado un informe preeliminar que daba por buenas las pinturas. Su presencia era la mejor prueba de que aquello que se presentaba era auténtico y estaba avalado por la ciencia. Sin embargo, el mayor protagonismo se lo llevó el descubridor de la caverna, Serafín Ruiz, un estudiante de Historia y espeleólogo.

Era tal la emoción que se respiraba por tan importante hallazgo que nadie cuestionó nada. Las 75 representaciones que se habían encontrado -luego aparecieron más- correpondían a las fases media y superior del período Magdaleniense del Paleolítico Superior, entre los años 13.000 y 10.000 antes de Cristo aproximadamente. Serafín Ruiz, el descubridor, que había pasado siete meses sin decir nada a nadie desde que las descubrió hasta que lo dio a conocer a la Diputación, recibió 12,5 millones de pesetas.

Con estropajo

Así de feliz estaba todo el mundo haciendo planes de una réplica de la gruta para poder ser visitada cuando el semanario 'The European' reprodujo un artículo de dos arqueólogos, Peter Ucko, de la Universidad de Southampton y Jill Cook, del British Museum. Les había bastado con ver las fotografías para concluir que los mamuts y rinocerontes de Zubialde habían desaparecido del sur de Europa miles de años antes de que los pintara algún hombre. Para los ingleses, eran falsas. Sólo habían pasado diez días de la rueda de prensa. La sombra de la duda ya estaba lanzada.

Año y medio después se despejaba. El mismo equipo de antropólogos formado por Altuna, Apellániz y Barandiarán concluía, después de un profundo estudio, que eran falsas. «Sin que pueda excluirse absolutamente que algunos temas fueran antiguos, hay que reconocer que la práctica totalidad de las figuras ha sido manipulada recientemente», dice el informe definitivo. Se encontraron fragmentos de estropajo. El presidente de la asociación internacional de Arte Rupestre y máxima autoridad mundial en esta materia, Jean Clottes, lo calificó como «monumento a la falsificación». Serafín Ruiz fue obligado tras un largo proceso judicial a devolver el dinero entregado.

Iruña Veleia ha hecho cierto el dicho de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. A la arqueología alavesa le va a costar levantar cabeza.

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