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Espadas sale a hombros de la plaza de Logroño. Entre el público aparecen Migueliyo, Eguíluz, Pepe Eizaga y conocidos riojanos. / ALBE
Soñó con la gloria en 'La Manzanera'
LA RIOJA

Soñó con la gloria en 'La Manzanera'

Julio Espadas, novillero bilbaíno que salió a hombros en la plaza de Logroño rozando los años 60 y en alternancia con 'El Califa' y 'Manolé', recuerda con cariño la capital riojana

PEDRO MARI AZOFRA

Lunes, 4 de agosto 2008, 04:26

Julio Espadas tuvo en su familia antecedentes taurinos, ya que los banderilleros bilbaínos Alfredo Díez y Manolo Agüero eran sus tíos. Desde chico se contagió con el toreo, en el que estuvo poco tiempo. Asegura que «cuando parecía que iba a despuntar, llegaban un montón de novilleros sin caballos que funcionaron y todos ellos toreaban en los carteles de Logroño en mis años». Aquí viene el recuerdo de Tinín, Andrés Vázquez, Palmeño, Curro Ortuño, Algabeño, Mondeño II, José Luis Barrero, Rafael Chacarte, Manolé. «Ese año en la feria de San Mateo debutaron Antonio de Jesús y El Viti, así andaba el patio».

Julio salió muy ilusionado de su debut en La Manzanera porque fue paseado a hombros hasta la fonda. Pero para caminar con fuerza, era necesario mucho más. Era su apoderado el célebre Segundo Arana y en una ocasión fue sobresaliente de Paco Camino en la plaza de Bayona. Afirma que llegó al patio de caballos y «casi no me tenía en pie pensando que pudiera ser corneado Camino, que se anunciaba con seis toros. Recuerdo, con gratitud para siempre, que se me acercó Julio 'El Vito' para animarme, al notar que yo estaba afligido. No olvidaré nunca un detalle tan humano».

De principiante estuvo algún invierno por Salamanca. «Casi no toreábamos la mayoría. Aquello para nosotros era como pasar un rato. Las vacas y los tentaderos ya estaban asignados para las figuras o los novilleros con buenos apoyos», explica.

Buen aficionado

Toreó bastantes tardes en Bilbao y Vitoria, y también hizo el paseíllo en Santander, Burgos, León y otras poblaciones de menos entidad. El 1961 colgó los trastos y quedó en buen aficionado con el que compartir tertulias interesantes por su capacidad para la crítica medida y la observación. Hace 36 años que vive en Pamplona y ve los festejos sanfermineros y algunos de las ferias de Bilbao, Logroño, Vitoria y de otras plazas cercanas.

El crítico Migueliyo, en el diario 'Nueva Rioja', al que citamos en otro pasaje por alusiones al toreo de capote de Julio, escribía que, con la muleta, «Julio Espadas citó de lejos y dio pases de clase extraordinaria. Aunque dio dos estocadas, cortó una oreja y dio dos vueltas al ruedo». El propio Julio señala que «en el segundo de mi lote recuerdo que recibí un revolcón y la faena no tuvo tanta altura. Pero también obtuve un trofeo y me permitieron dar otras dos vueltas al ruedo. Se dieron ese año muchas más novilladas en Logroño pero los que toreaban, y que he nombrado, estaban tan bien que los repetían y en el toreo, a la larga, destacan los mejores».

Julio Espadas habla de aquella plaza, de aquel público, de las fondas y tabernas de un Logroño que ya no existe. Recuerda a Pepe Rioja, Illera, Matorro, Ciriaco, Barquerito... y a otros taurinos que nos han ido dejando y con los que convivió.

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