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JULIÁN MÉNDEZ
Lunes, 3 de marzo 2008, 09:41
Marta Ubieta acaba de cumplir hace unas semanas un sueño. La soprano bilbaína ha interpretado en el teatro Euskalduna la Despina en el 'Cossì fan tutte' de Mozart. Su primer gran papel protagonista en la Abao. Y, además, en casa y ante un público, dice, «que conoce y exige mucho». «No quería defraudar a la gente que ha apostado por mí», apunta la cantante tras haber superado el reto con nota.
Además de una bella voz, Ubieta-Despina, la criada cómplice en el rompecabezas amoroso armado por Mozart, ha tenido que poner a prueba sus mejores dotes de actriz. Moviéndose en la cocina, ajena al enredo que se desarrollaba a sus pies (en un decorado partido en dos), vestida de enfermera y cantando con mascarilla o convertida en asesora amorosa de las recatadas Fiordiligi y Dorabella.
Y siempre armada de «frases lapidarias y reales» con las que animaba a las amantes a gozar de la vida. «Pero tampoco debía 'histrionizar' demasiado a la Despina. Michal Znaniecki, el director de escena, me pidió que estuviera siempre natural. Y eso no es fácil», sonríe esta soprano lírico ligera que realizó las carreras de canto y piano en el Conservatorio Superior de Bilbao (Premio Fin de Carrera en canto) y que, además, es diplomada en Empresariales por la Universidad del País Vasco. «La ópera es una carrera de fondo. Hacer la Despina es el resultado de un trabajo de muchos años... La gente cree que la voz brota así porque sí. Los cantantes sabemos que tenemos voz, pero hay que buscarla, encontrarla y darle forma...».
-¿Cómo empezó?
-En realidad estudiaba piano. Pero vieron que tenía sensibilidad para el canto, un timbre bonito, expresividad... Vengo de la Coral de Bilbao, una agrupación formada por 'amateurs', con su trabajo, que dedican sus vacaciones y sus días de fiesta a cantar, pero con unos resultados auténticamente profesionales...
-¿Recuerda su primer papel solista?
-Sí. Con el Coro Euskeria de la Sociedad Coral de Bilbao en una gira por Alemania, fue un dúo maravilloso para soprano y tenor de Schumann. Luego, algunos secundarios en la Abao y conciertos a piano en pequeños teatros. Esto me dio muchas tablas. No paraba de cantar y tuve que optar: me ofrecieron dar clases en la Coral. Abandoné mi trabajo en una empresa y decidí dedicarme a la música. ¿Mis maestros? Anabe Hernández, en Bilbao, Ana Luisa Chova, en Valencia... También he estudiado en Verona y con Mary Dowing, una soprano americana que vivía en Hendaya.
-¿Tan importante es el método, la enseñanza...?
-Claro. Antes cantaba y no era consciente de lo que hacía. La enseñanza te permite saber qué haces con la voz para poder controlarla.
-¿El mundo de la ópera es competitivo?
-Mucho... hasta que te haces un huequito. Empecé con partiquinos en la Abao, me presenté a concursos hasta que, en el Liceo, participé en uno donde el 'premio' es que elegían cantantes para distintos 'ensembles' europeos. Estuve en el Teatro Suizo de Saint Gallen durante dos años...
Si la voz no está
-¿Duro?
-Mucho. Con todo cerrado al caer la tarde... Allí el cantante es un minero de pico y pala, se trabaja muy duro. Eres de la plantilla del teatro y todo es... más laboral. No hay sitio para la farándula.
Marta Ubieta repasa su carrera, los pasitos de hormiga que, poco a poco, la han ido acercando a las luces de la escena, un rosario de teatros y papeles, de escenarios y personajes... «Voy de suerte en suerte», sonríe al recordar las carambolas que han tejido su carrera.
-¿Cómo se cuida una voz?
-Siempre se dice que hay que huir del frío. Para mí es muy importante dormir bien, descansar. Y detesto esos sitios en los que tienes que gritar para hacerte entender. Si voy con los amigos no abro la boca. No trasnocho y bebo mucha agua...
-¿Por qué se dedica a esto?
-Esta es 'la' pregunta. Yo podría pasar sin los escenarios, pero no podría vivir sin la música. Los aplausos te ponen la piel de gallina, sí. Pero yo amo los ensayos, la puesta a punto. Los cantantes somos algo exhibicionistas. Nosotros somos el instrumento. Tu voz es algo tuyo, único y distinto. Y la voz tiene cada cosa...
-Explíquese, por favor...
-Hay días en que no está. Yo me levanto por la mañana: 'Iiiiihhh' (Marta vocaliza un agudo). «Hummm, estoy», me digo. Pero hay días en que no. Entonces grito: «¿Socorro!». Es una obsesión. También te pasa que, algún día, no tienes función y estás maravillosa. Pero la carrera es cantar todos los días, mantener la regularidad. Es una pelea, tengo amigos que cantan maravillosamente, pero están en casa...
Marta Ubieta no. Disfrutó en Bilbao del «caramelo» de su Papagena en 'La flauta mágica', de la primera ninfa en 'Rusalka' y ahora prepara el 'Elías' de Mendelsshon que cantará con la BOS dirigida por Juanjo Mena en esta primera semana de marzo mientras sueña con cantar la Mussetta. De fondo para toda esta vorágine podría sonar su querido 'Exultate, Jubilate'. También de Mozart, el autor que la ha llevado hasta la primera fila del escenario.
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