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J. C. P.
Jueves, 3 de enero 2008, 03:26
Son las 11.30 horas y el Dj marca el trepidante ritmo de la jornada matinal. Stephane y Johann Vigroux, Kazuma, Dan Edwardes y Forrest proceden de Francia y Reino Unido y están en el edificio del Antiguo Gran Hotel. En esta ocasión, el verbo 'estar' adquiere un significado especial, porque no están como estaría cualquier logroñés, es decir, como las más simples premisas lógicas dicen que hay estar en los edificios.
Ellos son referentes mundiales en la práctica del 'parkour' y, ayer, decidieron prescindir de puertas, tarimas y alfombras. Cientos de personas observaban tras la valla. Sabían que algo sorprendente estaba a punto de ocurrir. Los cinco trazadores, nombre que designa a los practicantes de esta especialidad deportiva, estiraban sus músculos, intercambiaban opiniones, preparaban el momento.
¿Qué es el 'parkour'? Dicen que un disciplina deportiva. Consiste en desplazarse por el medio urbano, también por el natural, de la forma más rápida, fluida y efectiva posible. La herramienta es el cuerpo humano. Los requisitos son una gran preparación física, pero también gran concentración y disposición para superar los miedos, los límites.
Ocurrió entonces. Uno de ellos saltó y tomó la cornisa, volvió a saltar y estaba en el balcón, otro salto y hacía el pino sobre la barandilla, otro y cambio de balconada. Inopinadamente, el inmueble se convirtió en el escenario de una suerte de danza tan escalofriante como apasionante.
Alféizares
Uno caminaba sobre sus manos a cinco metros de altura y otro desafiaba la noción de límite invadiendo los alféizares con cierta naturalidad, aquel penduleaba sobre la escalinata y éste saltaba las vallas con los pies por delante primero y por detrás más tarde. Cinco de los más reconocidos trazadores habían tomado el edificio y eso significaba algo: Actual 2008 había empezado a rodar.
El espectáculo de 'parkour' era el primer hito del programa y abría el cartel con la fundada pretensión de sorprender. Propósito que, a juzgar por los rostros de expectativa y la masiva proliferación de ¿huys!, ¿ays! y ¿halas!, consiguió sin duda. Gabriel Santos, miembro del equipo organizador del festival, estaba satisfecho. «Siempre intentamos traer cosas que sorprendan», explicó, «nuevas tendencias, se intenta dar cabida a todo».
El Antiguo Gran Hotel sólo fue el aperitivo. Pasado el mediodía, el 'parkour' llegó al parque González Gallarza y el estanque se convirtió en un escaparate de saltos, quiebros y cabriolas. El programa hablaba de exhibición, pero la sesión quedó transfigurada en clase didáctica. Decenas de jóvenes logroñeses se sumaron activamente a la fiesta.
«Trata de caer con la parte delantera de los pies», «flexiona las rodillas» o «¿vamos, puedes hacerlo!». Éstas fueron algunas de las consignas que los expertos trasmitieron a los improvisados pupilos. De repente, había decenas de trazadores en el parque. Los espectadores aplaudían los movimientos más sorprendentes, los jóvenes ponían en práctica sus nociones de inglés para tratar de hablar con los maestros y éstos últimos volaban entre piedras, árboles y pasamanos.
«¿Cómo lo ha hecho?» se convirtió en la pregunta reina. No faltó el alumno que acabó en el estanque, tampoco el que se estampó con el árbol. Por la tarde, la sesión didáctica se trasladó a la Plaza de Abastos. Decenas de personas aprendieron los rudimentos del 'parkour' y disfrutaron con las cabriolas más espectaculares que, por un día, sucedieron a la jornada comercial. Allí concluyó el espectáculo itinerante que había servicio de pública presentación del Festival Actual.
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