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EFE |
Miércoles, 15 de agosto 2007, 15:58
El obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, ha defendido hoy la búsqueda de un "acuerdo" para conseguir "una sociedad pacificada, solidaria y tolerante" en el País Vasco, aunque para ello "todas las partes" tengan que "recortar sus legítimas aspiraciones".
Uriarte ha hecho esta reflexión durante la homilía que ha pronunciado en la Misa Mayor celebrada en la Basílica de Santa María de la capital donostiarra con motivo de la festividad de la Virgen, a la que han acudido representantes institucionales como la portavoz del Gobierno vasco, Miren Azkarate.
En su intervención ante los fieles, el prelado vasco ha dicho que "la esperanza de los cristianos está impregnada de una sana inquietud y no se conforma con lo que tiene", sino que "anhela" lo que le falta y "no se contenta" con la "actual situación social" del País Vasco. "Tampoco ambiciona soluciones perfectas, ni cae en la tentación del maximalismo exigente y obstinado", ha añadido Uriarte, quien ha apostado por la búsqueda de un "acuerdo" para la paz "aunque para ello todas las partes tengan que recortar sus legítimas aspiraciones".
"La esperanza de los cristianos -ha continuado- está llamada a ser activa, no espera un futuro en paz como quien espera en invierno el autobús, guarecido en la marquesina, sale al camino de lo que desea, lo busca, se moviliza, se pregunta qué puede hacer por la paz y, aunque sabe que sus fuerzas no son suficientes, quiere unirlas a las de otros conciudadanos".
La paz, obra de todos
Tras recalcar que "la paz es obra de todos y un bien para todos", ha destacado la importancia de no confundir la "esperanza" con la "pasividad" o con "la simple exigencia a otras instancias". "La esperanza cristiana es serena -ha agregado-, el panorama de la vida eterna junto al señor nos inmuniza, en la medida en que somos profundamente cristianos, contra el nerviosismo estéril y agresivo. El cristiano esperanzado sabe contemplar la realidad actual bajo la perspectiva de la eternidad", subrayó Uriarte.
Por este motivo, ha pedido a los ciudadanos que sepan "mantener la calma en los momentos crudos y oscuros" y esperar porque "la lentitud de muchos procesos humanos exaspera a los impacientes" y "la impaciencia es un gran enemigo de la paz".
El obispo ha admitido que "las relaciones humanas llevan en sí una tasa elevada de conflictividad que fácilmente degenera en violencia", pero ha aclarado a continuación que "en el corazón de las personas y de los grupos también anida al mismo tiempo una tendencia a la armonía tan nativa, al menos, como los impulsos hacia la conflictividad agresiva".
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