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MARÍA JOSÉ CARRERO
Viernes, 27 de julio 2007, 12:57
Álava ya tiene diputado general. Es el peneuvista Xabier Agirre. A las 20.30 horas de ayer prometió su cargo, tras una maratoniana sesión de investidura que arrancó a las nueve de la mañana con la incógnita de cuál de los tres aspirantes con posibilidades al cargo sería el designado por las Juntas. Con su elección, el PNV de Álava -alineado con el sector Egibar- recupera el poder en el territorio, tras ocho largos años de oposición. Y lo consigue después de haber obtenido, el pasado 27 de mayo, los peores resultados y de ser la tercera fuerza política de la provincia por detrás del PP y del PSE.
La explicación a esta paradoja hay que buscarla en el desacuerdo entre populares y socialistas. El enfrentamiento que mantienen a nivel nacional ha hecho inviable un entendimiento, de forma que la Diputación quedase en manos de los no nacionalistas. En paralelo con la anterior paradoja, esta situación se ha dado cuando la suma de escaños constitucionalistas en las Juntas Generales es mayor que nunca: 29 de un total de 51.
El intrincado escenario electoral que dejó el 27-M ha provocado una pugna por el sillón foral durante dos meses. Ese día, el PP se alzó con la victoria al lograr 15 junteros. El PSE fue la segunda fuerza, aunque empatada a procuradores -14- con el PNV. Completan la Cámara foral, ANV (4), la coalición EB-Aralar (2, uno de cada partido) y EA (2).
La batalla por la presidencia que durante dos meses han librado Agirre, el popular Javier de Andrés y el socialista Txarli Prieto se mantuvo durante toda la sesión de ayer. Después de cinco horas y media de discursos y debates y tras una primera votación en la que ninguno de los tres logró la mayoría absoluta, Agirre resultó elegido en la segunda ronda.
Como en Guipúzcoa
Tal y como ocurrió hace tres semanas en Guipúzcoa, sólo obtuvo el respaldo de los 14 junteros de su grupo y los 2 de EA. Esta exigua mayoría, sin embargo, le bastó para hacerse con la presidencia de la institución al conseguir un voto más que sus dos principales contrincantes. El cuarto aspirante en liza -Aitor Bezares, de ANV- tuvo los 4 votos de su grupo.
Hasta que se llegó a este resultado, acogido con indisimulada sorpresa por los peneuvistas, las Juntas Generales fueron el escenario de una sesión que se puede calificar, cuando menos, de emocionante. El día arrancó con la incertidumbre de quién sería el elegido ya que ninguno de los tres aspirantes a diputado general contaban con mayorías solventes para lograrlo, por mucho que desde hacía tres semanas el socialista Txarli Prieto insistiese en decir que tenía «apoyos suficientes».
No era verdad. El amago de los dos junteros de EB-Aralar de respaldarle se quedó en la mitad al reducirse al voto de José Miguel Fernandez (EB). En la tesitura de tener que elegir entre nacionalismo y socialismo, el único juntero de Aralar, Iñaki Aldekoa, se decantó por la abstención.
Antes de este final, ANV tuvo un gran protagonismo en el pleno al anunciar su portavoz, Aitor Bezares, que votarían al PNV si sus votos eran necesarios para impedir la investidura de Prieto. La formación abertzale hizo esta advertencia poco después de que el candidato socialista insinuara que contaba con el respaldo de EB-Aralar.
Eran las cinco de la tarde. El pleno acababa de reanudarse, después de un descanso para comer, y la intervención de Bezares despertó a los junteros del letargo de la sobremesa. «¿Y qué pasa ahora?», se preguntaban los populares y, sobre todo, los socialistas. Fue la hora de los teléfonos. El coordinador y portavoz del PSE-EE, Rodolfo Ares, llamó al secretario general del PP vasco, Carmelo Barrio, para solicitarle el voto a Prieto. La petición no tuvo respuesta. «Los socialistas han convertido a ANV en árbitro de la situación, que resuelvan ellos el problema», declararon a EL CORREO diferentes cargos populares. Después, la investidura de Xabier Agirre fue interpretada por el PP como un pacto tácito del PSE con el PNV. «Los socialistas han dado un balón de oxígeno al nacionalismo más radical», añadieron.
Ayuntamiento de Vitoria
La elección del candidato peneuvista llenó de júbilo los escaños nacionalistas. No era para menos. Ocho años después de que el PP les sacara de las dos principales instituciones de Álava -la Diputación y el Ayuntamiento de Vitoria- vuelven a tocar poder en el territorio. Desde ayer, las tres diputaciones vascas están lideradas por el PNV, cuando este partido sólo ha ganado en Vizcaya.
La incógnita que se abre ahora es si este resultado tendrá su contraprestación en el Ayuntamiento vitoriano, donde el socialista Patxi Lazcoz gobierna con sólo 9 de los 21 concejales.
m.j.carrero@diario-elcorreo.com
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