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Entre las bajas más dolorosas de la presente generación encontramos a dos insignias del desarrollo británico: Lionhead Studios (Fable) y Evolution Studios, adscrito al género de conducción (World Rally Championship, MotoStorm) hasta la debacle de Driveclub. La exclusiva para PlayStation 4 no terminó ... de cuajar entre los usuarios, perdiendo Sony la confianza para con sus responsables.
Un mes después, Codemasters anunció la contratación de Paul Rustchynsky (director de Driveclub) y el resto de su personal para la formación de un nuevo estudio. No supimos de su primer proyecto hasta la Paris Games Week de 2017, cuando Onrush prometió rescatar las sensaciones de MotorStorm bajo una curiosa vuelta de tuerca. El resultado es un arcade enfocado al juego competitivo, como imponen las tendencias del mercado.
Llegar el primero a la meta sirve de poco en Onrush; como los individualismos. Cada partida se juega en dos equipos de seis corredores, distinguiéndose cuatro modalidades y ocho tipologías de vehículo. Cada clase alberga sus propias habilidades, pros y contras, lo que insufla al juego cierto componente estratégico: convendrá tal o cual bólido según el modo, el tiempo de combate restante o la situación de nuestro equipo. A este respecto, seleccionamos vehículo tras cada siniestro.
Pero repasemos los modos de juego propiamente dichos para comprendenr de qué va Onrush. «Overdrive» consiste en superar la puntuación del equipo contrario a base de turbos, cabriolas y la incapacitación (choques mediante) de nuestros rivales. A tal efecto, los circuitos disponen rampas, atajos y obstáculos difíciles de sortear a toda velocidad. Cada salto y roce rellena nuestro indicador de 'nitro', cuyo desgaste (a su vez) completa la barrar de «rush» que da nombre al juego. Cuando se encuentre al 100% podremos activar la habilidad especial de nuestro transporte, a modo de acelerón mortífero y descontrolado. De ahí que debamos usarla en el momento justo; bien cuando alcancemos al mayor número de corredores, bien cuando el escenario no pueda meternos en aprietos.
En lo que a «rush» respecta y por mentar (sólo) algunas categorías de vehículos, «Blade» deja un rastro de fuego; «Outlaw» (motocicletas) vacía los potenciadores de todos los rivales cercanos; «Dynamo» abastece de impulso a los compañeros de equipo e «Interceptor» rellena el medidor de rush con cada derribo. Para ello están, precisamente, las motos y coches de color negro que aparecen repentinamente durante las carreras: para arrollarlos fácilmente y ganar impulso. En cualquier caso, el juego nos devuelve a la carrera si nos quedamos rezagados, posibilitando la remontada incluso en las condiciones más desfavorables.
El resto de modalidades tampoco desmerecen. En «Countdown» debemos atravesar una serie de portales para garantizar la supervivencia de nuestro bando; en «Lockdown» gana el equipo que permanezca más tiempo en un área variable y en «Switch« cambiamos de vehículo cada vez que somos derribados, pasando de supervivientes a perseguidores. Así, la coordinación resulta fundamental y contribuye a lo excitante de las refriegas, frenéticas como hace tiempo no recordamos.
Como cabría esperar, el peso del juego radica en su multijugador (tanto local como online, en partidas rápidas o personalizadas), si bien reconocemos el esfuerzo de Codemasters por nutrir de contexto a la campaña para un jugador. Escuetas cinemáticas mediante, alberga decenas de pruebas a modo de tutorial, donde nos familiarizamos con la ristra de vehículos, escenarios y modos. Incluso en solitario, es un título fresco y divertido, ideal para desconectar de la rutina.
Amén de la victoria, cada carrera presenta objetivos secundarios. Cumplirlos granjea puntos de experiencia con los que subir de nivel, además de créditos para adquirir ítems estéticos (vehículo y corredor ofrecen múltiples opciones de personalización); también están presentes las consabidas loot boxes, aunque sin micropagos de por medio, conteniendo nuevos corredores y coches clasificados por rareza.
El gran pero del juego radica en su falta de contenidos a medio plazo, aunque surge con clara vocación de futuro. De incorporarse más modalidades; vehículos y escenarios que marquen la diferencia, podríamos encontrarnos ante un referente de la competición arcade.
Visualmente resulta un juego notable, con atractivos efectos de iluminación, buenos modelados y una tasa de frames estable. Especialmente en Xbox One X, donde vislumbramos mejores texturas y podemos elegir entre una resolución 4K nativa y los 60fps. Acompasa un audio muy acorde al estilo gamberro del juego, con tintes rockeros y electrónicos entre el rugir de los motores.
Onrush es otro de esos títulos pensados a largo plazo. Aún así fresco y divertido con su propuesta inicial. Por los piques en equipo, el planteamiento de sus modalidades y la estrategia inherente a las clases de vehículos. Un firme aspirante en el segmento de la competición sobre ruedas.
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