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«La vacunación no es una actividad preventiva únicamente de la infancia, sino que debe incorporarse a la actividad diaria de la consulta de adultos, de manera que puedan mantener un envejecimiento saludable», dice el Gobierno vasco en su página de internet dedicada a las vacunas. Y como estas no son solo para los niños, la de la gripe que empezó a ponerse el lunes pasado está especialmente indicada para los mayores de 65 años.
Pero no es la única. Desde hace un tiempo , los médicos de familia ofrecen a este colectivo la inyección contra el neumococo, una bacteria que provoca infección de los pulmones (neumonía), de la sangre (bacteriemia) e incluso puede ocasionar meningitis. Pues bien, solo el 45% de los vascos que han llegado a la edad de jubilación se la han puesto. Por ello, Osakidetza aconseja a todo el colectivo que se inmunice. «La vacuna protege contra 23 cepas de neumococos, entre los que se encuentran los más habituales en nuestro medio», explica el jefe de Vigilancia y Vacunas del Departamento vasco de Salud, Txema Arteagoitia.
Los vascos de más de 65 años deben también defenderse del tétanos y la difteria, además de la varicela. De hecho, en las consultas de primaria, los médicos de familia llevan tiempo preguntando a sus pacientes al respecto para saber si deben recetarles los antídotos.
Todas estas indicaciones aparecen en el ‘Calendario vacunal del paciente sano’ que Salud ha colgado en la red. Se trata de una guía orientativa para los médicos de familia porque no todo el mundo tiene la misma situación. Osakidetza calcula que alrededor del 30% de la población adulta de Euskadi tiene una cartilla con las vacunas que le pusieron en la infancia. «Fue a principios de los años ochenta cuando se introdujo la práctica de vacunar de forma reglada», recuerda Arteagoitia.
¿Y el resto? ¿Cómo sabe una persona nacida antes de 1980 de qué está vacunada? El sistema sanitario tiene algunos datos. Por ejemplo, la protección frente a la poliomielitis se introdujo en 1963, pero de forma masiva en 1965. Quienes fueron niños en esa década recordarán una especie de ‘azucarillo’ amargo que había que tomar. Esa vacuna en otro formato se sigue dando.
La conocida como triple vírica (sarampión, paperas y rubéola) se introdujo en 1981. Esto significa que todas las personas nacidas a partir de ese año deberían tener dos dosis. Quienes no fueron vacunados o lo fueron de forma incompleta, deberían completarla, siempre que no hayan pasado la enfermedad porque padecerla inmuniza.
El objetivo del manual es fomentar la vacunación de los adultos sanos, sobre todo de las mujeres embarazadas -para las que está indicada la de la tosferina en cada una de las gestaciones- y los grupos mayores de 65 años. Se trata de promocionar la cultura de la prevención en todas las etapas de la vida. Por ejemplo, «una mujer sin vacunar de la varicela y que no ha pasado la enfermedad y quiere tener hijos, debe protegerse antes de quedarse embarazada», comenta Arteagoitia.
Al igual que ocurre con la gripe, el resto de antígenos incluidos en el calendario son gratis para el paciente. El gasto anual en vacunas de la Sanidad vasca es de 11 millones de euros. La mayor parte, como es lógico, se la llevan las 680.000 dosis anuales de los diferentes fármacos que protegen de trece enfermedades a la población menor de dieciséis años.
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