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Tras más de un lustro de agrios enfrentamientos, el Departamento vasco de Seguridad y los sindicatos de la Ertzaintza se mostraron ayer dispuestos a alcanzar acuerdos de calado. Unos puentes que se tendieron, precisamente, en uno de los momentos de mayor tensión ... que se recuerdan en la Policía vasca desde 2001, cuando el asesinato a manos de ETA de dos agentes que regulaban el tráfico en Beasain obligó a revisar todos los protocolos de seguridad del Cuerpo.
Diecisiete años después, en esta ocasión el alto grado de crispación se había instalado tras la muerte de un agente antidisturbios por un infarto durante los altercados que protagonizaron en Bilbao radicales del Athletic y del Spartak de Moscú. Y como consecuencia del cruce de declaraciones que sucedió a la protesta que, días después del fallecimiento de Inocencio Alonso, protagonizaron el pasado jueves varios centenares de ertzainas a las puertas del Parlamento vasco, donde increparon al lehendakari Urkullu y a sus consejeros a unos pocos metros de distancia.
Exigían responsabilidades por la muerte de su compañero, un hombre de 51 años que padeció un tumor hace años, al que le fue extirpado un riñón y que estaba en tratamiento por trombosis. Y, de forma paralela, por las condiciones laborales de la Brigada Móvil -una unidad especializada en labores antidisturbios en la que el 80% de sus miembros tiene más de 50 años-y de la Ertzaintza en general.
La tensión de esa concentración llegó al punto de que altos cargos del PNV acusaron de «carroñeros» a algunos dirigentes sindicales al entender que estaban utilizando la muerte del ertzaina para buscar sus propios intereses. La consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia, anunció por su parte que se van a aplicar las sanciones económicas previstas en la Ley de Seguridad contra los sindicalistas que convocaron la protesta. Es más, la crisis abierta en la Ertzaintza llevó el sábado al lehendakari y a la consejera a mantener un encuentro en Vitoria en el que, según explicó el propio Urkullu en las redes sociales, abordaron los «hechos de los últimos días» y la «situación» de la Policía autonómica.
Roberto Seijo - Secretario general de Erne
En este ambiente crispado, en el que las posturas amenazaban con volverse irreconciliables, la reunión del Consejo de la Ertzaintza celebrada ayer en la comisaría de Erandio estuvo rodeada de una gran expectación. Los sindicatos optaron desde el viernes por rebajar el tono de sus protestas al limitar el alcance de la huelga encubierta -en forma de bajas laborales- con la que amenazaban para el partido de alto riesgo de la próxima semana entre el Athletic y el Olympique de Marsella. Un cambio de actitud a la espera de conocer las propuestas de la consejería de Seguridad. La delegación del Gobierno vasco, con Beltrán de Heredia y el viceconsejero Josu Zubiaga a la cabeza, también se sentó a la mesa con la idea de limar asperezas.
En ese contexto, el Departamento de Seguridad llegó al encuentro con una batería de siete medidas para «modernizar» la Brigada Móvil. Las principales: la renovación generacional de esta unidad, que se curtió en los peores años de la lucha contra el terrorismo, la revisión de los horarios de trabajo y la planificación de entrenamientos. La idea es paliar una serie de carencias, adelantadas por este periódico el pasado domingo, sobre las que se ha puesto el foco a raíz del fallecimiento del ertzaina.
Estefanía Beltrán de Heredia - Consejera de Seguridad
Los sindicatos representados en el Consejo de la Ertzaintza -Erne, Esan, ELA y Euspel- acogieron con sensaciones dispares estas propuestas. Estas medidas, en todo caso, están a expensas de los encuentros bilaterales que la consejería mantendrá con los sindicatos a partir del próximo 13 de marzo, dos días antes del partido contra el Olympique. La titular de Seguridad se mostró satisfecha y destacó que estas reuniones constituyen ya un acuerdo «importante».
De momento, y a grandes rasgos, las centrales salieron de la comisaría de Erandio con impresiones «agridulces». Desde Erne, la organización mayoritaria, y desde Esan se mostraron abiertos al acuerdo sobre la Brigada Móvil y valoraron la voluntad de alcanzar otros acuerdos, pero insistieron en que se debe dar una solución al «caos organizativo» general de la Ertzaintza.
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