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óscar b. de Otálora
Lunes, 4 de diciembre 2017, 12:29
El Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo (CMVT) acaba de publicar un informe sobre la derrota de ETA que recorre con abundantes datos la historia reciente de la banda. El análisis realizado por el director de la institución, Florencio Domínguez, repasa los hitos ... de la lucha contra el terrorismo y analiza de forma minuciosa las circunstancias que han llevado a la organización a renunciar a la violencia y a entregar las armas. El documento, que pueden descargar aquí, presenta las siguientes conclusiones:
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Según el análisis del CMVT, para entender el fin de la banda hay que remontarse a la tregua de 1998-1999, en la que ETA intentó un modelo de negociación que se basaba en un acuerdo con los partidos nacionalistas -el denominado 'Pacto de Lizarra'- que conduciría a una declaración unilateral de independencia. La banda rompió ese alto el fuego con una de las mayores ofensivas de su historia reciente, favorecida por la reorganización interna que había llevado a cabo durante la tregua. «Pero a finales de 2001 la campaña había sido frenada por las Fuerzas de Seguridad del Estado. La banda perdió la iniciativa y ya no volvió a recuperarla», se lee en el análisis.
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Según el informe, entre 2000 y 2004 todos los aparatos de la banda «sufrieron un deterioro espectacular por la captura de sus líderes». A esa incapacidad de la banda para superar los continuos golpes de las fuerzas de seguridad tanto en Francia como en España se une la puesta en marcha de tres iniciativas políticas claves: el Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo, la Ley de Partidos y la ilegalización de HB. En ese momento, según se recoge en el estudio, «por primera vez miembros de la propia banda comienzan a cuestionar la continuidad del terrorismo».
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La presión policial en Francia lleva a la banda a vivir acosada y sin capacidad para recuperarse de los golpes policiales. Si la retaguardia al otro lado de la frontera había sido uno de los elementos claves para la operatividad de la banda, la constante actuación policial consigue que ya no pueda utilizar el suelo galo para reorganizarse. Además, según el estudio, «ETA vio debilitadas sus estructuras de dirección, lo que le impidió organizar y encuadrar a los potenciales militantes con la eficacia que lo había hecho en el pasado».
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El informe destaca que en esa época, se produce una «aceleración de la captura de los jefes de ETA» que llevan a la banda a vivir en una «permanente situación de provisionalidad». En los últimos años, por ejemplo, la organización llega a tener cuatro máximos dirigentes en tres años ante las continuas operaciones policiales en Francia. En esos momentos, además, cada vez que es detenido un mando de la banda es habitual que se arreste a también a su lugarteniente, lo que hace cada vez más difícil buscar un sustituto que sepa hacerse cargo de las estructuras terroristas.
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El momento más activo de la banda se produjo tras la tregua de Lizarra. El entonces dirigente de ETA, Francisco Javier García Gaztelu, 'Txapote', había aprovechado ese periodo para crear veinte comandos, en su mayoría con activistas 'no fichados'. Fue la última vez que la organización consiguió algo parecido. A raíz del incremento de la presión policial a ambos lados de la frontera, esta capacidad de reclutamiento desapareció en apenas tres años. «Un elevado porcentaje de grupos desmantelados lo fue antes de que hubieran cometido ningún atentado», sostiene el análisis del CMVT.
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A partir del cambio de siglo, la banda comienza a interiorizar que la presión policial es efectiva y que ya es incapaz de llevar a cabo sus campañas terroristas. El informe destaca que a partir de esa época se desatan varias crisis internas en las que «sectores insatisfechos con la actividad de la banda expresaron protestas internas que fueron sancionadas por la vía disciplinaria». En esa fecha se produce la denominada 'Crisis ESA (Ekintza Saila)' en la que mandos medios del aparato militar suscriben un documento en el que exigían un cambio en la dirección que permitiese cometer más atentados e incluso se criticaba a la izquierda abertzale. El entonces jefe de la banda 'Mikel Antza', tuvo que aplicar todo su poder para sofocar la rebelión y obligó a los autores del texto a retractarse.
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Las disensiones internas no hacen sino aumentar ante los éxitos policiales contra la banda. La mas grave se produce entre 2007 y 2008, cuando jefes etarras como 'Txeroki' protagonizan un golpe de estado y expulsan a Francisco Javier López Peña, 'Thierry', el máximo dirigente etarra en ese momento y al que culpan de todos los males de la organización. ETA se sitúa al borde la escisión pero la detención de los depurados impide que la guerra civil vaya a más. En ese contexto, recuerda el informe del Memorial, «aparecen voces que piden el abandono de las armas como consecuencia de su impotencia (operativa)». La discusión fue vencida por quienes querían seguir con el terrorismo.
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El CMVT destaca que «la ilegalización de HB-Batasuna y el respaldo de esta decisión por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en 2009, abrió un conflicto de intereses entre ETA y su brazo político». Por primera vez en el seno de la izquierda abertzale hay voces que cuestionan de forma interna la actuación de la banda ya que se asume «que la derrota de ETA podría arrastrarles si no marcaban distancias a tiempo». En ese momento se produce la paradoja de que las actuaciones policiales benefician a los dirigentes de la izquierda abertzale, ya que la cúpula etarra, acosada y en fuga, no consigue imponerse a sus representantes políticos.
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El 20 de octubre ETA anunció que renunciaba a la violencia. Esta decisión «forzada por el Estado», sin embargo, era efectivo desde un año antes, cuando la banda ya era incapaz de actuar y, por ejemplo, había anunciado que abandonaba la extorsión a empresarios. Aún así, cometería todavía un asesinato, el del gendarme francés Jean Serge Nerin, cuando intentaba robar coches de lujo en un concesionario. Según la lectura realizada por el CMVT, la banda «no dejó el terrorismo porque hubiera evolucionado o por cambios en las circunstancias políticas, sino por incapacidad para desarrollar un nivel de violencia mínimamente eficaz para sus intereses».
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El 8 de abril de este año ETA hace oficial su desarme. Se trató de una puesta en escena llevada a cabo en Francia y en la que contó con el apoyo de grupos de ultraizquierda franceses y los partidos nacionalistas. Sin embargo, fue un desarme parcial, ya que una parte de las armas no fueron entregadas. Según se cita en el informe, este armamento pudo haber sido robado por un sector disidente antes de su puesta a disposición de las autoridades galas, algo que ETA está tratando de ocultar. El análisis destaca que se trató de una entrega de las armas «forzado después de que la banda hubiera fracasado en su intento de negociarlo a cambio de contrapartidas con los Gobiernos de España y Francia».
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