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elcorreo.com
Lunes, 18 de diciembre 2017
Semana y media para que acabe el año y es hora de hacer balance. También de aquello con lo que amartilleamos los oídos durante los pasados 365 días, de aquello que proclamaremos en la reuniones de amigos como «lo mejor del año».
No es raro ... encontrar estos días multitud de listas de los elegidos como los mejores álbumes de un 2017 que ya está en las últimas. En Musi-k también lo hicimos, con un variopinto muestrario de los ganadores del año según diferentes publicaciones especializadas de todo género y condición.
Igual de variopinta es la selección del mejor disco del año según los redactores de Musi-k. Lo que sigue es un listado de una decena de álbumes que no pueden ser más diferentes entre sí: del black metal al pop de radiofórmula, pasando por el rap metal, el trip-hop o el rock euskaldun. Para todos los gustos, pero de verdad.
Estos han sido los discos más destacados del año para los redactores de Musi-k:
Por: Silvia Cantera
Tres años después de publicar 'Denbora da poligrafo bakarra', la trilogía musical con la que Berri Txarrak celebró dos décadas sobre los escenarios, llegó 'Infrasoinuak', el noveno álbum del trío navarro. El grupo, que tuvo una inesperada repercusión este verano después de actuar en Nantes ante un único espectador, recupera su esencia con diez temas nuevos. Producidos por Bill Stevenson y bajo su propio sello, Only the Dreams, forman un trabajo que regresa al sonido más punk de la banda. Los de Lekunberri comienzan con una auténtica declaración de intenciones, la rasgada 'Dardararen bat'. Marca el hilo conductor de un disco especialmente guitarrero, pero que no abandona las melodías pop que ya exploraron en temas como 'Lemak, aingurak' en el sencillo 'Spoiler'. 'Beude', otro de los cortes más relajados, homenajea a sus salas de conciertos favoritas, mientras que 'Zuri' es una afilada y cañera crítica al racismo. Berri vuelve a mostrar que sus creaciones, llenas una vez más de denuncia social, pasan por encima de cualquier barrera idiomática. Para muestra, la gira que en unos meses les hará recorrer Australia.
Por: Iker Marín
Recientemente se celebró en San Sebastián un festival con la actuación de NCC, Señor No y Lie Detectors. Tras la actuación de los últimos saludaba un sonriente Fermin Muguruza. El tiempo siempre pasa volando cuando hablas con él. Su hiperactividad creativa es tal que necesitarías un tiempo del que no dispone para preguntarle por sus proyectos. Por lo tanto, había que ir al grano y averiguar algo más sobre su nuevo disco junto al dúo barcelonés de música industrial The Suicide of Western Culture. Sabíamos que se publicaba el 1 de diciembre y ya habíamos oído dos singles de adelanto que dejaban claro que FM había dejado de lado el reggae y dub de sus últimos trabajos para volver a reinventarse y dar una nueva vuelta de tuerca a una trayectoria artística que se define por el inconformismo. Así lo confirmó él mismo aquel día con una gran sonrisa.
Con 'B-Map 1917 + 100', álbum que puede incomodar por su radical sonoridad, Muguruza firma junto a TSOWC un disco que ya está entre los mejores de su carrera. Porque este nuevo álbum es arriesgado y complejo pero una vez que te atrapa no te suelta. FM al micrófono busca «mapear el rugido de la indignación» y lo hace acompañado por los ritmos brutales e hipnóticos de TSOWC. Ritmos industriales repetitivos que le confieren al disco el rango de «conceptual» como reconoce un FM que señala que este disco «es una pieza clave dentro de todo lo que he hecho en mi vida». Palabras mayores.
Por: Óscar B. de Otálora
En 'Dunkirk', Hans Zimmer ha conseguido que el tic-tac de un reloj suene mortalmente angustioso y que la música de una película se convierta en un protagonista más de un filme. Esta composición de Zimmer es sin duda uno de los discos de 2017 para aquellos que aman las bandas sonoras. Desde hace décadas, este compositor de origen alemán es el encargado de poner sonido a los principales éxitos de Hollywood y su talento ha llegado al extremo de escribir temas que superan con mucho la calidad de las películas a las que van dirigidos. Con 'Dunkirk' lo ha vuelto a hacer. Sus temas son pura tensión, ansiedad y miedo a morir. La historia de la película es sencilla y real. El Ejército británico quedó atrapado en Dunquerque (Dunkirk) al comienzo de la Segunda Guerra Mundial y si no era evacuado en cuestión de horas todos los soldados serían exterminados por los nazis. Christopher Nolan, el director, rueda una película visual, casi cine mudo, y deja que el espectador se conmueva con la música y las imágenes de héroes y cobardes enfrentados a su destino. Para ello, Zimmer realiza una de sus grandes composiciones, en la que la sensación de que el tiempo corre más rápido que cualquier rescate se acentúa con unos ritmos sincopados y electrónicos. A veces, el tic tac del reloj se mezcla con el pulso de las olas del mar o con pequeños arreglos en los que suena el motor de un avión o el viento en los diques. Una obra de arte agónica, con emociones aceleradas y el pánico retumbando al fondo.
Por: Julio Arrieta
En el peculiar mundillo del black metal, y sobre todo en sus variantes más avanzadas, abundan los 'grupos' que en realidad están formados por una sola persona. El caso más conocido es probablemente el de Burzum, el proyecto del inefable Varg Vikernes, pero en realidad son legión (ColdWorld, Skyforest, Vinterriket...). Myrkur es uno de estas bandas unipersonales, aunque destaca porque detrás de este nombre no se oculta un expresidiario noruego ni un sociópata ruso o ucraniano, que parece que es lo normal en esto, sino la multiinstrumentista Amalie Bruun, una actriz y cantante pop danesa, dos factores que la han convertido en objetivo de ataques bastante sonrojantes por parte de la parroquia blackmetalera más misógina y garrula. 'Mareridt' (pesadilla en danés) es el cuarto disco de Myrkur, una mezcla muy bien producida y sorprendente de black metal, folk, dark ambient y el rock gótico más etéreo, cuya escucha puede resultar algo difícil para quien no esté acostumbrado a los extremos de este espectro musical, pero que puede agradar lo mismo a los fans de Loreena McKennitt y Enya, que a los de Dimmu Borgir o Darkthrone.
Por: Carlos Benito
Desde el inicio de su carrera a principios de los 90, Lagartija Nick nunca habían tardado tanto en lanzar un disco nuevo (¡un vacío de seis años!), así que los más derrotistas entre sus fans ya nos empezábamos a temer que hubiesen claudicado ante la tentación de la nostalgia: al fin y al cabo, sus últimas giras habían rescatado la formación original para centrarse en sus primeras referencias, una música siempre arrebatadora pero encapsulada en su propio mito. Nos equivocábamos, porque con Lagartija Nick no hay conformismo que valga. A estas alturas, el grupo granadino se ha descolgado con un álbum número 13 que recupera la ambición casi temeraria de sus tiempos más audaces, a través de un rock tenso y urgente que reafirma su viejo vínculo con el flamenco (ahí está de nuevo, en 'La leyenda de los hermanos Quero', el escalofrío del legendario 'Omega') y suma cualidades de todas las fases de su trayectoria. Antonio Arias y los suyos jamás han hecho un disco malo, ni siquiera en aquella época de electrónica industrial que algunos contemplaron con desdén, pero 'Crimen, sabotaje y creación' es tan deslumbrante que restringir su alcance al ámbito del rock español supone cometer una injusticia.
Por: Eider Burgos
Que a los 16 años David Bowie te coja de la mano en una fiesta y proclame que eres el futuro de la música no es baladí. Le ocurrió a la neozelandesa Lorde tras lanzar su debut, 'Pure Heroin', un relato sobre los estragos de la adolescencia, el nacimiento de una identidad y las primeras experiencias. Una perspectiva juvenil que de alguna manera llegó a todas las edades y se aupó a las listas de lo mejor de 2013. En medio del 'hype', bajo la presión de marcar un retorno de similares resultados y al borde de cumplir la veintena, Ella Marija Lani Yelich-O'Connor, que así se llama la artista, vivió su primer gran desamor. De paso, le concedieron el hilo argumental de su segundo álbum, irónicamente titulado 'Melodrama'.
Pero no se confundan: esta no es la respuesta despechada y pueril de una adolescente. Lorde siempre se ha caracterizado por una atípica madurez que una vez más ha plasmado en unas letras sobre el recuerdo, la catarsis y la posterior entrega al hedonismo. También en los sonidos, que en esta ocasión van más allá del trip-hop de su debut y se mezclan con lo experimental, la electrónica, el pop mainstream llevado a su terreno y aires de Kate Bush. Un desnudo integral el de la neozelandesa que noquea por su brutal brutal sinceridad y una autobiografía sin filtros.
Por: Gabriel Cuesta
Más de dos años han tenido que esperar los seguidores de Pablo Alborán para conocer 'Prometo', el cuarto trabajo del cantante malagueño. El tiempo ha merecido la pena. A la semana de su lanzamiento -el 17 de noviembre- ya se posicionó en el número 1 en la lista de ventas de álbumes más reproducidos en plataformas digitales en España.
Su nuevo trabajo no pierde la esencia que le ha llevado a lo más alto. Hay dos joyas de la corona. La primera es 'No vaya a ser', con un acompañamiento instrumental más vertiginoso y una letra pegadiza. A Alborán le saltan las dudas sobre si darle una segunda oportunidad a la chica que le rompió el corazón en el pasado. No es, sin embargo, un tema que desprenda tristeza. Al contrario, posee un rasgo latino sin precedentes en el repertorio del malagueño. Su otra 'niña bonita' es 'Saturno'. Una composición melancólica al piano en la que, esta vez sí, un emocionado Alborán lamenta la pérdida de su amante. Los astros representan aquello que pudo ser no será: «En Saturno viven los hijos que nunca tuvimos. En Plutón aún se oyen gritos de amor.En la Luna gritan a solas tu voz y mi voz». Es un «perdón» por su parte ante una situación por la que ambos son culpables. «Cosa que nunca pudimos hacer peor». Una melodía mucho más pausada que deja un mayor protagonismo a la composición.
Por: J. Mikel Fonseca
Eran los 90'. No existía Spotify, la crisis no había azotado todavía la vida de millones de personas y Donald Trump no era el presidente de Estados Unidos. El rock venía de los 80', una década con mucha épica, maquillaje y chupas de cuero, y aún quedaban unos años para que el nuevo milenio pusiese la industria patas arriba. El fin de siglo alumbró bandas innovadoras, talentosas y sobre todo, muy protestonas. En sus cuatro discos de cruda mezcla de rap, metal y punk, los californianos Rage Against The Machine advirtieron reiteradamente de los riesgos del capitalismo descontrolado, los recortes de libertades y hasta vaticinaron a un showman sentado en el Despacho Oval. Han pasado 25 años; ya no existe Rage Against The Machine y Donald Trump es presidente de EE UU. Casi, casi profético.
Por ello, no es de extrañar que este ave fénix de supergrupo que se han montado Tom Morello, Tim Commerford y Brad Wilk (Rage Against The Machine, Audioslave) con DJ Lord y Chuck D (Public Enemy) y B-Real (Cypress Hill) lleve por nombre, precisamente, Prophets of Rage. Empezaron a rodar juntos el año pasado con el tour 'Make America Rage Again' y este septiembre estrenaron elepé. El resultado es un trabajo macarra pero muy pulido, que se mueve a gusto entre el funky callejero a lo Afrika Bambaataa y el rock springsteeninano llena-estadios. El single, 'Unfuck The World', es una lección magistral de cuatro minutos y diez segundos sobre como hacer buen hardcore: ritmos peleones, solos estroboscópicos y hip-hop contundente. Una fórmula sencilla que llevaba demasiado tiempo desaparecida. Desde luego, no va a 'desjoder' el mundo, pero por algo se empieza. Se echan de menos los gritos viscerales de Zach de la Rocha, pero, eh, ya no son los 90'.
Por: Óscar Cubillo
El cantante y poeta Ricardo Lezón, líder de McEnroe, compuso este su debut en solitario durante dos años en los que vivía en el campo soriano, en Noviales, donde trabajaba en un hotel rural. Ahora ha regresado a Getxo y desde aquí defiende esta 'Esperanza', ópera prima fascinante, magnética, naturalista, apacible, tierna, metafórica y cálida. Es que Ricardo ya ni parece atemorizado ante el micrófono. «Ahora disfruto cantando, y cuando disfrutas todo es mejor», nos confesó.
Ricardo debuta en solitario porque «ha coincidido una época de cambios vitales en los miembros de McEnroe: paternidades, viajes, cambios de trabajo, etc. Se ha paralizado un poco el ya de por sí «lento caminar del grupo». En su cancionero flotante, tan ilustrado como 'La Buena Vida', 'Le Mans' y demás, Ricardo entona seguro pero siempre tremolante y grácil, y delega las músicas en Txomin Guzmán, líder de Fakeband, quien puede prender el soul de los vientos sugerentes y la solemnidad de Antony, o llevar las guitarras titilantes a los terrenos insomnes y post-rock de The National.
Oíd cómo canta: aúllan lobos esta noche…
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