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Silvia Cantera
Miércoles, 1 de marzo 2017, 17:06
Con el optimismo por bandera ha conseguido hacer un disco especialmente alegre. «No lo busco, me sale de forma natural», reconoce David Otero. 'El Pescao' sale a la superficie para reivindicarse, esta vez con nombre propio. Se desprende del seudónimo que con el que arrancó ... su carrera en solitario, su punto y aparte tras El Canto del Loco. «Hay días en que me digo '¡ostras! todo eso me pasó a mí'. Aún me sorprende», reconoce.
Comenzó su carrera en solitario diciendo que David Otero sonaba a cantautor, y que por eso prefería llamarse El Pescao. ¿Por qué ahora ese cambio?
Me he dado cuenta de cosas en las que no reparaba entonces. Me escudaba en esa teoría, pero en realidad me defendía de cualquier cosa que pasase. El Pescao era una especie de escudo que me permitía de alguna manera no enfrentarme a muchas cosas. Cuando me doy cuenta de todo eso es cuando decido ponerle mi nombre y ser un poco más honesto conmigo mismo: 'Venga, deja de ponerte excusas, chaval, no pongas cosas por el medio y sé tú mismo'.
¿Cuáles eran esos miedos que le impedían avanzar?
Cuando vienes de un proyecto tan gordo como el Canto del Loco te surgen miles de inseguridades. Estás en una montaña altísima y de pronto bajas a la tierra pero con esa perspectiva de 'guau, mira dónde estaba hace un rato, ahora tengo que volver a escalar'. Y ahí te surgen muchas inseguridades. Arrancar de cero siempre genera cierta ansiedad. Ahí está el quid de ponerte cosas delante y eliminar todos esos miedos a base de escudos. Eso es lo que me ha pasado.
Ha explicado en alguna ocasión que el cambio de nombre no supone dejar algo atrás sino mirar hacia delante. ¿Hay algún aspecto de su carrera que preferiría dejar atrás?
De todas las circunstancias, por feas que sean, se saca algo para aprender. El que busca dejar situaciones atrás es porque no quiere enfrentarse al aprendizaje que viene con cada uno de esos momentos. Intento crecer con cada una de las cosas que me pasan; aunque aprendo mucho más con las malas, cuando tengo algo dentro que me remueve la tripa. Cuando aprendes algo le tienes que dedicar un esfuerzo emocional, intelectual, y a veces esos esfuerzos a la mente y al cuerpo no le apetecen. Entonces ahí está la cosa: ¿lo hago o no lo hago, lo aprendo o no lo aprendo? ¿Me dejo llevar o le planto cara y saco algo positivo de esta situación?
¿Le cuesta cerrar etapas?
Lo llevo bien. Soy muy desprendido y no estoy obsesionado con que los tiempos pasados fueron mejores. Lo mejor está por venir y así está siendo ahora. Lo pasado estuvo bien, me lo pasé superbien, pero ya está.
Le ha vuelto a salir un disco muy optimista. ¿Tiende a componer con ese estado de ánimo?
Es bastante natural. Me considero una persona optimista en mi día a día. No me fuerzo a ser alegre, a hacer una música alegre o a hacer las cosas de una forma alegre porque me sale así. Como todos, también tengo días en los que me encuentro mal, pero en líneas generales mi día a día es divertido. Siempre estoy buscando cosas nuevas y diferentes y eso se refleja en mi estado de ánimo. Si tendiese a estar solo, triste o melancólico, probablemente la música saldría de otra forma. Quizás con mi anterior disco, 'Ultramar', sí que tuve una etapa de mayor introspección, de buscarme a mí mismo desde otro punto de vista. Este disco es todo lo contrario, es otro tipo de búsqueda pero desde la perspectiva de pasármelo bien, desde otro enfoque.
¿Sigue componiendo en el coche?
Lo he intentado esta vez, pero no he sido capaz de hacerlo. Ya no es como cuando tenía 19 años, que me encantaba. Se daban situaciones divertidas. Cuando quería componer era por la noche, cuando venía de la universidad y en casa con mis padres no podía. Me saqué el carnet con 18 y el coche era algo así como mi lugar de escapatoria. Me buscaba algún sitio por ahí tranquilo, sacaba mi cuaderno y me ponía a escribir canciones. Entonces alguna vez aparecía por allí un policía que me miraba extrañado. Cuando veía que ese tío raro estaba con una guitarra cantando se quedaba tranquilo porque no suponía una amenaza para la sociedad (risas).
El videoclip de su nuevo single, 'Aire', recoge sus vivencias cuando estuvo de vacaciones en Sri Lanka. ¿Cómo fue la grabación?
El viaje lo tenía ya programado. Escuchando la canción me vino a la cabeza que le pegaba mucho un vídeo de una aventura, viajando por ahí con mar, con paisajes Cogí un par de cámaras, nos fuimos mi chica y yo y entre los dos lo grabamos. Trajimos unos 280 gigas de material. Lo montaron en Sony Music y todos quedamos encantados con el resultado. Es uno de los vídeos más bonitos que tengo y lleva ya más de 200.000 reproducciones en dos semanas. Es un numerazo para un artista como yo, que todo lo que supere las 100.000 en un vídeo es un montón, así que imagínate.
En la canción 'David y Goliath' hace una reflexión acerca del éxito.
Como dice la canción, ahora vuelvo a ser lo que he sido siempre; después de tocar en escenarios noche tras noche ante miles de personas vuelvo a ser un poco el pringado que era antes. Lo digo de una forma divertida, pero es la realidad. Nunca dejas de ser una persona normal y corriente, pero existe la tentación de acomodarte y de creerte que no dejará de ser así. La vida es maravillosa y te da la oportunidad de aprender de todo: de subir a la montaña, de bajarla y de aprender de cuando estás arriba y abajo. Se trata de disfrutar de cada paso y no anclarte. Cuando pienso en todo aquello, casi que lo pienso como 'ostras, todo eso me pasó a mí'. Aún me sorprende.
¿Seguir siendo una persona reconocida pero sin generar el fanatismo de El Canto del Loco le ayuda a tomarse la vida con más calma?
Pues la verdad es que yo en aquella época también lo vivía muy tranquilo. Era mucho más lo que se veía desde fuera. Cuando acababa mi trabajo y me bajaba del escenario era todo paz. Iba al camerino, me comía un plátano y salía a caminar por la ciudad en la que estuviera a hacer un poco de turismo. Me he recorrido todas las ciudades de España así, gracias a los conciertos que daba. Cuando acababa no era más que un tío con una mochila que se iba a sacar fotos de noche por una ciudad o a descubrir algún rincón bonito.
Mantiene ahora una relación muy cercana con sus seguidores.
Siempre la he tenido. Cuando estaba en el Canto, la relación era otra porque no había redes sociales, pero al final conocías a todo el que quería estar ahí. Es bonito. Aunque también te digo que me encantaría llenar estadios y no abarcar. Sería precioso. Pero en el momento en el que estoy, soy feliz. Disfrutando de la gente a la que le gusta mi música. Después de los conciertos me quedo siempre de charla, salimos a tomar algo y la gente se acerca. Es un placer.
«No hay ningún enemigo»
Tienen que estar ya cansados de que les pregunten por una posible vuelta de El Canto del Loco.
Pues sí (risas), nos lo han preguntado tantas veces Y siempre decimos lo mismo: no tenemos ni idea. Si sucede, volveremos y si no, no lo haremos nunca. No decimos ni que sí ni que no, ni blanco ni negro. Esa es la respuesta. Cuando m junto con mi primo (Dani Martín) hablamos de todo menos de eso. De cómo nos va, de la familia, de fútbol, política Pero normalmente es todo al margen del curro porque lo hemos vivido tanto juntos que cuando nos vemos surge una conversación mucho más familiar. Como con cualquier colega, que no me está preguntando todo el día sobre el disco o mis conciertos.
¿Cómo se les ocurrió preparar una gira a la carta, mediante votaciones?
Hay que pensar en cuáles son los sitios a los que la gente te quiere ir a ver, acercarte y ser un poco democrático con eso. La iniciativa ha sido espectacular. La gente siempre agradece que le des voz, se activan, te proponen y la verdad es que ha sido un movimiento muy chulo que quizás tenga continuidad.
¿Por qué ha optado por volver por Sony tras varios años trabajando al margen de la discográfica?
Cuando conoces todas las realidades desde todos los puntos de vista, a veces, te das cuenta de que lo que creías que era bueno para ti, al final no lo es, y viceversa. Está bien equivocarse y meter la pata. No hay que tener miedo a decir 'aquí me equivoqué'. Estar solo, depende de para qué artista puede ser horrible o maravilloso. Soy una persona que necesita ayuda a la hora de hacer las cosas, no soy capaz de hacerlas solo, ni mucho menos. Así que cuanta más gente ayude y cuanto más equipo haya que aporte desde un punto de vista positivo, mejor. No hay ningún enemigo, hay que disfrutar de compartir las cosas con aquellos a los que les gusta lo que haces y que haya una buena predisposición para trabajar, que es lo importante.
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