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Óscar Casado
Sábado, 14 de abril 2018, 22:59
Saber valorar el patrimonio. Esta es una idea que no siempre se pone en práctica, ya sea porque choca contra otros intereses o simplemente por falta de voluntad. Sea cual sea el motivo, en una localidad como Miranda, con un pasado industrial como el que se lucía hace un tiempo, la parte vinculada a las antiguas factorías es algo respecto a lo que cabe preguntarse.
Desde Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla y León (COACYLE) su vicesecretaria, Cristina Barrón, ha defendido esta puesta en valor, como una forma de mantener emblemas, como por ejemplo la antigua chimenea de Fefasa.
Para tratar de mostrar las posibilidades de las instalaciones fabriles, desde el COACYLE y junto a la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Valladolid se ha puesto en marca un concurso de ideas para sus estudiantes, para que sobre los terrenos de la papelera sean capaces de desarrollar una serie de proyecto, que se valorarán por un jurado, y cuyo primer premio tiene una cuantía reservada de 300 euros.
Barrón explica que se han establecido tres categorías, todas ellas vinculadas con los edificios singulares que se demanda conservar y que fueron incluidos el Docomomo de arquitectura moderna. Una lista en la que están, además de la chimenea, el antiguo almacén de paja y el edificio de la depuradora.
Las opciones que se platearán por parte de los alumnos no tienen porque plasmarse en la realidad, aunque por lo menos este concurso se ve como combustible para avivar el debate sobre la necesidad de conservar este patrimonio. No obstante, Barrón pone como ejemplo otro concurso universitario que sí que se cristalizó en la Capilla de Olav, en la localidad burgalesa de Covarrubias.
Una de las partes se base en hacer una escuela de moda en el almacén de paja. En este sentido, «el uso que se plantea no es tan importante como el hecho de que se vea que un uso totalmente distinto al de uno fábrica puede instaurarse», resalta Barrón, que explica que de esta manera se ve que este inmueble se puede recuperar para otro fin. En cuanto al edificio de la depuradora, su utilidad es libre y los alumnos deberán de ofrecer soluciones a su restauración y a cómo darle vida.
También hay otra tercera categoría que se basa en un aspecto más paisajista «enfocado a rehabilitar toda la zona y darle un uso que sea agradable para recuperar todo el entorno». Dentro de esta parte, la idea se basaría en recuperar este espacio «para el uso ciudadano» aunque con la compra de parte de los terrenos por parte de JSV ya es imposible en toda su totalidad.
Por este motivo, el inicio de la venta de los terrenos, al margen de que una u otra parte se pueda desarrollar en la realidad, el concurso se ve como una manera de «mostrar a los administradores concursales que hay más usos al margen del fabril». Además, Barrón también destaca que en un plano más cercano con estas acciones, se hace ver al Ayuntamiento «que recuperar terrenos como un nuevo pulmón» es posible.
Catalogación
En este sentido, Barrón espera que con este concurso Fefasa interese más allá de la ciudad, lo que significaría dejar de ser un «localismo» y ganar argumentos para su conservación. Pero también tiene una vertiente de puertas para adentro. De esta manera se podría poner en valor las naves de Sánchez del Río de «la pajera y la depuradora que están hechas con un sistema patentado por él que permite esas grandes luces». Un método que se ha utilizado en el Palacio de los Deportes de Oviedo «que es un edificio reconocidísimo» a diferencia de lo que ocurre en Miranda.
Al margen de su valor y sin entrar en el reconocimiento, la vicesecretaria de COACYLE manifiesta que ninguno de los edificios cuenta con algún grado de protección. Algo dependiente del Ayuntamiento que puede hacerlo «exponiendo los criterios y con una revisión del Plan General», destaca. Además, afirma que desde el Colegio, Docomomo y por parte de Patrimonio de Burgos se ha solicitado al Consistorio la catalogación sin lograr respuesta sobre algo que ni siquiera está documentado.
Su defensa sería el primer paso para no perder desde «lo simbólico» de la chimenea hasta la el patrimonio construido. Una línea de conservación hacia la que Barrón destaca que va la arquitectura.
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