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Ander Garrido
Domingo, 27 de agosto 2017, 00:59
Tener la oportunidad de escoger dónde trabajar es un privilegio del que hoy en día, con los aún altos índices de desempleo y la incuestionable precariedad a la que están sujetos tantos empleados, pocos pueden presumir. Y en ese punto, es determinante no errar en la elección y analizar muy bien los pros y los contras. Pues bien, tras el salario a percibir -el factor que siempre ha sido determinante-, los españoles desean desarrollar su vida profesional en una compañía que les permita equilibrio entre el trabajo y la vida personal y que les ofrezca un buen ambiente en sus puestos.
Así lo concluye el informe Randstad Employer Brand Research 2017: un 63% de las 7.200 personas encuestadas en España, casi dos de cada tres, se decantan por el sueldo si están en condiciones de elegir entre dos empresas. Como segunda opción -y aquí está la novedad- se sitúa la conciliación laboral, que sube diez puntos porcentuales respecto al mismo estudio del año pasado; en tercer lugar se encuentra disfrutar de una atmósfera agradable, la opción elegida por el 49%.
¿A qué se debe el repentino repunte de la conciliación en esta lista? «Se explica, principalmente, porque son los hijos de los profesionales que han estado toda su vida ‘explotados’ los que están empezando a incorporarse al mercado laboral. Y no quieren vivir lo que han visto en sus casas. Al igual que no quieren una hipoteca, un matrimonio para toda la vida o un trabajo en el que estar veinte años», explica María Erkoreka, experta en recursos humanos. «La conciliación laboral es importantísima en estos tiempos porque ha habido muchos padres que se han perdido la infancia de sus hijos por estar trabajando de sol a sol. Ahora existe la posibilidad de que no ocurra y, por eso, los trabajadores lo demandan». Las cosas van incluso más lejos. «Nos hemos dado cuenta de que también necesitamos tiempo para nosotros mismos. Queremos estar con nuestros amigos, ir al gimnasio, quedarnos en casa leyendo... Eso antes ni se concebía», añade.
Pero no solo por eso deja de llamar atención el ascenso de este factor entre las preferencias de los trabajadores. Esta circunstancia destaca en España por encima de los otros 26 países en los que se ha llevado a cabo la encuesta, que suponen el 75% de la economía mundial y donde se han efectuado 160.000 consultas: el porcentaje es un 10% superior al de la media internacional. Puede tener una explicación. «En otros países ya existe una cultura de la conciliación. España está a la cola, y los horarios laborales son el mejor ejemplo para demostrarlo. Nos llevan mucha delantera».
Son las mujeres las que más apuestan por un equilibrio entre el trabajo y la vida personal, las fórmulas de trabajo flexibles o un atractivo ambiente; mientras tanto, los hombres encuentran más importante una buena situación financiera de la empresa, su reputación o el uso de las últimas tecnologías, sobre todo en los sectores de la electrónica de consumo, la automoción o los medios de comunicación. «Dan valor a cosas diferentes porque están ocupando puestos de trabajo diferentes. También tiene que ver con que las mujeres han sufrido mucho en cuanto a embarazos o cierto tipo de bajas, algo que la sociedad española todavía no ha conseguido resolver. Si se le pregunta a una trabajadora que tenga esta cuestión cubierta, la respuesta no sería tan desigual».
También se ve un claro salto generacional. Los jóvenes, esos millennials tan estereotipados respecto a su falta de actitud o sus escasas ganas de permanecer en su lugar de trabajo una vez finalizada su jornada, consideran más importantes las oportunidades de progresión profesional, la diversidad y la inclusión de la responsabilidad social corporativa. Los trabajadores de más edad, en cambio, optan por la estabilidad laboral.
El informe también señala que, en la mayoría de ocasiones, las expectativas de los empleados no se cumplen. El equilibrio entre el trabajo y la vida personal, un ambiente de trabajo agradable y la estabilidad laboral, son factores que, aunque muy deseados, no suelen ser habituales. «El principal escollo que tenemos en España es la legislación laboral y fiscal», razona Erkoreka. «En otros países, las leyes son muchísimo más flexibles tanto para el asalariado como para la compañía».
Pero, ¿y en Euskadi, donde se presume de las buenas condiciones sociolaborales respecto al resto del país? «En el País Vasco el empresariado es muy tradicional y conservador. Para poner en marcha novedades tenemos que haberlo visto en el vecino, en el competidor o en el proveedor. Y a ver quién es el primero que se atreve». Sea como fuere, parece que los tiempos cambian y que todos, empresas y trabajadores, deberán adaptarse y buscar puntos en común.
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