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IGOR BARCIA
Miércoles, 13 de diciembre 2017, 08:20
Amante de los retos en el ciclismo, Chris Froome se ha topado con el más importante que ha tenido que afrontar en su victoriosa carrera deportiva, demostrar que su enérgica defensa por un deporte limpio y sin dopaje se puede mantener en pie tras ... dar positivo por Salbutamol –medicamento habitual en el Ventolin– en uno de los últimos controles a los que se sometió en la pasada Vuelta a España. El anuncio de que los restos del medicamento contra el asma en la orina del británico superaban con creces los límites de lo establecido por la UCI para estos casos suponen un golpe al ciclismo de todavía desconocidas consecuencias, al tratarse de su referente mundial, el ciclista que ha enarbolado la bandera de un deporte limpio ante las sospechas que siempre han rodeado a su equipo, el Sky, y un corredor siempre dispuesto a ofrecer todas las facilidades posibles para demostrar que se puede ganar sin dopaje. Pero tras el anuncio de su positivo, el mundo del ciclismo vuelve a verse marcado por la lacra del dopaje y a ser golpeado donde más le duele, en su gran referente.
En su defensa, Chris Froome ya ha anunciado que está dispuesto a facilitar toda la información necesaria a la UCI para demostrar su inocencia, y ha recordado que «es bien sabido que tengo asma y conozco exactamente cuáles son las reglas. Uso inhalador para controlar mis síntomas y sé con seguridad que seré sometido a pruebas todos los días que lleve el maillot de líder de una carrera». El problema es que en su orina del control al que fue sometido el 7 de septiembre, en la 18ª etapa con llegada a Santo Toribio de Liebana, la concentración de Salbutamol era de 2.000 nanogramos por mililitro. «La UCI confirma que notificó al corredor Chris Froome un resultado de análisis anormal por presencia de salbutamol superior a 1.000 ng/ml, el límite permitido por la Agencia Mundial Antidopaje. El análisis de la muestra B confirmó el resultado de la muestra A del corredor», ha precisado el máximo organismo del ciclismo en su comunicado. La AMA considera que más de 1.000 nanogramos no es uso terapéutico, a no ser que el deportista pruebe a través de un estudio que su uso y la dosis superior a la permitida es para uso terapéutico.
Para justificar estos resultados, el propio corredor ha explicado que «mi asma empeoró durante la Vuelta». Un ataque repentino que llevó al equipo y a Froome a aumentar la dosis de Ventolin para controlar la situación de cara a las etapas finales de la ronda española, donde el británico era líder pero tenía que afrontar las etapas cántabras y asturianas, con la llegada en alto a Liebana y la penúltima al temible Angliru. «Lo hice siempre de los límites permitidos», ha declarado el corredor, que en su comunicado ha añadido que «me tomo muy en serio mi liderazgo en el deporte. La UCI hace lo correcto al examinar los resultados del test y les facilitaré toda la información que requieran.
La notificación del positivo de Froome no implica en estos momentos su suspensión ni la aplicación de una sanción, sino que tanto el Sky como el corredor deberán aportar todo tipo de explicaciones e informes para determinar las causas de la elevada concentración del medicamento en el organismo del ciclista. Sin embargo, sorprende que el anuncio llegue tres meses después del control efectuado en tierras cántabras al entonces líder de la Vuelta, y que desde entonces no se hayan requerido dichas pruebas complementarias para determinar lo sucedido. Y también llama la atención que desde que el 20 de septiembre Froome recibió la notificación del resultado adverso, haya actuado con total normalidad y hace un par de semanas anunciara en la presentación del Giro de Italia que abordará el reto de buscar la victoria en la corsa rosa y después en el Tour.
Habrá que ver qué decisión toma la UCI, pero hay que recordar que en casos similares sí hubo suspensiones. Alessandro Petacchi, Diego Ulissi o Matteo Trentin fueron castigados con entre nueve meses y dos años tras dar positivo por Salbutamol. Y hay que recordar que Igor González de Galdeano dio positivo en el Tour de 2002 y se le aplicó una sanción preventiva de seis meses en Francia en 2003, pese a que la UCI no lo consideró un caso de dopaje.
Hace dos años, en este periódico, Froome hablaba sobre el doblete Tour-Vuelta –que consiguió este mes de septiembre– y aseguraba que «mi meta es ser el mejor deportista que pueda ser y quiero demostrar que se pueden alcanzar éxitos corriendo limpio». Su nuevo reto, el que ahora comienza, es demostrar que la lacra del dopaje no ha alcanzado también a la referencia del ciclismo mundial.
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