
Los 75 años de Daniel Barenboim
Música clásica ·
El pianista y director bonaerense debutó en 1950, cuando tenía solo siete, y es una figura de relevancia internacional más allá de la músicaSecciones
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El pianista y director bonaerense debutó en 1950, cuando tenía solo siete, y es una figura de relevancia internacional más allá de la músicaEs la única persona en todo el mundo con nacionalidad israelí y palestina –además de argentina y española–, ha grabado casi medio millar de discos y DVD, ha dirigido orquestas y tocado el piano en las mejores salas del mundo, ha ganado el premio Príncipe de Asturias de la Concordia y desde hace varios años es un muy serio candidato al Nobel de la Paz. Parece casi imposible que en el currículum de una sola persona quepan tantas cosas, pero el talento y una actividad febril lo han hecho posible. El nombre de quien reúne todos esos hitos en su biografía es Daniel Barenboim y hoy cumple 75 años.
Hijo de pianistas de origen ruso, Barenboim tuvo como profesores a sus padres. Era un alumno más en una casa en la que cada vez que sonaba el timbre de la puerta era alguien que llegaba a tomar su lección. Así que el pequeño Daniel creció pensando que todo el mundo tenía que aprender a tocar el piano porque era lo que veía a diario.
Debutó en su primer concierto público con solo siete años. A los diez toda la familia se trasladó a Israel y justo por aquella fechas tocó por primera vez en Salzburgo. Completó su formación en composición, armonía y dirección con Nadia Boulanger e Igor Markevitch. Con doce años grabó su primer disco y con quince tocó el piano en Nueva York con Stokovski como director. Con veinte se puso al frente de una orquesta. Alguien dijo en una ocasión que, si se hubiera dedicado a la composición, habría sido otro Mozart. Solo ha escrito algunos tangos, pero en la faceta interpretativa ha igualado, al menos, al genio salzburgués.
Dirigiendo a Jacqueline du Pré en el Concierto para violonchelo y orquesta de Elgar
Su carrera ha estado jalonada de éxitos en sus dos facetas de pianista y director, hasta el extremo de que no hay ningún otro intérprete que haya logrado un nivel tan alto en ambas. Ha pasado como titular por algunas de las mejores orquestas y teatros del mundo (Orquesta de París, Sinfónica de Chicago, Staatsoper de Berlín, Scala de Milán...) y como invitado por una infinidad (Metropolitan, Bayreuth, Salzburgo, Filarmónicas de Berlín y Viena, English Chamber Orchestra, etc.) Ha grabado para los sellos de referencia un repertorio amplísimo que va de Bach a la música contemporánea con incursiones en el tango, el jazz y la bossa nova.
Y ha tenido un papel muy relevante en los intentos de conseguir una paz estable en Israel. Tanto es así que durante muchos años estableció contactos con políticos de la región y otros de los países occidentales que influyen en cuanto allí pasa. Con Edward Said tuvo una entrañable amistad que les llevó a crear una fundación y una orquesta (la West-Eastern Divan) en la que forman parte músicos palestinos e israelíes, junto a otros de distintas nacionalidades.
Tocando la sonata ‘Claro de luna’ de Beethoven
En su vida también ha habido etapas muy difíciles. En 1967, con 24 años, se casó con la violonchelista Jacqueline du Pré, un ángel en el escenario, una intérprete de un talento descomunal pero una persona con un carácter muy complicado. Solo cuatro años después de la boda –ella tenía entonces 26–, Jacqueline fue diagnosticada de esclerosis múltiple, enfermedad que la retiraría de la música primero y acabaría con su vida en 1987. Durante los años de sufrimiento que ese mal le acarreó, su relación con Barenboim llegó a hacerse insostenible. Él prosiguió su carrera y volaba a Londres para estar junto a ella cuando le era posible. Llegó un momento en que el matrimonio quedó virtualmente roto. Avanzados los años ochenta, Barenboim se instaló en París con la también pianista Elena Bashkirova, con la que se casó tras la muerte de Du Pré y con quien tiene dos hijos.
En 2006, tuvo que ser hospitalizado de urgencia minutos antes de subirse al podio para dirigir un concierto en homenaje a los 250 años del nacimiento de Mozart. Fue un aviso. Desde entonces, ha aligerado un poco su agenda. Da algunos conciertos menos, aunque no renuncia a baños de multitudes como cuando ha tocado en el Colón de Buenos Aires con su amiga Martha Argerich. Y ha realizado un número inferior de grabaciones, aunque mantiene el gusto por la innovación y en los últimos tiempos ha hecho algunas con un piano nuevo que se ha hecho construir. También su presencia política es menor.
Barenboim cumple 75 años y lleva 68 de carrera musical. No hay muchos artistas que puedan decir algo así.
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