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Seis furgonetas de la Brigada Móvil, los antidisturbios de la Ertzaintza, se encuentran apostadas en la Plaza Moyua. Los ertzainas, fuertemente armados, aguardan a la espera de que se produzca cualquier incidente, mientras otros agentes de paisano pasean por el Casco Viejo buscando radicales. A varios kilómetros de allí, cerca ya de San Mamés, la coordinadora de infantil del Colegio Pureza de María envía un correo electrónico para recomendar a las familias que hoy no envíen a sus hijos a clase. Un padre de otro centro educativo le dice a su hijo que el entrenamiento de su equipo de fútbol no se celebrará en La Peña, como es habitual. No le dice el motivo. Pero es el mismo por el que un hostelero de la calle Pozas se disponía ayer mismo a retirar del interior de su local sillas, mesas y cualquier objeto que podría ser utilizado como arma arrojadiza. El mismo por el que también se suspendió una manifestación que debía celebrarse hoy mismo en el centro de Bilbao y el mismo por el que varios grupos de amigos decidieron que hoy cambiarán su habitual ruta de poteo.
Lo que acaba de leer son sólo unas muestras del evidente nerviosismo que se respiraba ayer en Bilbao con motivo de la llegada de hinchas ultras del Spartak de Moscú. Momentos de tensión que alcanzaron su momento álgido durante el enfrentamiento verbal entre radicales rojiblancos y varios aficionados rusos durante la manifestación convocada, a última hora de la tarde de ayer, contra la presencia de ultras de extrema derecha en Bilbao. Y, poco después, en la calle Hurtado de Amezaga, se produjo una agresión «leve» a un vecino de Bilbao por parte de un grupo de visitantes rusos. De hecho, seis hinchas que «andaban provocando» fueron identificados por las fuerzas de seguridad, según informaron a EL CORREO fuentes policiales. La víctima, en todo caso, se marchó del lugar cuando llegaron los agentes y no presentó denuncia.
800 agentes velarán por la seguridad. 500 ertzainas, 100 policías municipales y 200 vigilantes privados.
3.000 euros es la cifra aproximada que puede costar un viaje a Bilbao desde Moscú. Y hay que tener los impuestos en regla y carecer de problemas con la justicia para viajar.
El conjunto moscovita ha desplazado hasta Bilbao a unos 2.500 aficionados con entrada para ver el duelo de hoy. También está prevista la llegada de varios cientos más que no tienen ticket reservado para poder entrar en San Mamés. Son estos últimos los que preocupan especialmente a las fuerzas de seguridad, porque son más difíciles de controlar. Y, por encima de todos ellos, los miembros de los grupos de aficionados de ultra derecha, que son los que suelen protagonizar los enfrentamientos con las hinchadas rivales y que, además, se encuentran abiertamente enfrentados con los sectores más radicales de la afición rojiblanca. El problema es que no se sabe cuántos pueden haber llegado a Bilbao, aunque en otros desplazamientos suelen rondar el 30%, según explican fuentes policiales.
En estas circunstancias, la Ertzaintza, la Policía municipal y el servicio de seguridad del Athletic han preparado un dispositivo de seguridad que hoy vivirá su momento álgido, con la movilización de unos 800 efectivos -500 ertzainas, 100 policías locales y 200 vigilantes de seguridad-, pero que era muy patente desde ayer mismo con la presencia de numerosos efectivos policiales en los principales puntos neurálgicos de la ciudad.
La tensión que se respiraba en algunos momentos, sin embargo, contrastó con la tranquilidad que se percibía en otros puntos de la capital. En el Casco Viejo, desde primera hora de la tarde de ayer se podía ver a pequeños grupos de aficionados rusos disfrutando de pintxos y cervezas, como unos turistas más. Dasha y Denis tuercen el gesto cuando se les pregunta por los ultras de su equipo, «el más famoso y laureado» de Rusia. Esta pareja asume que existe un porcentaje «pequeño» de radicales que protagonizan incidentes en los desplazamientos de su equipo -nunca en Moscú-, pero insiste en que los problemas los causan, sobre todo, los ultras que se desplazan desde otros puntos. «Para viajar desde Rusia debes tener en regla tus impuestos y no tener problemas con la justicia. Y un viaje de precio medio a Bilbao cuesta unos 3.000 euros. La mayoría somos gente normal», subrayan.
En la Plaza Nueva, una encargada del restaurante Víctor Montes andaba con miedo a que se produjesen incidentes en su local por una información «falsa» que había empezado a circular desde una web. Según esta página, la Ertzaintza había tenido que intervenir en este bar el martes a la noche para evitar una agresión entre ambas aficiones. «No pasó nada de nada», explican. Otro ejemplo del nerviosismo que ayer se apoderó de Bilbao.
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