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SERGIO GARCÍA | EIDER BURGOS
Jueves, 10 de mayo 2018
«Era ahora o no sabemos cuándo». Así resumía el diputado general de Bizkaia, Unai Rementeria, el escenario que ha escogido la institución foral para afrontar la que es sin duda la obra de carreteras más ambiciosa a la que se ha enfrentado en los ... últimos tiempos. Un doble proyecto que se acometerá de manera consecutiva, que pasa primero por abordar la segunda fase de la Supersur, el tramo pendiente de ejecución entre Peñascal y Venta Alta, que ofrece una conexión directa con la Meseta y cuyas obras está previsto que arranquen antes de que acabe el año; y quizá la más esperada, el túnel subfluvial de Lamiako, el tan repetido gemelo de Rontegi que lleva años mostrando síntomas de agotamiento, incapaz de soportar el incesante tráfico que supone ser el único nexo entre ambas márgenes de la ría. Con esta nueva infraestructura, los tres kilómetros de trayecto entre Getxo y Portugalete se recorrerán en menos de 3 minutos.
La operación, desvelaba Rementeria, permitirá redibujar el mapa de la movilidad en el territorio. Plantea dos soluciones de indudable complejidad técnica que obligarán a hacer un importante esfuerzo económico, en total 600 millones de euros; dos proyectos vitales para descongestionar la red vial del Bilbao Metropolitano que se abordarán uno después de otro. ¿Con qué objetivo? Acabar con los tres grandes puntos de congestión que sufre Bizkaia: la A-8 al paso por el Max Center y el nudo de Cruces, Rontegi –al límite de su capacidad, con una media de 145.000 vehículos diarios–; y, por último, La Avanzada, donde el tráfico se atasca todos los días.
El doble túnel bajo la ría –porque serán dos galerías, una por sentido de circulación y con dos carriles cada una– arrancará en la rotonda de Artaza, donde se producirá la mayor afección urbanística. A partir de allí discurrirá más de tres kilómetros bajo tierra hasta aflorar a la superficie en la rotonda del Ballonti que se levanta en las inmediaciones de Nervacero, desde donde se podrá enlazar con el propio Eje del Ballonti, la A-8 y la Supersur. Muy importante: no tendrá peaje. Lo contempla la norma foral al tratarse de una obra 'alimentadora' de la autopista. Lo costeará Interbiak con cargo –entre otras fuentes de ingresos– a las ampliaciones de capital que aporta la Diputación previstas ya hasta el año 2025. Si va todo según los previsto, Rementeria calcula que tanto los 203 millones de la segunda fase de la Supersur como los 380 del subfluvial de Lamiako –ambos IVA incluido– estarán pagados, dicen, para 2031.
El diputado vinculó el actual escenario de colapso circulatorio con la recuperación económica, que ha aumentado los flujos un 7,9% en los últimos cinco años, tasa que se eleva al 21% en las grandes vías. Para combatir esta situación, la Diputación llevaba años diseñando distintas alternativas –un puente giratorio en Axpe, otro fijo en Lutxana, la galería subterránea que ha sido finalmente escogida...–, pero todas chocaban con una realidad inquebrantable: el cuello de botella de Rontegi, auténtico nudo gordiano de una red metropolitana por donde circulan a diario 274.000 vehículos, dos de cada tres de los que se echan a la carretera en Bizkaia (un espacio, recuerdan los responsables forales, que aglutina el 85% de la población del territorio).
La actuación de mejoras que se inicia ahora en el nudo de Kukularra, coinciden los expertos, no es más que una manera de ganar tiempo. Y el verdadero caballo de batalla, insiste el diputado, es mallar la ría y crear alternativas de paso, como ya recordaba el Plan Territorial Sectorial de Carreteras en 1999 y han advertido desde entonces las sucesivas administraciones.
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