A quien madruga, el cuerpo no ayuda

Los investigadores de esta universidad británica, dirigidos por la doctora Angela Clow, realizaron el estudio sobre 42 voluntarios a los que tomó muestras de saliva ocho veces al día durante 48 horas, la primera de ellas nada más despertarse. Los análisis reflejaron que los que se levantaban antes de las 7.21am, tenían niveles más altos de cortisol, la hormona del estrés del cuerpo, que a los que se les pegaban las sábanas.

Como pudieron comprobar, durmiendo todos ellos las mismas horas, los madrugadores se mostraban más propensos al estrés y a la ira, aunque contaban con una mayor capacidad de concentración que los que se levantaban más tarde. En ese sentido, los menos madrugadores tenían un talante más amigable y relajado, lo que, al final, les permitía mejorar las relaciones sociales con su familia y entorno más próximo.

El estudio de la universidad británica se une a otros en los que se señala las ventajas de pasarse parte de la noche en blanco. En ese sentido, la universidad estadounidense de Stanford asegura que acostarse tarde mejora las habilidades cognitivas de la memoria y la capacidad de reacción. Asimismo, la universidad australiana de Adelaida también ha demostrado que las personas aprenden mejor con nocturnidad y alevosía que a primera hora de la mañana. Visto lo visto, está claro que levantarse temprano está sobrevalorado. O, por lo menos, eso dice la ciencia.