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MARTÍN IBARROLA
Miércoles, 26 de abril 2017, 02:36
El profesor Felipe Uriondo entró ayer por la puerta del aula con chaleco y camisa de cuadros, charló un rato con los alumnos de la primera fila y escribió «Circuitos trifásicos» en la pizarra, ajeno a toda polémica. A tres semanas del examen final de la asignatura de Electrotecnia y con la sombra de un conflicto abierto con el profesorado, la primera clase después de las vacaciones era especialmente importante para los estudiantes de tercero de la Escuela de Ingeniería de Bilbao. EL CORREO se coló en el aula sin invitación para comprobar qué ambiente se respiraba en la facultad de San Mamés. En ningún momento hubo aplausos ni discursos y, a rasgos generales, fue una lección de eminente normalidad. Solo entre las mesas de atrás cuchicheaban sobre el éxito de la convocatoria. «Aún no ha empezado la clase y esto ya está más lleno que en las de la mañana». Los estudiantes no tardaron en olvidar la polémica que sobrevuela estos días los pasillos de la facultad para concentrarse en el tono suave y cercano del profesor, conscientes de que la hora y media siguiente podía marcar una diferencia en la prueba final.
La rectora de la Universidad del País Vasco, Nekane Balluerka, no había ofrecido hasta el pasado lunes su opinión sobre el conflicto en la Escuela de Ingeniería de Bilbao. Fue un portavoz del equipo rectoral el que la semana pasada hizo una declaración oficial y anunció que la UPV/EHU había abierto una investigación para aclarar el caso del profesor que ha renunciado a dar clases de refuerzo a sus alumnos fuera del horario lectivo por «presiones» de otros docentes. «En principio, las clases de refuerzo me parecen bien, pero habrá que ver en qué condiciones las daba, y qué es lo que ha pasado ahí», dijo Balluerka en una entrevista en ETB, en la que también recordó que se había abierto un expediente informativo. La rectora rechazó ayer hablar directamente con este periódico sobre el tema, ya que considera que «no debe interferir en la investigación», señalaron los portavoces universitarios.
La UPV/EHU recalcó ayer que una letrada designada por el Rectorado se ha encargado de las indagaciones que, como poco, «van a durar un mes». Cuando acaben «se hará una valoración», añadieron. Esta letrada tomará declaración tanto al profesor que impartía clases de apoyo como a los compañeros que dan la misma materia y se quejaron por esas sesiones extra fuera de la jornada oficial.
El Consejo de Estudiantes de la escuela de Ingeniería de Bilbao sacó a la luz el conflicto al publicar un comunicado en el que mostraba su total apoyo a Uriondo y a su «modelo de docencia de calidad», y pedía al centro que le dejara seguir con las clases de refuerzo y con la asignatura. El escrito, en el que le agradecían la «implicación y dedicación» a sus pupilos, fue respaldado por 800 alumnos. El Consejo está a la espera de una respuesta oficial a su petición.
A causa de la presión de sus compañeros, Uriondo tuvo que renunciar antes de Semana Santa a las sesiones de refuerzo de los viernes, que impartía de 6 a 9 de la noche, fuera del horario lectivo y para los alumnos de todos los grupos. También ante las quejas de sus iguales y para evitar conflictos, pidió que solo los estudiantes oficiales de su grupo acudieran a las clases. Los universitarios se rebelaron y recolectaron más de 800 firmas para demandar a la Escuela que mantuviera las lecciones de refuerzo y permitiera a cualquier alumno asistir a sus clases regulares. Uno de los estudiantes confesaba que se encontraba en la sexta y última convocatoria de la asignatura. Desesperado, había comenzado a frecuentar el grupo de Uriondo además del suyo propio. «La diferencia es clara. En el último parcial conseguí un notable alto por sus explicaciones», se enorgullecía. «Felipe nos ayuda más que ningún otro profesor, así que se merece que luchemos por él. No sé si a los que somos de otros grupos se nos permite entrar a sus clases, pero yo voy a seguir viniendo. Lo necesito». Uriondo no parece tener una fórmula mágica y, para un lego en la materia, sus clases se distinguen por el silencio respetuoso de los alumnos, que solo a veces murmuran entre ellos. «Sus explicaciones son muy buenas y siempre está dispuesto a ayudarnos. Podemos plantearle cualquier cuestión en la cafetería y él nos atenderá encantado», defiende Asier, que no tenía miedo a levantar la mano ante cualquier duda.
Cuando los estudiantes de otros grupos preguntaron a sus propios profesores por qué no podían acudir a las clases de Uriondo, estos se limitaron a decir que «desequilibraba» la asignatura. Endika mostraba su indignación: «Felipe nos enseña la materia como si fuera la primera vez, nos la da mascada y con muchos ejercicios prácticos. Sus clases son tan populares porque, de lo contrario, la gente tendría que pagarse una academia».
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