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María José Carrero
Domingo, 20 de noviembre 2016, 01:28
ÍÑIGO - Resultó herido el 16 de septiembre
«Se salió de su calzada y me dio de frente»
Casi dos meses después, Íñigo sigue escayolado. «Fue el 16 de septiembre. A las siete de la mañana. Salí de casa, en Durango, iba hacia Gipuzkoa por ... la carretera y, de pronto, me deslumbraron unos faros. Se me venían encima y... ¡zas! se saltaron los dos airbags delanteros. Intenté salir del coche. Apoyé un pie, pero el otro era imposible, así que me sacaron. En ese momento fui consciente de lo que pasaba. Un coche se había empotrado contra el mío».
¿Cómo ocurrió? «No sé qué le pasó. Yo circulaba por mi carril en una hilera de coches. Él iba por el sentido contrario. Por lo que sea, se salió de su calzada y se vino de frente contra mí». Gracias a los airbags, Íñigo puede contarlo porque el brutal choque frontal ha mandado a su coche al desguace, pero él ha salvado la vida.
«Se me rompieron el pie derecho y la clavícula izquierda. Me operaron del pie, me pusieron clavos, me han vuelto a operar y aquí sigo con la escayola». Atendido en primer lugar en el hospital de Mondragón y luego en el de Galdakao, Íñigo no tiene queja alguna de la asistencia sanitaria. Sin embargo, lamenta que la Ertzaintza no le haya facilitado aún el atestado del accidente, después de casi dos meses. «He llamado para que me lo den y me dicen que no. Que una copia va al juzgado y otra a mi seguro. Llamo al seguro y me dicen que de eso se ocupa el tramitador. Yo creo que tengo derecho a ver el atestado, saber qué han puesto...»
«Trabajo de autónomo»
A la espera de saber qué secuelas físicas le quedan, Íñigo cuenta las otras consecuencias del accidente. «Tengo un niño de tres años y medio que no se me acercaba porque le daba miedo. Mi pareja ha tenido que cambiar de horario de trabajo para atenderme. Mi coche ha quedado siniestro total. Soy autónomo. Llevo dos meses sin trabajar y me pagan 669 euros por la baja y de esta cantidad tengo que quitar algo más de 300 para seguir pagando la cuota...».
Íñigo no oculta la ansiedad que le genera desconocer cómo va a quedar físicamente . «Yo lo que quiero es recuperarme bien para valerme por mí mismo y volver a trabajar. Eso es lo primero, pero luego quiero una compensación justa... De esto he aprendido que un momento te cambia la vida», dice pensativo.
JESÚS MARÍA ESTARRONA - Atropellado en 2011
«El 24 de noviembre es mi nuevo cumpleaños»
«Todos los años el 24 de noviembre hacemos una comida para celebrar mi cumpleaños. Bueno, mi nuevo cumpleaños. Es el día en el que volví a nacer, mejor dicho, el día que resucité». Según esta cuenta, Jesús María Estarrona celebrará dentro de unos días su quinto aniversario. Fue el 24 de noviembre de 2011 cuando este veterano cicloturista de Vitoria salió en dirección a Araia con un grupo de aficionados a la bici.
Después de almorzar en Salvatierra, el regreso fue escalonado. Jesús Mari salió solo. A la altura de Axpuru, «en un cruce paré en un stop como he hecho toda mi vida porque siempre he sido de lo más cívico, y me incorporé a la otra carretera. Había recorrido ya al menos 15 metros por mi carril, cuando un coche se me vino encima por la izquierda. Es lo último que recuerdo».
Siete horas inconsciente, cinco días de cuidados intensivos y más de treinta huesos afectados. «Las costillas se me clavaron en el pulmón y me tuvieron que sacar litro y medio de líquido». Las secuelas físicas que le han quedado son múltiples. «Me sigue doliendo todo el cuerpo y los hombros los tengo como colgados, sin fuerza alguna».
Conductor de 80 años
Cinco años después, Estarrona se ha acostumbrado al dolor, pero lo que ha conseguido superar han sido «las secuelas psicológicas que te deja todo lo que viene a continuación». El conductor del coche era un hombre de 80 años. «Dijo que yo me había saltado el 'stop'. Su hermano, que vino a verme al hospital, me dijo textualmente: «no te vio». Pero en el juzgado lo negó».
En el proceso penal, al no haber testigos, el juez hizo suyo el atestado de la Ertzaintza con la versión de que «me salté el 'stop'». Sin embargo, en el procedimiento civil, una jueza consideró que no se podía demostrar que hubiera sido así y optó por la «concurrencia de culpas».
Cinco años después, aún no ha terminado de cobrar la indemnización. Pero no es esto lo que más le enfada a Estarrona. Lo que de verdad le indigna es su sensación de «indefensión». «En los juicios por accidentes de tráfico deben colocar un encerado y explicar gráficamente cómo ocurrió. En mi caso, las primeras marcas de la frenada tras el atropello están a 25 metros del 'stop', lo que demuestra que no me lo salté, pero el atestado se hizo sin mediciones».
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