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MARÍA MOLINOS
Martes, 9 de agosto 2016, 00:35
Scott V.S. se marchó de casa con 22 años. Acababa de terminar un grado de formación profesional de panadero y al día siguiente debía empezar a trabajar en una panadería en Hattersheim, la localidad de 26.000 habitantes en el oeste de Alemania en la que vivía con sus padres. Pero no se presentó en su primer día de trabajo. Se marchó por la mañana de su hogar y no regresó. De eso hace cinco años.
No dio señales de vida hasta la semana pasada, cuando su cara irrumpió en los informativos de toda Alemania y también en el tabloide Bild, amigo de los titulares amarillos y llamativos: «Éste es el idiota del fuego alemán de La Palma», resumió el rotativo.
Scott está acusado de la imprudencia que causó el trágico incendio forestal que en seis días ha calcinado 4.500 hectáreas en la isla canaria y provocó el miércoles pasado la muerte de un agente medio ambiental, obligando además a evacuar a 3.000 vecinos. Un siniestro contra el que ayer aún luchaban los equipos de extinción y que se inició cuando el joven alemán quemó el papel higiénico que había utilizado tras hacer sus necesidades en un pinar. Scott, que ha sido enviado a prisión, ha rechazado ponerse en contacto con su familia y la ayuda consular de su país.
El periódico Bild destapó ayer su vida tras entrevistar a quien había de ser su jefe en la panadería a la que no acudió en 2011. «Llamé entonces a sus padres, miraron en su habitación y estaba vacía», relató. Se había ido sin decir nada. «Sus padres se han preocupado muchísimo», agregó el panadero.
Un aussteiger
Lo único que la familia ha podido saber de su hijo durante los últimos cinco años es que había pasado por Stuttgart, a apenas dos horas de su Hattersheim natal. Y fue porque recibieron una multa. «Se había montado en el tren sin billete», recuerda el panadero. Nada más.
Scott, según la primera reconstrucción de sus pasos en estos últimos años, vagó por Alemania durante un período indeterminado y luego decidió probar suerte en tierras más exóticas. Viajó a las islas Canarias y desde hacía un tiempo vivía en una cueva de La Palma junto a un grupo de inmigrantes ilegales africanos y otros europeos alemanes, británicos y franceses que se han autoexcluido de la sociedad. Lucía unas rastas largas y desaliñadas, recogidas en una gruesa coleta y una barba rala. Vestía ropa de monte. El Bild le llama en varias ocasiones aussteiger (desertor), un término que se emplea en alemán para denominar a aquellos que voluntariamente optan por vivir como ermitaños. Detenido por la Guardia Civil en una carretera comarcal al poco de declararse el incendio, no tardó en explicar cómo empezaron las llamas. Una idiotez, concluyen sus compatriotas.
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