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A la izquierda la foto original y a la derecha, la imagen con varios retoques.
Setenta años de una foto icónica y trucada

Setenta años de una foto icónica y trucada

Stalin encargó a un fotógrafo que inmortalizara la victoria sobre los nazis en Berlín con una instantánea manipulada y hecha a medida

Gonzalo De las Heras

Sábado, 2 de mayo 2015, 01:23

El valor icónico de las fotografías es aún indiscutible. Y más lo era hace setenta años, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la única competencia propagandística en lo popular estaba en el cine o en las canciones. Tanto es así, que en la Unión Soviética había escocido la imagen de la bandera de la bandera de Iwo Jima, y aprovechando la conquista de Berlín por las tropas rusas, que no era poca cosa, organizaron su propia respuesta en papel fotográfico.

El encargado de la labor de mostrar al mundo el sometimiento del régimen nazi al poder del Ejército Rojo fue Yevgueni Jaldéi -que paradójicamente trabajaba con cámaras alemanas Leica-, un judío ucraniano. Judío, por tanto, como Joe Rosenthal, autor de la imagen de Iwo Jima, en el que sí participan los soldados reales que tomaron la isla; aunque en el caso de la isla del Pacífico, la imagen corresponde al momento en que una bandera más pequeña es sustituida por otra mayor con la batalla ya ganada.

El revelado de las fotografías, ya en Moscú, acabaría por satisfacer a Stalin, pero no sino después de varios retoques e intentos previos. De hecho, aunque llegó a Berlín cuando la ciudad no estaba aún rendida, la imagen había sido tomada después de que los alemanes entregaran la ciudad una vez que Hitler ya se había suicidado. Jaldéi había dedicado varios días a recorrer la ciudad para elegir un escenario que le colmara.

Más humo y un tanque

En la fotografía original la bandera no se había desplegado aún (y no se apreciaban por tanto ni la hoz ni el martillo) y, a ojos de observadores, había algunos detalles que convenía pulir. En primer lugar, el escenario parecía demasiado estático, poco épico. Más que un escenario bélico, parecía una ciudad fantasma arrasada por un desastre natural. Para subsanarlo, se añadieron las columnas de humo y el tanque T34 que aparece en la calle de la izquierda. Además, se reveló exagernado las sombras para acentuar el dramatismo de la escena.

Una vez logrado esto, se detectó un nuevo problema. No es sólo que la bandera no estuviera bien desplegada (la enseña la había confeccionado con manteles el propio fotógrafo para componer la escena). El problema era el segundo reloj que llevaba el soldado que ayudaba al que se encuentra en equilibrio precario. Sin duda, era fruto del pillaje de un ejército que no tenía buena fama, pero sí bastante sed de venganza del avance alemán sobre tierras rusas.

Fue el propio Yevgueni Jaldéi el que se encargó de raspar con un alfiler el negativo de la imagen para borrar un pequeño detalle que podía arruinar el poder icónico de una imagen que cumple 70 años. Su autor, que trabajó para la agencia TASS y el periódico Pravda durante muchos años, adquirió relevancia mundial sobre todo tras la caída de la URSS, no sólo por sus instantáneas de la Segunda Guerra Mundial, sino también por las del Proceso de Nuremberg.

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