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MANUEL P. VILLATORO
Domingo, 22 de marzo 2015, 01:07
Héroes para muchos, enemigos para unos pocos. La 101ª División Aerotransportada del Ejército de los Estados Unidos se ha hecho famosa en los últimos años gracias a que su historia se ha dado a conocer en todo tipo de series y películas. No es para menos, pues sus paracaidistas tuvieron que enfrentarse solos, y tras las líneas enemigas, a miles de soldados alemanes durante el Desembarco de Normandía. Sin embargo, salieron victoriosos gracias a su audacia, a su entrenamiento y a la ingente cantidad de equipo que portaban encima (el cuál podía llegar a pesar 50 kilos).
Para hallar el origen de la 101ª División Aerotransportada (más conocida como la de las 'Águilas aulladoras') es necesario viajar en el tiempo hasta Alemania poco antes de la Segunda Guerra Mundial. Fue entonces cuando William C. Lee, un agregado militar estadounidense en la región germana, observó como Adolf Hitler entrenaba a cientos de hombres de sus fuerzas armadas para que atacasen -paracaídas mediante- al enemigo desde el aire. La idea le entusiasmó y, casi instantáneamente, se plantó frente al despacho de su superior con el objetivo de copiarla.
El Uniforme
Si por algo se destacó la 101ª División Aerotransportada fue por su uniforme básico, el cual estaba formado por varias piezas que iban desde la guerrera, hasta los guantes de paracaidista. Curiosamente, y debido a que era una unidad de reciente creación, contó con material nuevo o modificado expresamente para sus futuras misiones (algo que hacía que destacasen sobre el resto de los soldados del ejército norteamericano). Leandro Aguilera, miembro del grupo de Recreación Histórica '101 Airborne Girona Reenactment Group' explica de qué partes estaba compuesto el uniforme.
La pieza más destacada era el pantalón, el cual era de un color caqui y contaba con unos refuerzos de tela en tonos oliva por encima de las rodillas para evitar roturas (las cuales se producían a la hora de arrastrarse por el campo de batalla). Entre sus características más destacadas contaba con un cordón en la parte superior de los bolsillos para cerrarlos con un nudo y evitar que, durante el salto, se saliese su contenido.
La chaqueta era también de color caqui y contaba con refuerzos de tono verde oliva a la altura de los codos. No era raro que los paracaidistas cosieran varios bolsillos más a esta prenda, pues para ellos era vital cargar, cuanto más cosas, mejor. "Les añadían más en la parte de atrás o por dentro (los cuales utilizaban para guardar tabaco)" apunta Aguilera. "Con los paracaidistas de la Segunda Guerra Mundial sucedía lo mismo que hoy en día cuando nos vamos de vacaciones. En el Desembarco de Normandía la mayoría llevaban entre 30 y 45 kilos de peso en equipo sin contar con las armas. Les pasaba lo mismo que a nosotros cuando hacemos un viaje. Nosotros metemos en la maleta un jersey por si hace frío, un bañador por si hace calor Ellos solo dispondrían de aquello con lo que se lanzaban, así que llevaban de todo.
Esta necesidad imperiosa de añadir bolsillos para guardar objetos agudizó el ingenio de los paracaidistas de la 101ª. "Uno de los lugares más curiosos para cargar un utensilio era un pequeño bolsillo que enganchaban con una cuerda a la hombrera. Dentro llevaban una pequeña navaja automática muy característica que usaban para cortar la cuerda del paracaidas si este se enganchaba", completa Aguilera.
Las botas altasque acompañaban al uniforme M1942 fueron una de las múltiples enseñas de los paracaidistas estadounidenses. Este tono destacaba sobre las del resto de soldados, quienes las portaban negras. Su principal característica es que contaban con 12 agujeros, algo que, nuevamente, marcaba la diferencia sobre el resto de militares del ejército de los Estados Unidos.
"Este tipo de bota era utilizado únicamente por los paracaidistas y algunas unidades de los Rangers. Para ellos era todo un orgullo llevarlas. A su vez, se distinguieron más todavía del resto de militares al meterse las botas por dentro del pantalón, algo que sólo podían hacer cuando terminaban el curso de paracaidismo. De hecho, llamaban al resto de militares 'piernas rectas' porque llevaban el pantalón por fuera de la bota", destaca Aguilera.
Al igual que la mayoría de los elementos de su uniforme, los paracaidistas de la 101ª portaban unos guantes únicos a los que no tenía acceso ninguna otra unidad. Éstos estaban elaborados en piel, eran de color amarillo y se ceñían a la muñeca. Sus objetivos eran los obvios: proteger a su portador del frío y evitar las quemaduras producidas. Por ejemplo, por la fricción con las cuerdas del paracaídas.
El casco de los paracaidistas de las 101ª era similar al estadounidense de infantería (modelo M1). Así pues, se componía de un sotocasco para cubrir la cabeza y el armazón de metal como tal. Éste solía ser de un color verdoso y, en el Desembarco de Normandía, llevaba un símbolo pintado dependiendo del regimiento al que pertenecía el soldado.
La principal característica de este casco se hallaba en su barbuquejo (la cuerda que se ajustaba al mentón o la barbilla para evitar el movimiento). Esto se debía a que, tal y como explica Aguilera, contaba con un refuerzo de piel para evitar que se cayera. "Cuando un paracaidista salta al vacío y abre el paracaídas, el tirón es muy fuerte y el casco puede salir volando. Con el refuerzo no salía despedido, pero era tan incómodo que, cuando llegaban a tierra, lo quitaban" apunta Aguilera.
Seis de junio. En medio del rincón más inhóspito de las playas de Normandía, una veintena de paracaidistas de la 101ª División Aerotransportada avanzan sobre un conocido puente antaño lleno de alemanes. De repente, uno de ellos se percata de que se hallan cerca de su objetivo y masculla unas frases a sus compañeros en perfecto espaol.
No, no nos encontramos en 1944, sino en 2014. Más concretamente, en el 70 aniversario del Desembarco de Normandía junto a la '101 Airborne Girona Reenactment Group', un grupo de recreación español que trata de mantener viva la historia de dicha unidad imitando hasta en el más mínimo detalle su uniforme, sus armas y sus costumbres.
Leandro Aguilera, el representante de unos aventureros que, hace aproximadamente un año, viajaron hasta el norte de Francia para vivir de primera mano el periplo de la unidad a la que imitan
- ¿Cuándo nació el '101 Airborne Girona Reenactment Group'?
Formamos el grupo a principios de 2010. Yo ya había comenzado la recreación en 2007 tras acudir a Normandía de viaje y, al final, muchos amantes de la historia se fueron animando al conocer lo que hacíamos gracias a la tienda de airsof y recreación 'Army Girona'. Poquito a poco, el grupo pasó de 5 a 20 personas.
- ¿Cuál es vuestro objetivo?
Básicamente pasárnoslo bien. Somos un grupo de amigos a los que nos encanta la historia y la 101ª División, por lo que solemos acudir a multitud de recreaciones con el uniforme y viajamos mucho. También nos encanta ir a lugares donde han pasado cosas de carácter militar, ya que te permite hacerte una idea de cómo vivieron aquellos momentos los soldados. Además, así te das cuenta de que lo que se cuenta en las películas no siempre es cierto.
- ¿Cuánto puede costar transformarse en un paracaidista de la 101ª División Aerotransportada?
Un equipo completo puede salir por 600 o 700 euros, pero por 300 euros tienes una equipación mínima. A partir de ese punto, si alguien quisiera unirse a nosotros le podríamos ir prestando cosas hasta que las fuera adquiriendo poco a poco. Se trata, en definitiva, de pasarlo bien.
- ¿Habéis tenido problemas por recrear a una unidad de la Segunda Guerra Mundial?
Nosotros somos los americanos, los "buenos", por lo que la gente tiene menos prejuicios con nosotros que con aquellos que se visten de alemanes. Pero hay muchas personas a las que no les parece bien que hagamos estas cosas.
Diversos correajes
Sobre la guerrera y los pantalones, los paracaidistas de la 101ª cargaban todo tipo de elementos de uso cotidiano (los cuales iban desde cantimploras hasta tabaco) sujetos al uniforme a través de diferentes correajes. Entre estos se destacaba el ceñidor (un cinturón grueso sobre el que iban enganchados todo tipo de elementos) y las trinchas (dos tiras de tela similares a los tirantes). En el ceñidor iban colgados la pala, la cantimplora, la pistolera, la brújula, un kit de primeros auxilios, un portagranadas y una bayoneta. Además, externamente llevaban enganchados mediante correajes de todo tipo de objetos como máscara antigás, cuchillos de combate y el chaleco salvavidas, uno de los objetos más valiosos para un paracaidista (al menos durante el salto al vacío) pues podía evitar que se ahogase si caía sobre agua profunda.
Mochila: La llevaban a la espalda, era del modelo 1936 y era conocida como 'Musette'. No era muy querida porque, a pesar de que los paracaidistas necesitaban una gran cantidad de espacio, era más bien pequeña. No obstante, sólo disponían de esta, así que solían llevar raciones de combate, brazaletes para detectar gases o armas químicas o ponchos para evitar la lluvia. Y por supuesto tabaco, un 'arma' esencial durante la Segunda Guerra Mundial para los soldados. Y es que, aquellos que fumaban lo cambiaban por otras cosas para no verse obligados a pasar el síndrome de abstinencia, y los que no, trapicheaban con él a precio de oro.
"Los cigarros se cotizaban mucho, no solo entre los soldados, sino entre la población de las ciudades que visitaban. De hecho, en aquella época era posible cambiar dos paquetes de tabaco americano por un pollo" añade el experto español.
El armamento básico de un paracaidista americano era de cuatro tipos: el fusil M1 Garand, la Carabina M1 y los subfusiles Thompson y M3. Al contrario de lo que nos muestran las películas, estas armas se repartían de forma indistinta entre la tropa y no solían entregarse (salvo excepciones) atendiendo al rango. Por ello, no era raro que un capitán o un soldado acudiera a la batalla portando cualquiera de las mismas.
El arma corta del ejército de los Estados Unidos por excelencia era el Colt 1911, una pistola fiable y muy bien considerada por las tropas. En lo que se refiere a los utensilios de apoyo, los más utilizados por los paracaidistas eran el fusil automático BAR, la ametralladora pesada de calibre 30, y el bazuca M1A1. Finalmente, los militares tampoco desdeñaban la eficacia de una buena granada para limpiar posiciones enemigas, trincheras o pozos de tirador.
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