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Jorge Barbó
Domingo, 8 de marzo 2015, 01:38
"Aita, ¿y yo cómo nací?". Mientras ese enano que apenas levanta unos palmos del suelo espera con los ojos muy abiertos una respuesta más o menos convincente, el padre confuso se saca de la chistera de la paternidad una pequeña historia protagonizada por el amor... y una cigüeña que pasaba por allí. Si la criatura fue concebida y alumbrada a unos cuantos miles de kilómetros más allá de la muga, mediante una técnica de nombre tan califragilístico para la razón infantil como es la gestación subrogada, todo se vuelve más complejo. Más extraño. Más confuso. De la boca de Nico, de 5 años, jamás ha salido esa pregunta. No ha hecho falta. Marcos frisa los 40, es muy del Athletic, médico, gay y soltero. También es muy celoso de su intimidad y de la de su pequeño, por eso ni Nico es Nico ni Marcos es Marcos. Pero él siempre tuvo muy claro que quería tener un hijo y antes de despegar de San Francisco con su retoño en los brazos se dijo que jamás le ocultaría la verdad. Como él, un centenar de vascos viajan al extranjero cada año para recurrir a lo que vulgarmente se conoce como 'vientres de alquiler', que les permite hacer realidad el sueño que la enfermedad, la soltería o su mera opción sexual, les negó. Ser padres. Como los demás.
Ajeno a movimientos, colectivos y asociaciones, Marcos tampoco se siente en absoluto identificado con los casos más mediáticos, aquellos que pusieron de moda hace ya unos años el término 'vientres de alquiler'. "Me parece frívolo y poco ajustado a lo que de verdad es la paternidad subrogada", resuelve, mientras por el otro lado del teléfono se escucha canturrear a su hijo, que conoce por fotos a la madre. Craso error. "No, no, no, no... aquí no hay madre. Ella fue la gestante", se apresura a corregir, con un levísimo bufido y algo irritado. No es la primera vez ni será la última. Estas nuevas familias se han acostumbrado a bregar con toneladas de imprecisiones y prejuicios, fruto del desconocimiento social más absoluto de una técnica de reproducción, que consiste en que es una mujer ajena a los futuros padres la que gesta el embrión (resultado de una inseminación artificial o de una fecundación 'in vitro') y posteriormente da a luz al bebé. A pesar de que el proceso se realiza siempre en el extranjero, cada vez más niños en España vienen al mundo gracias a este método, no sólo de aquellos con uno o dos aitas. También, y de forma mayoritaria, en familias formadas por parejas heterosexuales.
Un gesto de "espanto" se dibujó en la cara de la cardióloga de Nahiara cuando le comentó que estaba pensando en buscar un niño. La gasteiztarra nació con una cardiopatía compleja que la convertía en una candidata segura a embarazo de altísimo riesgo y complicaciones seguras. Y la descartaba de forma automática para un proceso de adopción. "Contactamos con la asociación Son Nuestros Hijos, nos estrevistamos con agencias en Barcelona y viajamos a Kiev ese mismo mes para conocer clínicas y agencias", relata. "Un año después, hace apenas una semana, volvimos para firmar contratos y elegir a nuestra gestante. Ahora estamos esperando a empezar la estimulación ovárica", explica una mujer para la que la técnica ha resultado todo un bálsamo después del "mazazo" que supuso renunciar a una gestación propia. "Esperamos ir pasito a pasito hasta una paternidad y maternidad deseada", resuelve positiva.
Almudena y Gorka, de Okondo, ven crecer felices a sus pequeños, Martín y Lucía. Ella no tuvo que pasar por un parto, pero vivieron con la misma intensidad una gestación que se desarrolló a cientos de kilómetros del municipio alavés y en el que, en lugar de antojos, vómitos y molestias, tuvieron que hacer frente a "duras negociaciones" y trámites burocráticos que parecían no tener fin. "Después de elegir a la gestante, firmar los contratos y dejar la muestra biológica, el 28 de enero de 2014 me confirman el positivo. El embarazo pasó rápido, cada dos semanas recibíamos un vídeo en 4D y el 22 de septiembre volamos para el parto. El día 27 de septiembre nacieron. Y fue el día más feliz de nuestra vida", relata la pareja. Su historia con final feliz es bastante distinta de la de Anabel y Aritz, de Portugalete, a los que una lesión medular se cruzó en su sueño de ser padres. "Aunque hago una vida completamente normal, el hecho de estar en una silla de ruedas me cierra las puertas de casi todas las adopciones internacionales", lamenta la mujer, que se ha sometido a siete tratamientos de fertilidad. Sin resultado. "Nos encontramos sin fondos y casi sin esperanza de formar una familia", lamentan.
No hace tanto que la mayoría de los casos que salían a la luz estaban protagonizados casi en exclusiva por aquellas parejas homosexuales que querían ser padres. "Los heterosexuales lo podían ocultar, pero nosotros sacamos del armario esta realidad, aunque costó muchísimo", reconoce Pedro Fuentes, vicepresidente de Son Nuestros Hijos, una de las plataformas que, junto a la Asociación por la Gestación Subrogada y otros colectivos afines más están trabajando para que esta realidad salga de la sombra jurídica. Y se convierta en un derecho. Porque, ¿es ilegal la gestación subrogada en España? "En nuestro país hay una situación de alegalidad. Hay un fariseísmo total. Nuestro legislador va un paso por detrás de la realidad: reconoce que esto existe, da una respuesta a esos bebés pero en bajito". A lo que se refiere la abogada Ana Miramontes, muy implicada con el tema, es a la paradoja de que la inscripción de estos niños es posible, siempre y cuando la técnica se lleve a cabo en el extranjero. "El problema fundamental es ver reconocida la filiación, la declaración de progenitor que se da en el país en el que se desarrolla el proceso en concordancia con el nuestro", explica Miramontes. O lo que es lo mismo, que regularizar la situación de estos pequeños que, en ocasiones llegan a casa con pasaporte extranjero debajo del brazo, puede convertirse en toda una odisea burocrática.
En principio, los padres pueden inscribir a los menores en el Registro Civil español con normalidad. Sin embargo, el asunto se puede complicar si el proceso se realiza en lugares fuera de Estados Unidos, donde más garantías se ofrecen para llevar a cabo la gestación subrogada. "Allí, y en concreto en California, llevan más de 40 años practicando la subrogación con total garantía", destaca Pedro Fuentes. El respaldo al que Fuentes hace referencia tiene que ver con el registro que se realiza del bebé. Simplificando, la gestante no aparece en ningún momento en los documentos del recién nacido, algo que no ocurre en los países europeos, donde llega a ser necesario iniciar un farragoso proceso de adopción para que se reconozca la patria potestad de los padres. Sin embargo, muchos padres se sigan decantando por la opción de algunos países europeos, o incluso la India, en lugar de optar por los servicios de las agencias norteamericanas, a pesar de las trabas burocráticas con las que se pueden encontrar. ¿La razón? El precio. No es un tema baladí. Aunque se ofrecen paquetes 'cerrados' por unos 70.000 euros, la factura de los tratamientos y el enjambre de trámites necesario se llega a disparar hasta los 120.000 en Estados Unidos, en contraste con los 60.000 que, de media, se pide en Ucrania o Rusia, donde los homosexuales están, directamente, vetados a este tipo de método para alcanzar la tan ansiada paternidad.
"Un filón"
Términos como 'factura', 'paquete cerrado' o, simplemente, 'precio' chocan con un momento tan emotivo como es la llegada de una criatura para unos padres ansían escuchar el primer llanto de su hijo más que nada en este mundo. Pero no conviene perder de vista que la gestación subrogada mueve millones. Es un negocio. "La medicina, en general, es cara. Genera muchísimo dinero y se ha convertido en todo un filón para algunas firmas", sostiene Pedro Fuentes, muy crítico con ciertas agencias que, a su juicio, tratan de "vender" destinos "como si fueran paquetes vacacionales" utilizando, incluso, términos como 'low cost'. "Hay quien vende esto como un producto: aseguran que en 15 meses vas a tener un niño y eso es tremendo. No tienen el más mínimo respeto porque esto no tiene nada que ver con lo mercantil y sí con los sentimientos", abunda Aurora González, secretaria de la asociación Gestación Subrogada en España.
En este sentido, en los últimos días grandes empresas del sector han apuntado hacia Grecia como 'paraíso de los vientres de alquiler', en el que el proceso de gestación se podría afrontar a un precio mucho menor. Y más cerca. Aunque desde las asociaciones reconocen carecer de información -"Hemos solicitado la documentación al consulado griego pero no está ni siquiera traducida", desvela Fuentes-, prefieren optar por la precaución y tratan de lanzar un mensaje de cautela a aquellas familias ansiosas por hacer su sueño realidad. "Siempre hay que tener cautela. Es un proceso ya de por sí incierto y cuando surgen novedades, hay que examinar qué se ofrece y con qué garantías", abunda la abogada Ana Miramontes.
Precisamente es el asunto económico uno de los factores que levanta más suspicacias a la hora de poner en tela de juicio un proceso que ha conseguido poner de acuerdo, de forma insólita, a las posturas del feminismo más radical con las posiciones más conservadoras de la derecha más recalcitrante. Unos, porque están en contra de cualquier método de traer vida al mundo que no sea fruto de la unión natural entre un hombre y una mujer. Y las otras, porque, a su juicio, la gestación subrogada "cosifica a la mujer" y la convierte en "una merca incubadora a merced de los intereses económicos". Por supuesto, las asociaciones en favor de la subrogación desechan estas ideas. "En lo que no reparan las feministas, que no son todas y sólo las más radicales piensan así, es que la legalización traería la capacidad para elegir a la mujer", sostiene Aurora González, dispuesta a predicar con el ejemplo. Ella sí puede tener hijos, pero estaría dispuesta de ayudar a otras familias a experimentar esa misma sensación. "Como yo, hay muchas. Tuve un hijo y par mí el embarazo ni el parto, que fue por cesárea, no supuso ningún trauma, ni mucho menos", señala.
Según las asociaciones, todas las dudas y recelos se disiparían a golpe de legislación. Por eso un grupo de madres y padres comenzó a trabajar hace unos meses en el texto de una iniciativa legislativa popular que pretenden elevar al Congreso. De aprobarse la norma, que sigue el modelo de la ley californiana, una de las más garantistas tanto para la gestante como para las familias, España saldría del grupo de los únicos siete países de los 27 de la Unión Europea en los que no existe una regulación al respecto. Sólo España, Alemania, Francia, Suiza, Portugal, Italia y Malta hacen la vista gorda a esta realidad que gatea en las guarderías y parvularios europeos con cada vez mayor frecuencia. Mientras tanto, en su camino hacia la Cámara baja, las agrupaciones que luchan por el tema se han reunido con los diferentes partidos políticos, que han mostrado dispar predisposición hacia el tema. Sólo UPyD incluye la regularización de esta práctica en su programa electoral, el Partido Popular evita pronunciarse sobre el tema, el PSOE ha rechazado de forma frontal la legalización -"el lobby feminista es demasiado fuerte en el partido", explican desde las asociaciones- y Podemos, IU y Ciudadanos han mostrado interés en estudiar la propuesta.
Quizás, algún día, el viaje hacia la paternidad para un centenar de vascos cada año sea más corto. Sin que un océano les separe de su sueño. Ser padres. Como los demás.
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