Regreso a la política sin ciudadanos
Braulio Gómez
Miércoles, 23 de noviembre 2016, 02:46
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Braulio Gómez
Miércoles, 23 de noviembre 2016, 02:46
El espectáculo de la indiscreción casi pornográfica que caracterizó las negociaciones fallidas para formar gobierno en el Estado español el último año ha sido aprovechado ... por los dirigentes del PNV y el PSE para construir en la intimidad de un despacho un pacto de gobierno sin que nadie se queje de este formato anacrónico, sino todo lo contrario. 71 páginas que no se habían leído ni los militantes de ambos partidos, ni los representantes de sus órganos de poder que tienen la facultad de ratificar los acuerdos suscritos. Malos tiempos para la lírica de la participación de votantes y militantes en la toma de las decisiones políticas importantes.
Seguramente los votantes y militantes del PNV no se molestarán por su falta de protagonismo y participación en la toma de decisiones sobre las cuestiones más relevantes dentro de su partido. Están acostumbrados a delegar en sus representantes y además tenían motivos para estar satisfechos con su partido por los buenos resultados electorales alcanzados el 25 de septiembre y por la elección de su socio favorito para gobernar, el Partido Socialista. El PNV está acostumbrado a interpretar el mandato de sus votantes y acierta al separarse del eje de la construcción nacional que por ahora tiene una elevada carga de incertidumbre que choca contra la estabilidad, normalidad y previsibilidad con la que fue premiado Iñigo Urkullu en las pasadas elecciones.
Diferente es la situación del PSE, que desde que obtuvo sus peores resultados de la historia en Euskadi se convirtió a nivel estatal en el más radical defensor de la participación de la militancia en la toma de decisiones dentro de su partido. Durante el último mes, el PSE ha pedido que se convocara a la militancia para saber su opinión sobre el apoyo socialista, mediante la abstención, al Gobierno de Mariano Rajoy. También ha pedido la convocatoria urgente de un congreso extraordinario para que los militantes puedan volver a elegir a su secretario general. En Euskadi, esa militancia ha estado ausente durante el último mes y ni siquiera va a tener la oportunidad de decir si le gusta o no le gusta este acuerdo de Gobierno de coalición entre su partido y el PNV.
Porque a diferencia del PNV, el PSE está en crisis y forma parte de un partido que sigue roto por la mitad, el PSOE. La comisión gestora está apostando por el paso del tiempo y el olvido correspondiente del apoyo socialista al Gobierno del Partido Popular para mejorar las opciones de los barones territoriales que bajo la órbita de Susana Díaz defienden un modelo de Estado español en el que no cabe ni siquiera la discusión de Euskadi como nación, ni sobre el derecho a decidir que recoge el acuerdo de coalición firmado por el PSE con el PNV. Los socialistas andaluces nunca han disimulado su malestar con las posiciones desarrolladas por el PSC los últimos años y han ridiculizado a los socialistas vascos por su escasa fuerza electoral, motivada entre otras cosas por su falta de autonomía para acercarse a las posiciones mayoritarias dentro tro de la sociedad vasca.
Quizás la mejor manera para encontrar y fijar una nueva posición en el debate territorial hubiera sido más fácil para los socialistas fuera del Gobierno, abriendo el debate y la toma de decisiones a la militancia, a los ciudadanos. A semejanza de lo que quieren los socialistas vascos que ocurra en el PSOE federal. Pero el frío de los asientos reservados al tercer partido de la oposición hubiera sido inaguantable para los actuales líderes del PSE.
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