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ALBA CÁRCAMO
Miércoles, 20 de julio 2016, 11:21
Joxi Zabala y Joxean Lasa son, «desgraciadamente», un símbolo de los excesos policiales. Con ellos, explica Pilar, hermana del primero y candidata de la dirección de Podemos Euskadi a lehendakari, se dieron algunas de las vulneraciones de derechos humanos «más graves», desde «secuestro» hasta «desaparición forzosa». Se les vio por última vez en Bayona en 1983. Dos años después fueron hallados torturados hasta la muerte por los GAL enterrados en cal viva en Valencia. Sus cadáveres, sin embargo, no se identificaron hasta 1995. Eso puso fin a las dudas, porque hasta entonces, aunque se imaginaban que estaba muerto, se lo querían «imaginar vivo».
Pilar Zabala tenía 15 años cuando comenzó su pesadilla y confiesa que «tener la salud mental intacta e integrar una tragedia de estas características en tu vida es difícil», sobre todo si «no te ayudan». Ahora ve una oportunidad, algo «muy importante porque es la primera vez que se va a intentar conocer y reconocer que no sólo han existido vulneraciones de derechos humanos muy graves cometidas por ETA» durante el período democrático.
Pide «el máximo consenso posible» a los partidos y les recuerda el Código Penal, que indica que «las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado no pueden utilizar la violencia de cualquier manera». «Ellos prosigue son garantes de la seguridad de los ciudadanos». Ejemplifica que «es como si una madre, el Estado, asesina a su hijo». Eso hace que todavía «duela más» la pérdida. «El rechazo más amplio lo hemos tenido desde el Gobierno central y pesa mucho ese desprecio», asegura.
Sueño con el Papa
Pasados 33 años desde que comenzó su pesadilla, tiene tiempo para ver cómo se resarce a su familia a través de esta ley, que «va a proteger a las víctimas; les va a dar garantías jurídicas ya que la han consensuado personas con amplio prestigio».
La normativa, sostiene, «nos servirá para dignificar la figura de mi hermano». Para su madre «sería el regalo» que le permitiría «descansar en paz». No lo hace desde 1983. Todavía siente a Joxi por las noches. «Hace unos días soñó con él; que le contaba al Papa Francisco, que a mi madre le gusta porque le parece muy buena persona, lo que nos había pasado. Le preguntaba: «¿por qué a mí no me consideran víctima?».
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