

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
José Mari Reviriego
Domingo, 22 de mayo 2016, 03:14
Mariano Rajoy se ve con «fuerzas» para afrontar una nueva cita con las urnas y luchar por mantenerse al frente del Gobierno si los números ... le dan para poder pactar con Ciudadanos. Ese es su plan, aunque no solo depende de la calculadora. El presidente en funciones, al que todas las encuestas señalan como virtual ganador del 26-J, se rebela contra el líder del partido naranja, Albert Rivera, que ya ha amagado con pedir su renuncia a cambio de un eventual apoyo al PP.
«¿Cómo se puede pedir la cabeza de alguien que gana las elecciones? Se podría pedir la cabeza del que las pierde», advierte Rajoy en una entrevista con este periódico, celebrada ayer en Durango al término de un acto político de sus compañeros vascos. El candidato de los populares a la reelección manda también un mensaje en clave interna a los sectores partidarios de su sucesión. «Cuando deje de ser presidente del Gobierno, tendré una historia que contar. Pero ahora tengo ganas de seguir porque estoy a la mitad de la tarea», avisa.
- El otro día decía que no tiene «sucesor natural». Disculpe la maldad, pero ¿igual es porque se ha cargado políticamente a algunos de ellos como Núñez Feijóo o el exministro Ruiz-Gallardón?
- (Sonríe) No, no. Ese es un tema del que no se está hablando ahora. Y eso que en el PP hay gente muy competente y con experiencia.
- ¿Alonso y Maroto lo son?
- Son unos tipos de primera.
- ¿Seguirá contando con ellos en Madrid?
- Yo sí, en la medida de mis posibilidades, salvo que se produzcan otros acontecimientos que me aconsejen no hacerlo.
- ¿Y quién va a asumir en Euskadi la candidatura a lehendakari, cuya incógnita está provocando incertidumbre en el PP vasco?
- Haré lo que me diga el PP del País Vasco, pero creo que hay que resolverlo inmediatamente después de las elecciones generales.
- ¿Prefiere mejor a Alonso como ministro o como candidato?
- Tengo que escuchar al PP vasco y que hagan lo que sea mejor para ellos. Respetaré su decisión. Yo le animé a Alonso a venir a Madrid porque me parece y me sigue pareciendo un hombre competente.
- ¿La reciente condena por el caso San Antonio, que obliga a Alonso y Maroto a pagar una multa por el «gravoso» alquiler de un local en Vitoria, puede afectar a su promoción política?
- Les afecta cero. Eso es un asunto administrativo. La Fiscalía en Álava ni siquiera lo había admitido a trámite. Aunque aquí hay una cierta tendencia a hacer un caso donde no lo ha habido.
- Pero sí que toca a un asunto tan sensible como es la gestión de recursos públicos.
- Bueno, eso es un tema opinable. No es una resolución de un juez. Es un tema del Tribunal de Cuentas y ahora se va a recurrir.
- ¿Ve posible un entendimiento con el PNV tras el 26-J?
- Ya lo hice en 1996 cuando era ministro de Administraciones Públicas. Nos podemos entender en muchas cosas con el PNV. En otras, no. Siempre ha tenido vocación de ayudar a la gobernabilidad.
El TAV, una «obsesión»
- ¿Le sorprendió que se decantase por un Gobierno del cambio?
- Tampoco vi ahí mayor entusiasmo, francamente.
- Urkullu lamenta su escasa implicación en los temas vascos.
- No lo veo igual. La prioridad era que España no quebrara, teniendo en cuenta que la situación en el País Vasco era también mala. De todas formas, no tengo constancia de que la relación haya sido complicada con el PNV, más allá de que no estábamos de acuerdo en política penitenciaria. Lo que más me obsesiona es terminar el TAV y crear empleo. Y que ETA anuncie su disolución definitiva.
- ¿Ve a Urkullu escorado hacia el derecho a decidir?
- Pues algunas de las cosas que hemos visto no me parecen normales, como aplaudir en un Parlamento a un señor que ha sido inhabilitado por un juez por pertenecer a ETA (Arraiz). El mensaje que se da a la sociedad es terrible. Yo solo digo una cosa la moderación siempre gana.
- ¿Teme que el PNV se sume a la vía catalana?
- Sería un disparate. Miren cómo está aquello que en su día se llamó Convergència i Unió. Pone a uno los pelos de punta.
- Meses antes de las elecciones de 2011, confesó en una entrevista con EL CORREO que había llegado «la hora de trabajar más por menos». ¿Se imaginaba que iba a ser por tan poco, viendo la actual precariedad laboral?
- Ha sido una etapa de una enorme dificultad. Hemos vivido la mayor crisis económica de la historia de España en décadas. El año 2012 fue tremendo. Vivimos bajo la amenaza de la quiebra y del rescate. Estábamos en recesión y aumentaba el paro todos los días. Ha sido muy duro, pero al final los esfuerzos de la sociedad española han dado resultados. Hoy España es el país que más crece de los grandes de Europa. El año pasado se crearon 575.000 empleos y se le ha dado la vuelta a la situación. Pero todo esto no es suficiente y hay que perseverar.
- Europa exige a España más ajustes. ¿Estamos condenados a un aumento de la desigualdad social?
- No, en absoluto. Nosotros teníamos un déficit público en 2011, cuando llegamos al Gobierno, del 9,3% y lo hemos bajado al 5%. Y en el año 2015 lo hemos bajado del 5,8% al 5%. Nadie puede discutir nuestro compromiso con el déficit porque lo hemos bajado con claridad. Todo eso lo hemos hecho manteniendo el Estado del bienestar y creando empleo y crecimiento económico. Y era muy difícil cuadrarlo todo. Ahora hemos conseguido algo muy importante, que es que nos den un año más de plazo para bajarlo del 3%.
- Europa parece insaciable. España no ha conseguido cumplir el objetivo del déficit y la UE amenaza al país con una sanción de castigo. ¿Entiende ahora mejor a Tsipras?
- Yo he apoyado a Tsipras siempre que cumpliera sus compromisos. España no es sospechosa de no intentar cumplir el déficit público. No lo hemos cumplido este año, pero hemos tenido 575.000 empleos, que es lo realmente importante. Grecia en este momento es un país que no tiene quien le preste. Los europeos, incluidos usted y yo, tenemos que estar prestándole un dinero que no sabemos si nos lo va a devolver.
El 'zasca' de Aznar
- Aznar no ha desaprovechado la ocasión para darle un zasca al denunciar «el grave error» de su Gobierno de «relajar el déficit».
- En la primera legislatura en la que gobernó el PP (con Aznar de presidente) yo era ministro y entonces teníamos que reducir el déficit público y lo redujimos menos que en esta legislatura. Sí, se lo digo yo.
- En la campaña de 2011 prometió no subir los impuestos y luego lo hizo en el primer Consejo de Ministros. ¿Por qué ahora debemos creerle cuando plantea bajarlos?
- Por una razón. En cuanto pude, los bajé. Si yo no subo los impuestos siete días después de llegar al Gobierno, España estaba quebrada. Luego pude bajarlos. Y hoy el Impuesto de Sociedades es más barato en el régimen común que en Navarra (gobernado por Geroa Bai, con el apoyo de EH Bildu, Podemos e IU). Aún hay margen para bajar los impuestos, siempre que la recaudación acompañe, que es la clave.
- Metidos ya en campaña, ha situado como gran rival al «extremismo», en alusión a Podemos y a una eventual alianza de gobierno con el PSOE. ¿Ese mensaje del miedo no oculta falta de ideas en el PP?
- ¿Cómo? En absoluto. No es ningún mensaje del miedo. Es un mensaje de la realidad. No quiero que aquí nos pase como en Grecia. Yo apuesto por la moderación. ¿Falta de ideas? Nuestros objetivos para la próxima legislatura son crear dos millones de puestos de trabajo, políticas ociales, lucha contra el yihadismo, unidad de España, reformas institucionales... La actuación de algunos ayuntamientos gobernados por Podemos está generando dudas en muchos agentes sociales y económicos. En Madrid está paralizada una inversión verdaderamente impresionante de un ciudadano chino (el edificio España). En Barcelona, ante el estupor general, se dice que durante un año no se darán licencias para construir hoteles de cinco estrellas porque son muy caros. Oiga, ¿qué broma es esta?
- Conozco a gente, seguramente usted también, que se plantea votar a Podemos el 26-J y que no es extremista ni lo ha sido nunca.
- En 2012, en una situación de crisis, tuve que subir el IVA de un día para otro y quitarle la paga extra a los funcionarios. Hemos tenido que tomar decisiones que no han gustado a la gente. Fueron años muy duros. Pero lo que me parece terrible es que cuando en 2014 y 2015 empezamos a superar esa situación, algunos quieran volver a tiempos pasados. El programa económico de Podemos es inviable, choca contra la UE y el sentido común. Para España sería una noticia pésima que Podemos se pueda convertir en la segunda fuerza, como dicen algunas encuestas. El PSOE debería despertar.
- Las encuestas coinciden en que usted ganará otra vez las elecciones generales. Si vuelve a estar en su mano, ¿con quién pactaría para formar un Gobierno?
- Hablar de pactos cuando aún no se han celebrado las elecciones no tiene ningún sentido. Tras las elecciones del 20 de diciembre, mi planteamiento fue pactar con el PSOE y que Ciudadanos se sumase aunque no hiciese falta. Visto ahora con perspectiva, ¿qué hubiera sido mejor? ¿Ese pacto o repetir las elecciones, teniendo en cuenta además que Podemos puede quedar segundo?
- En esta campaña faltan los pactos. ¿Evitar anunciarlos parece una especie de fraude electoral, no?
- No. En principio, lo que yo hice volvería a hacerlo si el 26 de junio se repitiesen los resultados.
- O sea, ¿buscará el acuerdo con el PSOE y Ciudadanos?
- Sí.
- ¿Podría entenderse con Pedro Sánchez tras su bronco cara a cara del 20-D?
- En su cita en televisión con Bertín Osborne mostró más partes de su intimidad a través de las fotos familiares que en la entrevista. ¿Le incomodan esos formatos?
- Yo no soy muy extrovertido y tampoco soy la alegría de la huerta, qué quiere que le diga. Pero yo también soy humano, aunque algunos no se lo crean.
- De todas las personas que festejaban su triunfo el 20-D en el balcón de Génova, su mujer, Elvira, era la más seria. ¿Cuántas veces le ha podido decir Mariano, ya va siendo hora de que regresemos a casa?
- Pues mire, le voy a decir una cosa. Yo he tenido una suerte muy grande en mi vida que es casarme con mi mujer. Me ha ayudado mucho en todos los avatares de mi vida política, sobre todo en los de los últimos años. He sido muy afortunado.
- ¿Si usted se hubiese presentado a unas elecciones primarias en el PP, suponiendo que las hubiera, las habría ganado?
- Estoy absolutamente convencido de que sí. Y no tengo tan claro que los señores Rivera, Iglesias y Sánchez, con las mismas reglas de juego para los cuatro, las hubieran ganado en sus partidos respectivos. Con las mismas reglas.
- ¿El PP debería incorporar las elecciones primarias?
- ¿Cómo cuáles? Iglesias luego cambia de dirigentes cada cuarto de hora.
- Pese a sus recelos, ¿su reunión con él fue más amena que con otros líderes, no?
- Hablamos de muchas cosas durante hora y media. No le pedí el voto, ¿eh? (sonríe). Con Sánchez no fue muy cómoda porque antes de sentarnos me dijo que no quería nada. Es como si uno va a una reunión y le dan dos bofetadas para empezar a hablar.
- Tengo buena pasta y me puedo entender con él. Le agradecí que dijera que se había equivocado (por la acusación de «indecente»). Y punto. Yo miro al futuro.
- ¿Y asume que Albert Rivera ha amagado ya varias veces con pedir su cabeza a cambio del apoyo de Ciudadanos al PP?
- Pero si es que es igual. ¿Cómo se puede pedir la cabeza de alguien que gana las elecciones? Se podría pedir la cabeza del que las pierde. ¿Del que las gana? Eso revela muy poco sentido democrático. Y además no creo que se produzca. Nadie debería hacerlo.
- Para justificar su apuesta por la regeneración, Rivera se pregunta sobre usted: «¿Cómo va a limpiar España cuando no ha podido limpiar su propia casa?».
- Sí, bueno, probablemente preferiría otro candidato del PP que no le hiciera tanto daño a su partido como se lo hago yo. A lo mejor es eso.
- ¿Faltó contundencia contra la corrupción en el PP?
- (...) Será opinable. Todas las personas que se han visto involucradas en casos de corrupción están apartadas del partido o se han ido ellas mismas.
- ¿Qué siente al escuchar los mangoneos confesados por Marjaliza, el empresario de la trama Púnica?
- Lamentable y repugnante. Qué quiere que le diga. Yo a este señor no lo conozco. Si hubiera sabido algo, habría actuado. Pero no sabía ni que existía.
- Pese a la mancha de la corrupción que ha salpicado a numerosos cargos de su partido, ¿cómo se explica que usted haya salido aparentemente indemne?
- Tengo experiencia de gobierno y de oposición. Me ha tocado gobernar en una etapa de enorme complejidad. Bueno, cuando deje de ser presidente del Gobierno tendré una historia que contar. Pero yo ahora tengo ganas, ilusión y fuerza porque estoy a la mitad de la tarea.
- ¿Y si gana las elecciones de nuevo y es capaz de dejar todo encarrilado, se plantearía la posibilidad de echarse a un lado?
- Eso ya se verá en su momento. Ahora hay que crear 500.000 puestos de trabajo cada año en la próxima legislatura. Ese es el objetivo.
- ¿Por qué se resiste a confirmar su participación en un debate a cuatro?
- Es que tiene gracia esto. Ahora resulta que todos van a ir al deate que yo diga. Al final, ¿con quién hago yo un debate a dos?
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.