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Tortugas buscando sitio para desovar en la playa de Tortuguero.
Tortugas gigantes en Costa Rica

Tortugas gigantes en Costa Rica

Tortuguero es un regalo de la naturaleza. Allí desovan las tortugas y no hay coches. ¿Se les ocurre un lugar mejor para perderse por el Caribe?

Yolanda Veiga

Viernes, 8 de julio 2016, 00:49

En Tortuguero no hay coches porque no hay carreteras. Solo caminos que levantan polvo al paso de las bicicletas o de los turistas, que llegan en grupo y en barca por los canales que serpentean entre vegetación baja por la costa noreste de Costa Rica. Es parque nacional, lo cual no es ninguna novedad es uno de los países con mayor diversidad del mundo. Pero es único porque allí desovan la tortuga verde y la baula, la más grande de las tortugas marinas (puede medir 2,3 metros y pesar 600 kilos).

Costa Rica, pulmón verde de Centroamérica, merece una visita en cualquier momento del año, pero hacerlo coincidir con la época de desove suma varios enteros a la experiencia. Es entre abril y octubre y cada noche se organizan en Tortuguero visitas guiadas. Se parte después de cenar, en grupos reducidos con un guía que lleva una linterna, la única luz que se permite en la playa, a donde acuden las tortugas para depositar los huevos, dejando unos socavones en la arena que se cuentan por decenas y que son visibles a distancia con la luz del día.

Va el guía con una linterna porque está tan echada la noche que no se ve nada y están prohibidas las cámaras de fotos, los flashes y cualquier luz o ruido que pueda alterar este espectáculo maravilloso que es el desove. No está garantizado porque hay veces que las tortugas no asoman por la playa, pero lo más normal es verlas. Ponen los huevos, como pelotitas blandas de ping pong que caen una tras otra, y luego los protegen echando arena por encima, antes de correr (sí, son tan grandes que corren) a su refugio de agua.

La visita se puede alargar fácilmente dos horas y arranca con un paseo a lo largo de la línea de playa que dibuja el curioso perfil de Tortuguero, que a buen seguro queda oculto en las vistas aéreas por la frondosa naturaleza que 'engulle' este pueblito. Por allí se van repartiendo en pequeños grupos los turistas, a una distancia prudente entre sí para poder disfrutar en semisoledad (esto siempre es un decir) de un momento realmente único. Una vez elegida la posición solo queda armarse de paciencia y esperar. Hay noches que las tortugas asoman enseguida pero otras veces se hacen esperar. Es cuestión de suerte y cada jornada es distinta. Merecerá la pena la espera, en todo caso, trasnochar.

Y no porque no haya nada que hacer al día siguiente. Todo lo contrario. Oblíguense a madrugar porque desde las seis de la mañana se organizan paseos en barca para observar la rica fauna que habita los canales (monos, ranas, iguanas, peces, cocodrilos...), además de las 2.000 especies de plantas y 400 especies de árboles que ni el viajero más preparado será capaz de distinguir. Esto sí que lo hace uno casi solo, en una barca de remos con un guía que se acuerda de cuando allí las tortugas eran mayoría sobre los turistas. Ya no sucede así y Tortuguero está incluido en casi todos los tours. Para el que vaya por su cuenta (en Costa Rica es fácil moverse cada cual a su aire) también es un lugar accesible aunque exige paciencia porque los autobuses y las barcas que nos trasladarán no son los vehículos más rápidos.

Dos noches en Tortuguero serán tiempo suficiente para disfrutar de la naturaleza en estado puro. Pero si ya ha reservado una tercera tampoco se arrepentirá pese a que el espacio es reducido y el pueblo se recorre en quince o veinte minutos, de punta a punta. Un poco más largo si se hace una parada para tomar un coco fresco o un zumo de frutas, que es casi bebida nacional. Para acompañar, un pescado o un casado (plato típico consistente en arroz hervido, frijoles y un plátano dulce frito, con carne de vacuno, de cerdo o pollo) en cualquiera de los restaurantes del pueblo. Son modestos pero dejan buen sabor de boca. Ya lo dicen los costarricenses... ¡pura vida!

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