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La Estatua de la Libertad da la bienvenida al visitante.
¡Muévete, estás en Nueva York!

¡Muévete, estás en Nueva York!

Harlem es un buen comienzo y subirse al Empire State un broche de oro. Por el camino es probable que te encuentres a Clint Eastwood rodando una película o a un grupo de fans de Lennon cantando 'Imagine' en Central Park

izaskun moyano

Jueves, 26 de noviembre 2015, 01:28

Todos hemos soñado alguna vez con visitar la ciudad de Nueva York. La vemos en las películas, en los anuncios, en los videoclips, pero no se disfruta igual que paseando por la Quinta Avenida. Si todavía no tienes plan para este puente y te gusta improvisar, la ciudad que nunca duerme jamás defrauda. El relato de este viaje fue una de estas cosas del 'ahora o nunca', cinco días contando ida y vuelta. ¿Te apuntas?

A las diez de la noche el avión aterriza en el aeropuerto JFK y de ahí en taxi al corazón de la ciudad: esquina de la Lexington con la 51, en dos días ya te parece que es tu hogar. Cuesta adaptarse al nuevo horario (hay siete horas menos) pero si vas poco tiempo habrá que hacerlo a marchas forzadas porque nuestro reloj marca las dos de la madrugada (hora española) y allí están en plena actividad. Están rodando la nueva película de Clint Eastwood, 'Sully', por las avenidas de la Gran Manzana. No es un hallazgo del otro mundo porque en Nueva York continuamente cortan calles por las grabaciones de filmes o spots. Hay tanto que ver en esa gran urbe que no termina en ningún sitio que es esencial tener un plan y decidir qué visitar cada día y cómo amortizar cada instante de este viaje express. Viaje, no vacaciones porque el descanso queda en un segundo plano.

Lo primero que hay que hacer para patearse la Gran Manzana es comprar un ticket de metro. Aunque Nueva York hay que disfrutarla paseando, a veces conviene ganar tiempo desplazándose de un barrio a otro en metro. La primera parada es en el norte de Manhattan, en el icónico barrio de Harlem, habitado básicamente por afroamericanos que van a misa vestidos de gala: taconazos, lentejuelas y tocados. Y no es para menos, porque los coros Gospel interpretan auténticos shows en las iglesias. A uno le recuerda a la película 'Sister Act', solo falta Woopy Golberg.

Hacia el centro de la isla está el Central Park, un enorme parque que es imposible ver completo. Alquilar una bicicleta y cruzarlo pedaleando es una excelente opción y se descubren muchos rincones, como ese en el que un grupo de gente canta 'Imagine', de John Lennon, con rosas y velas en las manos. Una se emociona y, sentada sobre El Rosetón que homenajea al cantante de los Beatles, si cierra los ojos se transporta a un festival hippie de los 70.

Pero la verdadera esencia de la Gran Manzana son las vistas. Hay que mirar al cielo para ver dónde acaban edificios como el Chrysler, el Flatiron o el Bank of America Tower y ver todo aquello desde las alturas no tiene precio. Una opción es subir a lo alto del Rockefeller Center, al Top of the Rock. Desde el piso 89 del hotel los taxis amarillos se ven diminutos y aunque los pies están bien plantados en el suelo, la sensación es que una está volando, mirando por encima de las nubes.

Un mocca delicioso

Érase una vez una sociedad pegada a un 'take away coffee'. Obreros, agentes de bolsa, barrenderos y el mismísimo alcalde van con su café a trabajar. Pero no es un café muy bueno. ¿Cómo sobrevivir en la Gran Manzana sin una dosis de cafeína? Y justo en ese momento lo encontré. La cafetería del Gran Central Terminal prepara un mocca riquísimo con el que seguir recorriendo las calles de Nueva York, cual Carrie Bradshaw. En el barrio de Chelsea espera el High Line, una antigua línea de ferrocarril convertida en zona verde para pasear, un inusual escenario en la isla cosmopolita de Manhattan. Allí, recorriendo jardines silenciosos, rodeada de rascacielos infinitos, el mocca sabe mejor.

Pero no todo es alegría y movimiento en la ciudad. En el World Trade Center miles de personas contemplan las dos enormes fuentes construidas en el lugar exacto que ocuparon las Torres Gemelas y es imposible no emocionarse. Nadie sonríe, la gente habla en susurros y solo atrona el tráfico. Desgraciadamente los visitantes tienen desde el 11 de septiembre de 2001 un lugar más que visitar.

Bastan cuatro días para darse cuenta de que Nueva York es una ciudad de contrastes. La Gran Manzana está formada por cinco distritos, entre ellos, el Bronx, el barrio con más graffitis por metro cuadrado. Está habitado por latinos y es uno de los más conflictivos, parecido a Harlem. Queens se aleja de los cánones de Manhattan, dejando a un lado los edificios altos y sustituyéndolos por lujosas mansiones, y Brooklyn es el barrio más alternativo de Nueva York, frecuentado por jóvenes y habitado por judíos, italo-americanos y chinos. Para llegar ahí hay que cruzar el puente que lleva su mismo nombre, un paseo que comienza en la isla y acaba al otro lado. No miré atrás hasta llegar a mitad del recorrido. He ahí el encanto. Aprecie el mágico Skyline neoyorquino desde el puente, es otra de las cosas que merece la pena.

Nueva york es un sueño para cualquiera, y más para los amantes de las compras. Porque el paseo por la Quinta Avenida está jalonado por los escaparates cuidadosamente diseñados de las grandes firmas como Dolce & Gabbana, Valentino, Guess, Tiffanys, etc Abren hasta altas horas de la noche, va a ser verdad eso de que la ciudad nunca duerme. Caminando se llega hasta un cruce de edificios llenos de publicidad de colores que iluminan una parte de la Avenida Brodway. Parece Las Vegas, pero se trata de Times Square, anuncios de todo tipo que se proyectan en pantallas gigantes colocadas en las fachadas de los rascacielos. Otra estampa típica, de película.

Continúa el viaje por agua, y un ferry nos acerca a Staten Island, el quinto distrito de la ciudad de Nueva York. Es el menos conocido, y a la vez el más curioso. Surcando las aguas del río Hudson los escenarios son increíbles. El Skyline de la Gran Manzana iluminado en aquella noche llena de estrellas y la Estatua de la Libertad saludando desde lo lejos, dando al visitante la bienvenida a su casa. Suena de fondo la canción 'New York' cantada por Frank Sinatra, y otra vez la escena es emocionante.

Pero hay que poner el broche al viaje, ¿qué tal subir al Empire State? La ciudad se ilumina a los pies, una jungla llamada Nueva York. Un lugar para volver, para hacer un segundo viaje. Pero eso ya depende de cada uno. Lo decía Sinatra 'Its up to you, New York, New York!'.

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