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SILVIA OSORIO
Viernes, 7 de abril 2017, 23:47
La plantilla de Ranzari, el taller de empleo de discapacitados psíquicos mancomunado entre Portugalete y Santurtzi, tomó ayer las calles para instar al presidente Mikel Torres a abrir la mesa de negociación de un convenio que se ha prorrogado año tras año, pero que está caducado desde 2010. En una concentración y posterior manifestación hasta el Ayuntamiento jarrillero promovida por el sindicato ELA, aproximadamente un 40% de los casi 250 trabajadores según datos de la organización denunciaron la «dejadez política» para mejorar sus condiciones laborales.
Según explicó Carmelo Pérez, asesor sindical de ELA en Ranzari, el alcalde portugalujo ha dado «la callada por respuesta» a dos escritos remitidos en el último año para tratar de renegociar el convenio. «Tampoco pedimos grandísimas cosas, sino voluntad política de hacer algo con Ranzari y recuperar aquello que nos robaron en 2013», manifestó haciendo referencia a la eliminación de la prima de productividad para los trabajadores especiales. «De la noche a la mañana la quitaron sin dar ningún tipo de explicación», añadió. Torres, sin embargo, explicó a este periódico que el pasado 16 de febrero se reunió con el comité de empresa del que forman parte ELA y otros sindicatos para dar cuenta del cambio jurídico de la entidad, así como «temas pendientes del personal». «Quedamos en volver a citarnos. Estoy, por supuesto, abierto a abrir cualquier tipo de negociación. Esta concentración forma parte de la estrategia de ELA. Cada mes le toca a una empresa y este ha sido Ranzari», afirmó.
Inversiones para maquinaria
Otras de las reivindicaciones de la plantilla es reunificar los dos convenios existentes en uno sólo. Los monitores están regidos por Udalitz, mientras que los trabajadores especiales cuentan con un convenio propio. «Dos convenios en una misma empresa demuestra la evidente discriminación hacia un colectivo. Vamos a pelear por los derechos de los 250 trabajadores».
Asimismo, la «precaria» situación de las instalaciones y la maquinaria fue otro de los motivos de esta movilización, pese a que uno de los objetivos inmediatos, tal y como anunció Torres hace unos meses, es modernizarlas. «Las instalaciones están que se caen», afirmó José Antonio Alonso, empleados de artes gráficas. En este sentido, el delegado de ELA aseguró que las máquinas, sobre todo las de lavandería, están «obsoletas». «La calandra se estropea cada semana y tienen que tirar a mano la producción».
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