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A lo largo del curso los alumnos organizan excursiones con el objetivo de sacar el euskera a la calle.
El euskera entra en la cuadrilla

El euskera entra en la cuadrilla

104 santurtziarras conversan habitualmente en lengua vasca gracias al Berbalagun, que forma grupos para fomentar su uso

silvia osorio

Lunes, 16 de mayo 2016, 10:51

«Cada vez se sabe más euskera, pero el problema es el uso». Así lo afirma Arrate Beristain, dinamizadora de euskera de Santurtzi, que coordina los 14 grupos de Berbalagun existentes en el municipio gracias a un convenio de colaboración entre el Servicio de Euskera del Ayuntamiento y AEK. En la actualidad, aprender la lengua vasca está a la orden del día. Sin embargo, la normalización de su uso en la sociedad es el gran reto. Quienes tratan de perfeccionarlo necesitan ponerlo en práctica y para quienes ya tienen un nivel alto no es tarea fácil encontrar lugares donde conversar.

Hay mucho camino por recorrer. Con ese objetivo nacieron los Berbalagun hace ya ocho años, grupos de personas que no encuentran un espacio para hablar en euskera y quieren pasar parte de su tiempo libre haciendo mintzapraktika. No importa acudir sin la lección tomada. Tampoco no conocer a nadie del grupo. Basta con tener ganas de conversar y comunicarse en euskera. Este curso, que empezó en octubre y terminará en junio, son 104 los participantes, de edades diferentes, aunque la mayoría se sitúa entre 40 y 50 años. Una vez por semana se reúnen en grupos de diez personas. Normalmente, la quedada es un bar, aunque si el tiempo acompaña se puede dar un paseo por el puerto o por el centro del pueblo. También hay cursos de verano, en julio, agosto y septiembre. «La gente se lo toma como quedar con la cuadrilla. Hay buen rollo», asegura la responsable.

Entre los perfiles, vasco parlantes de todo tipo. «Hay gente que sabe euskera de sobra, gente que está aprendiendo, otros que se sacaron el perfil hace muchos años, y otros que estudian en el euskaltegi o que estudiaron en su día pero su familia o su cuadrilla no lo hablan y buscan un espacio donde poder comunicarse y no perderlo», explica. Eso sí, la mayoría son mujeres. En el grupo se intenta que haya una persona con un «euskera referencial» para que dirija la conversación y ayude al resto de los asistentes, aunque en la práctica todos hablan y llevan la iniciativa cuando lo estiman oportuno. «Son conversaciones muy normales. No es una clase. Se ayudan entre todos. Y van avanzando. Se les nota mucho».

A la carta

El programa, además, consta de actividades, que varían en función de los meses y que están dirigidos a personas con un primer perfil. Club de lectura, curso de ganchillo, taller de yoga... «Es sacar el euskera del euskaltegi. El problema es que la oferta de actividades es en castellano, salvo algunas cosas puntuales», lamenta. Además, las propuestas son a la carta.

A principio de curso, la dinamizadora consulta con los participantes sus preferencias y les da la oportunidad de elegir las actividades. «Las que más votos tienen son las que organizamos para el próximo mes, siempre dentro de lo posible. A veces es difícil encontrar personas que se presten. Pasó con el curso de cocina, que fue difícil dar con una cocinera que impartiera el curso en euskera, pero al final lo vamos a hacer. También es importante que ellos se impliquen», añade.

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